Recientemente escribía sobre los 10 indicadores para detectar si tu interlocutor miente. Uno de los orígenes de las mentiras está en que algunas personas no se acuerdan de lo que realmente quieren decir e inventan el mensaje. Con el post de hoy, me gustaría transmitir la importancia de reforzar nuestra memoria para no olvidar de dónde venimos y lo mucho que nos ha costado llegar donde estamos. No podemos perder la memoria.
Seguramente a muchos de nosotros nos ha pasado en algún momento que, de golpe y sin saber por qué, recordamos algo que ni tan siquiera sabíamos que teníamos memorizado. O todo lo contrario, y más habitual, no somos capaces de recordar algo que sabemos.
Inmersos como estamos en la cuarta revolución industrial y en una situación económica ‘especial’, es momento de tomar decisiones que nos lleven a aprender y avanzar para realizar acciones con un mínimo de resultados asegurados. No hay aprendizaje sin memoria. Y tampoco habrá negocios ni relaciones personales si perdemos la memoria.
A veces me pregunto: ¿Por qué olvidamos algunas cosas rápidamente y otras las recordamos el resto de nuestras vidas? En el mundo empresarial es importante recordar de dónde venimos, cuáles son nuestros valores, nuestra misión y nuestra visión.
La memoria implica almacenar información y recordarla. Es un proceso mental importantísimo para el aprendizaje y la toma de decisiones.
Científicamente, la memoria, el aprendizaje y las emociones se ubican en el hipocampo, que se encuentra en el lóbulo temporal y forma parte del sistema límbico, y es el encargado de generar y recuperar información.
Codificación, almacenamiento y recuperación
La memoria funciona gracias a tres bloques:
- La codificación o recepción de la información.
- Dependiendo de la atención que hayamos prestado, dicha información se almacenará en la memoria.
- Y finalmente, se recuperará en el momento que se necesite, gracias al contexto físico y emocional asociado a dicha información.
Para mejorar nuestra memoria, es clave la recepción (codificación). Muchas personas oyen pero no escuchan y ahí radica el motivo del ‘olvido‘. Igualmente, si la recepción ha sido correcta, es de vital importancia el almacenamiento bien organizado de la información.
Antes de tomar una decisión, debemos pensar y ser conscientes de que el resultado debe mezclarse con información almacenada del pasado. ¿Cuántas veces hemos tenido que rectificar una opinión o comentario y pedir disculpas por lo dicho o hecho? El elemento responsable es que no hemos acudido a la información de la memoria. Cuando tomamos consciencia de estar pensando, ponemos en juego la memoria.
Diferentes tipos de memoria
Existen diversos tipos de memoria para almacenar información que se definen en función de su duración, tipo de contenido, nivel de consciencia y tiempo. Todas ayudan a recordar para decidir qué camino seguir.
De duración
Hay tres tipos de memoria de duración:
Sensorial: es inconsciente y se nutre de cualquier tipo de información, de corta duración, que recibimos a través de los sentidos. Nos referimos a lo que vemos, lo que oímos, lo que olemos, lo que tocamos y lo que degustamos. Desaparece rápidamente del hipocampo.
Inmediata: es consciente y analiza, comprende, reacciona y nos ayuda a retener, razonar y reflexionar. También se denomina funcional o de trabajo. Tiene una duración inferior a un minuto. La usamos cuando hablamos, pensamos y actuamos.
Reciente: todo lo que sabemos, conocemos, hacemos y de lo que somos conscientes. Mediante alguna emoción o repetición, se convierte en un recuerdo que permanece a largo plazo.
De contenido
Para este tipo de información de contenido es importante colocar “anclas”, algún detalle personal y emocional que nos impulse a recordar esa información. La memoria episódica está compuesta de lugares o acontecimientos que son el resultado de las experiencias vividas. ¿Recuerdas tu primer viaje fuera de España?
La memoria semántica guarda datos, hechos, acontecimientos y vocabulario concreto. ¿Recuerdas en qué población nace el río Ebro y cuántos kilómetros tiene? Quizá sí, pero seguramente no recuerdes el día y el lugar en que lo aprendiste.
La memoria procedimental es la encargada de recordar nuestras habilidades físicas y mentales. Este tipo de memoria habitualmente necesita seguir practicando. Si hemos aprendido a tocar el saxo y seguimos haciéndolo, es gracias a este tipo de memoria.
De consciencia
Teniendo presente que la consciencia es el conocimiento que tenemos de nuestra existencia y de nuestros actos, existen dos tipos de memoria ligadas a la duración y al contenido:
La memoria implícita: es la encargada de guardar información que se ha adquirido mediante un aprendizaje inicial, por ejemplo, abrir una puerta o cerrar una ventana.
La memoria explícita, que guarda información, pero precisa un esfuerzo mental para recordarla. Por ejemplo, cuando recordamos un número de teléfono.
De tiempo
La memoria de tiempo se desplaza al pasado y al futuro para localizar una determinada información. Así, podemos distinguir entre memoria retrospectiva y prospectiva.
La memoria retrospectiva retrocede al pasado para recordar algo y lo visualiza de nuevo. ¿Recuerdas qué cenaste ayer? La memoria prospectiva se adelanta al futuro, para recordar algo que tiene que suceder. Por ejemplo, una reunión programada para el día siguiente.
En los momentos de incertidumbre que estamos viviendo ahora es más importante que nunca aprender de todo y de todos. Antes de tomar una decisión, piénsalo bien. Busca en tu memoria la información necesaria para actuar. Es posible que en algunos de nuestros recuerdos destaque algo especial, una experiencia, una emoción, ya sea buena o mala, y este es un motivo importante para la toma de decisiones.
A menudo perdemos la memoria sin querer, inconscientemente, debido al estrés, la rutina y la velocidad vertiginosa a la que suceden las cosas, pero otras veces se pierde memoria adrede… y eso es otro tema completamente diferente, que da para otro artículo.
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