Cómo afectará la llegada de la transformación digital a la industria cultural

¿Te gustaría escuchar ópera en streaming desde tu teléfono y bajo  un modelo de suscripción? Hoy parece sencillo aunque es posible desde 1896, cuando la Compañía Madrileña de Teléfonos ofreció a sus clientes, por una cuota algo más elevada, instalar aparatos de un nivel superior que permitían audiciones telefónicas desde el Teatro Real.

Además, el usuario podía elegir entre numerosas obras, elegir el turno o seleccionar diez funciones a voluntad.

Parece que la industria cultural ha avanzado en los cambios que luego han permeabilizado en el resto de actividades empresariales.

Un sector en el que se ha visto la evolución de la transformación digital, y en el que pronto se notarán los cambios promovidos por la revolución tecnológica. Un sector en el que compiten cientos de pequeñas y medianas empresas de segmentos vinculados a la música, los libros, el arte, el teatro o el cine, por citar algunos.

La primera fase de esta nueva transformación tuvo dos alicientes: la aparición de las primeras plataformas de distribución y consumo, y la inclusión del usuario dentro de la cadena de valor de muchas industrias. Así, pudimos observar cómo surgían  plataformas para la autoedición de libros y música, y comunidades específicas según los gustos de los usuarios.

Comenzaba la democratización de la industria cultural y aparecían continuamente nuevas startups enfocadas en prestar un servicio específico para estos nuevos requerimientos con la tecnología como nuevo factor clave de competición.

Todo ello resultó en una  reorganización de las estructuras de costes (compra por uso no del producto al completo, primeros modelos de suscripción con acceso ilimitado a contenidos, etc.) y en un cambio en la forma de consumir este tipo de productos asociados a la especialización creativa.

Así, aparecieron nuevos clubes online para coleccionistas de arte en el que pequeñas galerías podían acceder a cientos de usuarios alejados hasta ese momento de ese perfil. También se crearon comunidades de músicos independientes en el que los usuarios podrían conocer y disfrutar de compositores de otros países sin salir de su casa.

La llegada de los smartphones dio paso al siguiente nivel, y al uso masivo de imágenes y video se sumó la voz. Así, hoy en día además de los pódcast, empiezan a tener un papel cada vez más relevante los audiolibros como vehículo de narración. La voz será es un elemento clave en la comunicación de los próximos años también para esta industria.

Además, las aplicaciones de búsqueda y de realidad aumentada comienzan a llegar al mundo del arte, donde ya es posible conocer toda la información de una obra simplemente escaneándola o pulsando sobre un código QR anexo.

¿Qué futuro le espera a la industria?

En este nuevo ecosistema han entrado nuevos jugadores (startups y grandes empresas tecnológicas, operadores de telecomunicaciones, etc.), ya que los  formatos data driven y long tail permiten combinar una base tecnológica centrada en el usuario y sus preferencias (pensemos en el ejemplo del inicio, evolucionado hasta el siglo XXI).

En este sentido, es posible centrar este análisis en tres tecnologías fundamentalmente: la Inteligencia Artificial, el Internet de las Cosas, y la Blockchain.

Inteligencia artificial

En un artículo anterior cuestionábamos cómo las redes neuronales (GAN, por su terminología inglesa) podrían jugar un papel fundamental en la configuración de las capacidades creativas humanas en las próximas décadas.

De forma similar a otros sectores creativos y creadores, ya es posible que una obra de ficción o una composición musical sea desarrollada por algoritmos, sin que sea fácil discernir si su autoría es humana o artificial: una prueba de fuego para el test de Turing aplicado a los productos culturales.

Internet de las Cosas

Por ejemplo, los museos podrán aprovecharse de la irrupción del Internet de las Cosas cuya finalidad será conectar miles de dispositivos. De esta forma, un museo podrá comunicarse con cada visitante de forma particular, medir el tráfico en todo el reciento a través de sensores o controlar los accesos y asistencia de flujos de visitantes.

Blockchain

Algunos países están aplicando ya esta tecnología para la gestión de los derechos de autor y la trazabilidad de las descargas, evitando de esta forma, la piratería y el plagio de autoria.

Parece que la evolución de esta industria pasa por el diseño digital de contenidos culturales y por una nueva forma de interaccionar con los usuarios basada en la comunicación transmedia. Los modelos de negocio tendrán que tener el data driven en su ADN y prepararse para la consolidación de la creatividad artificial.

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