El crecimiento de facturas impagadas acostumbra a ser la peor cara de la crisis para muchas empresas y, en algunos casos, el preludio de problemas mayores.
Los efectos económicos del COVID-19 vuelven a ubicar la gestión de impagos como una de las áreas estratégicas para sortear la crisis.
Todo parece indicar que la paralización de la actividad económica derivada de la crisis sanitaria disparará un impago que, por otro lado, ya venía creciendo en los últimos meses.
Según datos de la empresa Intrum, en 2019 “el 55% de las empresas españolas afirmaba que los problemas financieros son la principal razón para que los clientes no paguen a tiempo sus facturas”.
La disminución de la liquidez es el mayor problema del impago para el 30% de las empresas europeas, pero no el único. En el Informe Europeo de Pagos de Intrum se señalan otros perjuicios, entre los que destacan el pago de intereses adicionales y la pérdida de beneficio.
Tres de cada diez pymes desprotegidas ante el impago
Pero la realidad es más dura. En las a menudo débiles finanzas de la pyme, el impago amenaza el crecimiento, cuando no su viabilidad.
Pese a esta problemática, “tres de cada diez pymes españolas reconocen que no están tomando ninguna medida para preparar su negocio ante un declive económico, y solo dos de cada diez plantean asegurar los pagos de sus clientes”, según explican desde Intrum.
Precauciones más habituales
Según los datos del citado informe, las precauciones más habituales tomadas por las organizaciones son:
- Prepago: 39% de las empresas.
- Verificación del historial de crédito: 29%.
- Gestión de cobro: 25%.
- Seguro de crédito: 14%.
- Garantía bancaría: 12%.
- Factoring: 6%.
Sorprende el dato de que en el caso de la empresa española, solo el 19% recurre al pago por adelantado como medida preventiva. Este dato la ubica 20 puntos por debajo de la media europea, siendo la que menos exige esta condición en todo el continente.
Sin embargo, en el último año se incrementó en el 9% esta práctica. Por comunidades, Madrid es la más activa, con el 28%, seguida del 25% de Galicia y el 24% de Cataluña.
Cuatro claves para gestionar los impagos
Para afrontar esta situación, los expertos de Intrum aportan cuatro claves:
Impulsar la gestión digital de las finanzas
Enviar el documento de cobro o reclamación digitalizado no es solo un ahorro de tiempo y coste para la pyme, “también permite ganar inmediatez y seguridad, reduciendo el tiempo de las transacciones”.
Desde Intrum se pone en valor el papel que juega la tecnología a la hora de contactar con estas empresas que demoran el pago, en especial durante la crisis del coronavirus: “Muchas de ellas siguen operativas a través del trabajo en remoto, por lo que están pendientes de sus correos electrónicos”.
Comprobar los plazos de pago de las facturas emitidas
Cuando el acuerdo de cobro con el cliente tiene un vencimiento superior a los dos meses, se está asumiendo un mayor riesgo de impago.
La propuesta es invertir en herramientas de facturación que creen un reporte automático de impagos, de acuerdo a su fecha de vencimiento, número de días vencidos, cliente e importe. Una información esencial para poner a trabajar al personal de reclamación.
Mostrar empatía y carácter negociador
Todo continúa por hacer una gestión proactiva del impago listado en el citado reporte. Para evitar que la deuda se prolongue en el tiempo, es esencial identificar la justificación que el moroso da de ese retraso en cada factura.
Solo así se podrá evaluar con mayor margen de acierto la posibilidad de cobro, centrando los esfuerzos recaudatorios en aquellas empresas con mayor intención o posibilidad de pago. Y siempre mostrando talante negociador.
“El COVID-19 ha causado imprevistos en todas las empresas, también a nivel de liquidez y, por tanto, se pueden ofrecer diferentes medios u opciones de pago para cobrar la deuda en dos tramos”.
Es uno de los ejemplos que desde Intrum se pone para ver la necesidad de negociar: ofrecer vías de solución flexibles puede ser esencial para no cerrar el año con un importante acumulado de pagos vencidos.
Recurrir a expertos
Como no podía ser de otro modo, la cuarta recomendación es ponerse en manos de un especialista en gestión de cobros y prevención de impagos.