En un mercado sin fronteras, donde las imitaciones y las copias están a la orden del día, piense en proteger la propiedad industrial de sus activos. Evidentemente, tiene un coste económico, pero le ahorrará muchos disgustos.
“Solo en una ocasión registré uno de nuestros diseños. ¿Para qué más? Si cuando voy a una feria me encuentro allí, en el stand de enfrente, con copias de nuestras alfombras”. Quien habla es el propietario de una firma centenaria dedicada a la elaboración artesanal de alfombras y su comentario es bastante desalentador, sobre todo si tenemos en cuenta que hoy las fronteras no existen y que los mercados son globales. ¿De verdad no sirve para nada la protección de la propiedad industrial? Vayamos por partes:
Una marca, un diseño, un producto… Los activos de propiedad industrial son bienes, a menudo intangibles, que poseen un gran valor. Con la propiedad industrial se obtienen unos derechos en exclusiva sobre determinadas creaciones. Ojo: el derecho no es para siempre. Una patente dura 20 años, y hay que ir renovándola todos los años, y el registro de un diseño tiene validez por 25 años, y se renueva cada cinco: “La propiedad industrial no pretende dar un derecho a alguien para toda la vida, sino que su objetivo es que se invierta en el desarrollo, en la innovación. Nadie inventa desde cero, siempre inventas en función de una innovación anterior, por eso la patente finaliza a los 20 años, para que haya mejoras”, aclara Álvaro Porras Fernández Toledano, del bufete Estudio Jurídico Lema.
En nuestro país tenemos distintos tipos:
- Diseños industriales: protegen la apariencia externa de los productos.
- Marcas y Nombres comerciales, para combinaciones gráficas que distinguen unos productos o servicios de otros.
- Patentes y modelos de utilidad: protegen productos y procedimientos innovadores
- Topografías de semiconductores, que protegen los elementos que componen un circuito integrado.
Proteger estos activos supone impedir que los competidores copien o imiten sus productos o servicios, crear una identidad como empresa y poder negociar licencias o franquicias, acuerdos que se basan en propiedad industrial.
¿Cómo protegerla cuando salimos fuera de nuestras fronteras?
Si llega a un país sin tener esta protección, su empresa será muy vulnerable y podrá convertirse en imitador (y le costará mucho demostrar que su empresa es la perjudicada). De ahí la importancia de realizar una estrategia de propiedad industrial para, entre otras cosas, evitar litigios. “Registrar la propiedad industrial merece la pena indiscutiblemente, pero hay que valorar algunos aspectos antes de hacerlo”, explica Porras Fernández Toledano.
Pasos
- Antes de registrar tus activos, “valora económicamente cuánto te va a costar. Yo siempre digo que los derechos de propiedad industrial son un artículo de lujo, porque cuestan. La patente, por ejemplo, es lo que más caro sale registrar”, aclara el abogado.
- “Valora lo que vas a proteger: el diseño, el producto, la innovación tecnológica, etc”, añade.
- “Elige el territorio, saber dónde quieres tener la protección: España, en una región determinada, por ejemplo; la Unión Europea; a nivel internacional; que es lo mismo que ir pidiendo la protección país por país, pero te ahorras dirigirte a cada una de las oficinas encargadas…”. Hay ayudas para que el coste sea menor, pero que no lo cubren totalmente, son ayudas que normalmente van a reducir el coste fiscal. Para informarse sobre las distintas ayudas existentes, puede acceder a la página de la Oficina Española de Patentes y Marcas.
¿Cuánto se tarda en obtener?
Dependerá del país: en España el plazo medio para la concesión de una patente, que es lo más largo y que necesitará, por ejemplo, del trabajo de ingenieros, es de 30 meses. Para el diseño industrial, el plazo es de 6 a 10 meses.
“En nuestro país, las pymes registran sobre todo marcas, diseños, y patentes mucho menos, sobre todo por el coste. Son las multinacionales las que registran más patentes”, aclara.
Y un dato: los países más avanzados del mundo son los que más invierten en I+D y los que suelen tener leyes de protección industrial más desarrolladas. “Un ejemplo de ellos, Alemania”, finaliza Porras Fernández Toledano.