La ceremonia de los Oscar consigue durante unos días despistar a la monotemática agenda informativa. Seguir el ejemplo puede convertirse en la mejor idea para descubrir qué enseña el cine sobre el también arte de los negocios. Seleccionamos ocho emprendedores de Oscar, para extraer algunas lecciones de cine imprescindibles para la empresa.
El fundador
El primero de estos emprendedores de Oscar no es otro que Ray Kroc, un vendedor de Illinois que, fascinado con el negocio de los hermanos McDonald, se convirtió en el líder de la comida rápida. Michael Keaton es El fundador (John Lee Hancock, 2016) en esta película que muestra los claroscuros de un emprendedor maduro cuyo convencimiento y tesón le impiden rendirse: “La fortuna ayuda a los audaces, es imposible tener un imperio si eres un ratón tímido”, se oye en la película.
Lecciones de cine
- Escuchar al cliente. La película muestra el poder de la especialización, que permite hacer hamburguesas y patatas mejor y más rápido, pero sobre todo atender las necesidades del cliente y el mercado. Objetivos para los que apuesta por la innovación constante y un sistema de rápido crecimiento como el de la franquicia.
- Nunca es tarde. De paso, esta película da una lección a aquellos que piensan que pasados los 50 años ya no hay nada que hacer, si bien el ejemplo del protagonista no siempre es muy edificante: “Los contratos son como los corazones, están para romperlos”, dice.
La red social
El guion de La red social (David Fincher, 2010) ha recibido más de treinta premios. La aventura que escribe Aaron Sorkin sobre la fundación de Facebook está considerada una obra maestra. En buena medida recoge muchas de las peculiaridades de hacer negocio en el sector de las nuevas tecnologías con el boom de las startups.
La película habla de la importancia del entusiasmo en el emprendedor, también de su necesidad de autosuficiencia en las primeras fases de desarrollo del proyecto, pero igualmente de saber atraer talento y dinero cuando se quiere crecer.
Lecciones de cine
- La importancia de mantenerse fiel a la idea. De entre los muchos aprendizajes de esta interesante película es vital tener claro el objetivo, aprender a defenderlo frente a quienes te hacen dudar, y mejorarlo sin desvirtuarlo con la experiencia y la aportación de terceros.
- Atraer inversores. El éxito de Zuckerberg tampoco habría sido posible sin su capacidad para captar capital. Una forma de hacer empresa que no es novedosa, pero que en el siglo XXI es vital para imprimir velocidad, sobre todo cuando el componente de innovación es susceptible de ser copiado, lo que ocurre casi siempre.
Tucker
Injustamente olvidada, Tucker (1988) es una de las obras más personales del maestro Francis Ford Coppola. Habla del gran poder transformador del emprendedor, que no pone límites a sus sueños. La historia de Preston Tucker, otro de los ocho emprendedores de Oscar que analizamos, se convierte en metáfora de los éxitos y fracasos de un visionario como el creador de la trilogía de El Padrino. Tucker es su protagonista, un emprendedor que desafía a la todopoderosa industria del automóvil con un coche revolucionario de bajo coste y grandes adelantos tecnológicos.
Lección de cine
- No poner límites al sueño empresarial. Tucker sueña con crear un coche adelantado a su tiempo, tanto, que los grandes del sector se sienten amenazados. Su lucha se convierte así en una reflexión sobre la innovación. Ser el primero en ocasiones puede ser contraproducente: “Si las grandes empresas cierran la puerta al hombrecillo con una nueva idea, estamos cerrando la puerta al progreso y saboteando todo por lo que luchamos, todo lo que este país significa”, dice el protagonista, interpretado por Jeff Bridges.
Una pastelería en Tokio
La más singular de estas ocho películas merece un hueco en este listado, por hablarnos de algo tan importante como disfrutar con el trabajo bien hecho. Así lo demuestra Tokue, la anciana empleada que comparte con el pastelero Sentaro su receta única de dorayaki y consigue que aumenten las ventas.
Lección de cine
- El placer del trabajo bien hecho. Ver a la septuagenaria pastelera preparar su masa de dorayaki con un amor infinito es una auténtica lección para cualquier trabajo. Pero la película japonesa Una pastelería en Tokio (Naomi Kawase, 2015) habla también del devastador impacto que la intransigencia social puede tener en los negocios y de la felicidad de las segundas oportunidades.
