Decálogo del ‘hacker’ en la empresa

Sí, creo que hay que hackear las organizaciones. Pienso que es necesario para adaptarse a los nuevos tiempos, transformar los modelos de negocio, acceder a las comunidades de programadores y desarrolladores, mejorar los procesos de aprendizaje y atreverse a innovar una y otra vez.

Eso es lo que considero hackeo de empresas y no la actividad delictiva que hemos visto mitificada en las películas. El uso popular ha comprado el argumento de que los hackers son malvados, que se dedican a robar cuentas bancarias online y por mucho que estos han promovido su Jargon File no hay manera.

Para mí, el hackeo se vincula a la actividad de innovación en la empresa y, en particular, en aquellas que son intensivas en tecnología. Así lo he leído en el blog de Harvard Business Review, que considera que «todo es hackeable en la medida en que la forma en que hemos diseñado los distintos sistemas no está predeterminada o no es inmutable. Por eso, podemos rediseñar y jugar con los elementos». También he encontrado ideas parecidas en la London School of Economics & Political Science. La autora argumenta que el «hackeo« es una actitud mental, no un conjunto de habilidades técnicas. La tercera fuente es esta excelente entrevista al periodista Ramón Trecet, que explica los problemas de innovación en la industria de la prensa. Su metáfora «aurigas» es visual: son aquellos líderes que dirigen la empresa ajenos al tsunami digital. Éste es el enfoque que debe servir a las empresas pequeñas, medianas o grandes.

En suma, hackear la empresa no tiene nada que ver con las actividades delictivas. Tampoco con incorporarse a la nueva red social de moda. Hackear consiste en abrazar la disrupción y, en consecuencia, reconfigurar y reprogramar las distintas parte de la empresa (comercio, talento y recursos humanos, finanzas o la propuesta de valor), para integrar Internet en los recursos, los procesos y los valores de la compañía. Eso es innovación. Eso es hackear.

Foto: Alexandre Dulaunoy

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