No te asustes, pero tu móvil te está escuchando

Martes 4 de diciembre, cerca de las 18:00 horas, en un centro comercial de Andorra la Vella. Estaba con Tatiana Monserrat, mi compañera de departamento, esperando para pagar unos artículos en caja. Mientras esperábamos, me acerqué a una estantería y cogí el último libro de Julia Navarro, leí la contraportada y después me dirigí hacia Tatiana y le comenté que seguramente era una muy buena novela, tanto que si no sabían qué regalarme en Navidad, esa novela de 992 páginas era una muy buena opción.   

Un detalle, durante la hora y media que estuvimos paseando y comprando en el centro comercial no utilizamos nuestros móviles. Me había olvidado el teléfono con número andorrano y con datos en la oficina, y solo llevaba encima el móvil con numero español, que por motivos de seguridad (roaming) siempre llevo en modo avión mientras estoy fuera de España.

Pasadas las 19:00 horas llegamos al despacho. Cogí el móvil andorrano, entré en Instagram y ¡voilà!… un anuncio del libro “Tú no matarás” de Julia Navarro, procedente de una librería a la que no sigo ni en esta y ni en ninguna otra red social. Conecté el móvil español a la red wifi y verifique que el anuncio también aparecía en mi timeline de Instagram. Normal, es el mismo perfil.

Después de unos segundos de sorpresa, se lo comenté a Tatiana. Cogió su móvil y me dijo que si aparecía el anuncio también en su perfil de Instagram, me regalaría el libro. Verificamos, durante un buen rato, si ella había recibido el anuncio en su perfil de Instagram. ¡Qué mala suerte tuve!, no apareció en su perfil.

En mi opinión hay un pequeño detalle que mi móvil no entendió y que podría mejorar, quien me escuchaba no entendió mis palabras. Yo le estaba pidiendo a Tatiana que me lo regalara esta Navidad, pero no dije que me lo compraría yo. Es decir, que para que el anuncio fuera más efectivo, tendría que salirle a Tatiana, no a mí.

Estuve contento con la experiencia, porque hacía tiempo que un alumno me había comentado experiencias similares, pero yo todavía no había vivido la mía. Ahora sí que puedo afirmar que mi móvil me escucha. Pero “ojo al dato”, esta “técnica” va más allá de lo que conocemos como reconocimiento de voz y sabemos todos que Facebook y Google tienen sistemas de reconocimiento de voz. Confieso que yo le hablo a mi móvil, como seguramente muchos de vosotros, le preguntamos cosas al chatbot de nuestro smartphone, le pedimos información, etc.

Pero esta experiencia va más allá de la publicidad que recibes después de una búsqueda en Internet, el llamado “remarketing” o “retargeting”. En febrero de 2013 ya escribía sobre el “remarketing”, una técnica que actualmente está dando muy buenos resultados a las empresas que lo aplican en sus estrategias.

Pero mi experiencia no tiene nada que ver con el reconocimiento de voz ni con el “remarketing”. Está claro que yo mostré interés por el libro, pero fue en una conversación privada, no interactué con ningún tipo de tecnología, ni hice ninguna búsqueda en Google, ni le pregunte a Siri dónde podría comprar ese libro, ni entré en ninguna red social a informarme. Yo solo hice un comentario a mi compañera en un centro comercial.

He buscado información sobre el asunto. En Google aparecen algunas noticias de hace pocos meses que hablan de ello y los primeros artículos de blogueros son de junio, julio y agosto de este mismo año. Veo que el tema es actual.

Es indiferente si nuestro smartphone es sistema Android o Apple, solo hace falta tener activado el asistente de Google. Parece ser que estas escuchas y grabaciones provienen de este asistente de reconocimiento de voz que registra lo que hablamos, aunque no se lo digas a tu smartphone. Se almacena información incluso si nuestro teléfono no está conectado a Internet (mi smartphone en el centro comercial no tenía conexión) y al conectarse a la red se manda la información a los servidores (el teléfono se conectó cuando llegué a la oficina).

En sectores muy determinados este tema puede ser muy “delicado”. Espero que mis compañeros del despacho no lean este post, o quizás es mejor que sí lo lean por el bien de nuestros clientes. Voy a “prohibir” a los abogados, fiscalistas o procuradores del despacho entrar a reuniones con clientes con sus móviles. Estos profesionales manejan información confidencial y delicada de nuestros clientes, y no sería nada recomendable que Google conociese esa información. A partir del 1 de enero estarán “obligados” a dejar sus móviles en una cesta que colocaré en el archivo de documentos en la otra punta de las salas de reuniones. Estas últimas líneas son broma, pero dejaré la información encima de la mesa del director general de la compañía.

La verdad es que no sé si este procedimiento es legal. La privacidad y la seguridad de las personas, o mejor dicho de sus datos, como bien sabemos, es un punto que con el nuevo Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) está garantizado, aunque no nos guste a todos.

En junio de 2018 Sam Nichols afirmaba lo siguiente: “Está claro que nuestros móviles nos escuchan y cualquier cosa que digamos cuando estamos cerca de ellos puede ser utilizada en nuestra contra. Sin embargo, no debería ser motivo de preocupación para el grueso de la población, ya que, a no ser que seas periodista, abogado o dispongas de información sensible, los publicistas son los únicos que pueden acceder a tus datos. Si eres como todo el mundo, llevas una vida normal y hablas con tus amigos de tus últimos viajes a Japón, no hay ninguna diferencia con los anuncios personalizados que te saltan después de que hayan rastreado tu historial de búsqueda”.

La buena noticia (para algunos) es que podemos modificar la configuración de nuestro teléfono para que no nos escuche. Tenéis que ir a vuestra cuenta de Google y en el apartado de “Controles de la actividad de tu cuenta” desactivar la función de escucha.

Pero os animo a hacer un ejercicio durante unos días seguidos. Repetid mucho una frase en vuestras conversaciones sin tener interacción con el smartphone. Luego comentadme cuál es el resultado y vuestra experiencia dejando un comentario en este post.

Os propongo un ejemplo de frase: “Me encantaría ir a Andorra y visitar a Lluís Serra”. 😉

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