El desafío
La entretenida The Walk (Robert Zemeckis, 2015) se basa en un hecho real: el funámbulo francés Philippe Petit se paseó sobre un alambre entre las dos torres del World Trade Center de Nueva York en 1974, antes de ser arrestado por la policía. La película del director de Regreso al futuro cuenta todo el proceso de este famoso artista callejero para conseguir financiar y realizar su performance.
Lección de cine
- Juntos se llega más lejos. “No importa adónde fuera o qué estuviera haciendo, siempre estaba buscando el lugar perfecto para tender mi cable”. La obsesión con que el funámbulo aborda su «empresa» nunca habría llegado a buen término sin la complicidad de su equipo para sortear las medidas de seguridad de uno de los edificios más protegidos del mundo.
Ciudadano Kane
Considerada como una de las mejores películas de todos los tiempos, Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941) es también una gran lección sobre el emprendimiento, sobre sus conquistas, sus renuncias personales y sus peligros. Habla sobre la vida de Charles Foster Kane, un magnate de la prensa fascinado por la fortuna, pero también por el poder: “No es difícil hacer dinero cuando es solo hacer dinero lo que se pretende”, dice el señor Bernstein significando a Kane como una persona falta de escrúpulos.
Lección de cine
- El beneficio no solo puede ser empresarial. Pocas actividades son más absorbentes que montar una empresa, por lo que su gestión siempre debe equilibrarse con otros aspectos vitales para cualquier persona. Dicho de otro modo, de qué vale habitar una mansión suntuosa como Xanadú si sus cimientos se sustentan sobre renuncias personales tan cruciales como los principios, la familia, el amor o la amistad: “Si no hubiese sido tan rico, habría llegado a ser un gran hombre”.
Glengarry Glen Ross
La despiadada Glengarry Glen Ross (James Foley, 1992), titulada en España Éxito a cualquier precio, ofrece la más dura descripción del mundo de las ventas que conozco. Un grupo de vendedores inmobiliarios (con actores como Al Pacino, Jack Lemmon o Ed Harris) responde ferozmente a la dinámica de la empresa para ver quién es el que más vende. Aunque no narra la experiencia de un emprendedor como tal, esta obra escrita por David Mamet recuerda que cuando el dinero es el único objetivo, el proyecto avanza hacia la autodestrucción.
Lección de cine
- Colaborar mejor que competir. La venta es como el deporte, solo hay un ganador. Ganador que en esta película se llevará un coche Cadillac; el segundo, un juego de cuchillos; y el que menos venda será despedido. El impresionante discurso de «motivación» que el personaje de Alec Baldwin hace a la fuerza de ventas carece de principios, desencadenando una carrera en la que todo vale entre sus vendedores. Pero no todo vale para mejorar la rentabilidad.
La mitad del cielo
Aunque el cine español ha representado mucho mejor el drama del desempleo en cintas como Los lunes al sol (Fernando León de Aranoa, 2002) o El método (Marcelo Piñeyro, 2005), en este caso en una desesperada lucha por superar un proceso de selección, quería incluir una película española en este listado sobre emprendedores de Oscar.
La elegida es Rosa (una inmensa Ángela Molina) en La mitad del cielo (Manuel Gutiérrez Aragón,1986). El filme relata el ascenso de una ambiciosa pero leal emprendedora, que llega a Madrid desde Cantabria y empieza su ascenso social desde ama de cría al mercado, donde regenta un puesto de casquería, para ser finalmente la exitosa empresaria de un restaurante donde se reúnen políticos e intelectuales.
Lección de cine
- Rodearse de talento. “Si saliera lo del restaurante, tú me podrías aconsejar cómo tratar a la gente”. Rosa es una emprendedora intuitiva que suple sus muchas carencias buscando el apoyo de quien le puede ayudar. Utiliza su red de contactos personal para progresar, pero siempre lo hace sin comprometer su futuro, con honestidad y fidelidad, conservando y cuidando unas relaciones a las que incluso ayudará cuando su posición se lo permite.
Imagen de Jan Alexander en Pixabay.