Cómo generar confianza cuando trabajas con equipos geográficamente dispersos

Cuando intercambias bromas con tus compañeros en el ascensor, comentas las fotos de sus móviles o conversáis sobre aficiones comunes, estáis aumentando vuestro nivel de confianza mutua. Todas las interacciones personales contribuyen a desarrollar la confianza en lo que el equipo y la organización hacen y dicen. Sin embargo, cuando se trabaja con personas que no se sientan cerca y que están al otro lado de tu conexión a Internet, el reto es generar la misma empatía que en el cara a cara.

¿Cómo se establece la confianza?

La confianza es la sensación que tenemos de que una persona actuará de forma correcta en una determinada situación. Es, por tanto, una especie de apuesta, una suspensión temporal de la incertidumbre sobre las acciones de las personas, que facilita enormemente las relaciones. Los animales la poseen por instinto, pero los humanos la construimos de forma consciente y voluntaria.

Hay dos tipos de confianza: una «rápida» o de primera impresión y otra que se entrega de forma más estable y perdurable. Hoy sabemos que es necesario desarrollar ambas.

Actitudes que generan confianza

El auge del teletrabajo o de equipos que trabajan en diferentes sedes y países demandará nuevas actitudes y comportamientos para acercarnos a nuestros compañeros. Tendremos que desarrollar capacidades de relación online para llevar a buen puerto proyectos y negociaciones.

Este nuevo conjunto de actitudes digitales incluye el desarrollo de la empatía digital como un activo profesional que disminuye radicalmente los malentendidos, los resentimientos y las barreras frente a los demás. Para desarrollar esa empatía, tendremos que:

Conocerse es la palanca para generar confianza

Cuando hablamos de equipos con culturas o idiomas diferentes, la cosa se complica. ¿Cómo ponerte en la piel de alguien que vive en otro continente, habla un idioma que no puedes entender y cuyas reacciones te pueden resultar incómodas o inapropiadas? La clave es el conocimiento mutuo.

El primer paso es saber más sobre gustos y normas de comportamiento de colegas distantes. Saber que tu compañero finlandés prefiere trabajar ininterrumpidamente porque se desconecta a las 17:00 h, o que en España paramos dos horas para comer ayuda mucho a fortalecer la relación.

Fomentar espacios y situaciones para la charla informal, introduciendo conversaciones relajadas cada vez que haya puntos de contacto más formales, tanto en los correos electrónicos como en videoconferencias, es un buen modo de conocerse mejor. Y no olvidemos escuchar, tratando de interpretar nuestros comportamientos bajo esos nuevos códigos que vamos aprendiendo, para ver cómo somos percibidos en el otro extremo. Si los noruegos nunca hacen chistes en sus multiconferencias, ¿qué pensarán de quien siempre las hace?

Las herramientas de trabajo colaborativo ayudan

Las aplicaciones de trabajo colaborativo combinan la gestión del conocimiento con la coordinación de las personas que lo poseen. Además, incorporan algunos cambios que, desde mi punto de vista, son los que las convierten en imprescindibles para equipos de trabajo deslocalizados geográficamente. Por ejemplo:

Las empresas están adoptado herramientas sociales internas y de trabajo colaborativo a un ritmo vertiginoso, porque está demostrado que mejoran la productividad y la comunicación entre equipos.

Las herramientas de trabajo colaborativo, como M365, incorporan en un mismo contexto repositorios de documentación, herramientas para compartir referencias y canales de comunicación. Y ayudan a tomar decisiones más rápidas, desarrollar ideas más innovadoras y mantener a los equipos más motivados. Acércate a ellas y haz un plan para incorporarlas en tu equipo. Notarás la diferencia.

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