Estamos viviendo una época de extrema incertidumbre, donde lo que siempre había funcionado no sirve para nada, y donde las estrategias que nos enseñaron se demuestran inútiles. En este mercado tan complejo en el que nos ha tocado pelear, tenemos que tomar diariamente decisiones que afectarán de forma importante al futuro de nuestra empresa y muchas veces, ante el temor de no acertar con la decisión correcta, no hacemos nada.
Las excusas son absolutamente convincentes: es que no tenemos datos, es que la gran empresa no está apostando por eso, es que, es que…, pero la cruda realidad es que estamos desbordados por el miedo o, dios no lo quiera, hemos caído en la temible parálisis por análisis.
Yo escucho muy a menudo aquello de…
Nuestra estrategia es mantenernos “a flote” hasta que acabe la crisis.
Pues tengo malas noticias: la crisis ya ha acabado. No en el sentido financiero (todos sabemos lo complejo que resulta conseguir financiación hoy en día), ni en el sentido de la demanda, pero la crisis ha acabado. Dejemos de lamentarnos por la época dorada que dejamos atrás, que nunca volverá, y miremos al presente (no al futuro) en el que vivimos. No hay crisis, esta es la nueva realidad, el escenario donde vamos a tener que pelear a partir de ahora, así que mejor dejar de seguir aletargados esperando que alguien nos salve, porque nadie lo hará.
Una vez hayamos tomado consciencia de la nueva situación, nos daremos cuenta de que sí, hace mucho frío y cae una tormenta tremenda, pero igual es momento de transformar nuestra empresa de sombrillas en una de paraguas. Más allá de un símil peor que mejor traído, lo que sí quisiera poner sobre la mesa es que tenemos YA que empezar a pensar qué vamos a hacer para cambiar la situación y no tenemos referentes: las grandes empresas, no nos equivoquemos, están tan perdidas como las pequeñas, y encima cuentan con una estructura pesada, lenta y con dificultades para adaptarse…. donde las PYMES brillan.
Si has llegado hasta aquí esperando una receta que «automágicamente» te permita salir de la crisis (cosa que dudo, ya que estás dedicando tiempo a conocer otros puntos de vista), lo tienes difícil. Cada empresa y mercado es un mundo, y como dice una de mis frases favoritas y que aplico a rajatabla en mi enfoque profesional (eminentemente artesanal):
La salsa secreta es: no hay salsa secreta
Sólo te puedo aportar un consejo, plantar una idea en tu cabeza que te puede ayudar: deja de competir intentando ser mejor que tu competencia, e intenta ser diferente. Ser mejor que tu competencia es utilizar su mapa, su esquema competitivo, sus principios estratégicos e intentar mejorarlos; es jugar en su casa con sus reglas, es asumir que vas por detrás de la competencia y que tienes que correr más y mejor que ellos para sobrepasarlos. Qué cansancio, ¿no? No te metas en una carrera que no puedes ganar. Mejor busca una carrera diferente, en la que tú inventes las reglas.
Los escépticos estarán meneando la cabeza y diciendo: “si fuera tan fácil…”. Pues no, no lo es. ¿Pero no estás en esto por lo fácil que es, no? El camino es largo y está lleno de visicitudes, pero en mi opción el primer paso es encontrar en qué eres excepcionalmente bueno (no muy bueno), buscar la forma más innovadora de llevarlo al mercado, y empezar a cerrar las líneas de negocio en las que ”sólo” eres muy bueno, porque como dice Seth Godin:
Lo contrario de “extraordinario” es “muy bueno”.
Foto: ©brianaridder, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0.