Agenda Digital para España: asignaturas pendientes

Agenda Digital España

El progreso digital es una carrera en la que los primeros concentrarán la productividad global, separados por una doliente brecha digital del resto de los países. Una competición en la que ciudadanos y empresas deben impulsar, a través del conocimiento profundo y útil de la tecnología, el desarrollo de la industria.

No es tarea fácil ni se soluciona a base de poner parches. La Agenda Digital para España es el marco de las actuaciones que deberían poner a España al nivel que demanda el Mercado Único Digital en Europa.

¿Estamos haciendo los deberes? Sería la primera pregunta que tendríamos que hacernos. Y, la segunda, igual de importante: ¿Estamos actuando a suficiente velocidad? No olvidemos que el mundo digital, más que nunca, es una carrera.

Indicadores digitales

Estamos pendientes de la evolución anual y trimestral del PIB, que consideramos vital para mantener nuestra economía del bienestar. Pero los indicadores digitales miden nuestra capacidad de productividad y competitividad y, por tanto, cuál será el nivel de la economía real y el PIB en el futuro próximo.

A comienzos de la década, cuando se empezaron a evaluar los indicadores digitales, estábamos por debajo de la media europea en casi todo. Por eso el Estado español se puso a trabajar en un plan en el que –por su amplia y profunda repercusión- participaron empresas, asociaciones, otras administraciones y la propia sociedad civil, a través de consultas públicas y propuestas por parte de todos los grupos de interés.

¿Qué es la Agenda Digital?

La Agenda Digital para España establece seis objetivos relacionados con:

  1. La infraestructura de redes.
  2. El desarrollo de la economía digital por parte de las empresas.
  3. La mejora de la administración electrónica.
  4. El refuerzo de la confianza digital de los ciudadanos.
  5. El impulso a la innovación en TIC.
  6. La promoción de la alfabetización digital y la formación de profesionales TIC.

Como objetivos no están mal, aunque se diría que tratan de inventar la rueda: sería suficiente con proponerse mejorar los indicadores contenidos en el DESI (Índice de la Economía y la Sociedad Digitales) que propone la Comisión Europea.

Indicadores DESI

El primer escollo que hay que salvar es que las últimas actuaciones de la Agenda Digital plantean objetivos para 2015. En fin, trataré de proyectar esos planes hacia la situación actual y futura, y espero que pronto contemos con una actualización que ya se espera desde Europa.

Brecha digital versus desigualdad digital

Como hay que empezar por los cimientos, lo primero es asegurar la conectividad. La Agenda Digital europea perseguía a comienzos de la década una disponibilidad de fibra ultrarrápida (30 Mbps) para el cien por cien de los hogares.

En esos momentos parecía un objetivo difícil de alcanzar en España, dado que todavía coleaba la crisis y las inversiones públicas y privadas en infraestructuras estaban a la baja.

Falta de conectividad

En el año 2017 (últimos datos conocidos), la cobertura superó el 81 por ciento en España para este tipo de conexión de nueva generación.

Hoy sigue pareciendo un objetivo difícil, especialmente por las zonas rurales o apartadas de núcleos urbanos y la orografía de algunos territorios. A esto se une el respeto a la libertad de mercado y competencia de la que deben disfrutar los operadores, que son quienes hacen las inversiones, aunque sea con subvenciones públicas en el caso de pequeñas poblaciones.

La falta de conectividad está en el origen de la brecha digital. Sin embargo, las diferencias vienen por algo más que la conexión a Internet: es el uso que se hace de las herramientas digitales, y el nivel de retorno que se obtiene de dicho uso, lo que marca la desigualdad digital.

Nuevas titulaciones

Esta desigualdad está directamente relacionada con las variables sociodemográficas y, particularmente, con el nivel de educación. Afecta al ámbito personal, por ejemplo, en la adquisición eficiente de bienes y servicios. Y se traslada al ámbito profesional, donde se requiere un nivel avanzado de habilidades digitales para contribuir a la productividad de las organizaciones. Es el motivo por el que en la Agenda Digital se incluye, entre otros, el diseño de nuevas titulaciones universitarias.

En última instancia, las diferencias digitales se trasladan al mundo de la empresa, separando a las grandes empresas, con más medios para la transformación digital, de las pymes (o micropymes). Como sabemos, estas últimas suponen una parte muy importante del tejido empresarial, productivo y laboral de España.

Peor acceso digital de las pymes

Las pequeñas empresas tienen un acceso más difícil al ecosistema digital por falta de presupuesto, pero también por desconocimiento de los empresarios o por no contar con el personal especializado que tenga aptitudes y tiempo para liderar un proceso de transformación digital. Al final, siempre ocurre que lo urgente es una barrera para llegar a lo importante.

Sin embargo, la pyme puede experimentar proporcionalmente un mayor cambio cuando se digitaliza, ya que la tecnología digital permite una mayor eficiencia en su actividad comercial y el acceso a un mercado más amplio. Puede significar, en muchos casos, la diferencia entre apenas subsistir en un mercado local menguante o prosperar dirigiéndose a un nicho de mercado en un ámbito geográfico más amplio, por ejemplo.

Este es el motivo por el que la Agenda Digital para España dedica una parte importante del esfuerzo y el presupuesto a la transformación digital de las pymes, con especial énfasis en el comercio electrónico, tanto para la compra como para la venta. ¡El salto es grande cuando se trata de pymes!

La digitalización empieza por la educación

La formación previa a la etapa laboral tiene, obviamente, la importancia de cómo de preparados llegan los jóvenes al mundo digital profesional. En 2015 el Ministerio de Educación hizo por primera –y, de momento, única vez- un estudio de adecuación de los estudios universitarios al mercado laboral.

Estudios con más salida profesional

Por dar algunos datos significativos, casi el 80% de los estudiantes de Informática están de alta en la Seguridad Social cuatro años después de terminar sus estudios. También están por encima del 70% los egresados de Matemáticas y Estadística, ciencias de la salud (licenciados en Medicina, el 93%) o Ingeniería.

Sin embargo, la tasa de inserción laboral de Periodismo está por debajo del 60% y en el caso de Derecho no llega a la mitad de los titulados.

Contrasta con estos datos que en el año 2010 salieron de la universidad algo menos de tres mil ingenieros en Informática, que es un número parecido al de periodistas y la tercera parte del número de licenciados en Derecho.

¿Realmente no podemos hacer un mejor trabajo de orientación profesional durante los años de educación secundaria o, incluso, últimos de primaria?

Estos datos que se manejan en la Agenda Digital para conocer el grado de adaptación de los estudios al mundo laboral están bien, porque nos dan una idea de aquellos estudios con más salida. Pero tienen un gran inconveniente: no nos dicen si, por ejemplo, los grados en Derecho están trabajando como juristas… ¿o quizá se han colocado como probadores de videojuegos?

Quiero decir, con esta broma, que la tasa de afiliación no mide realmente el grado de preparación de nuestros jóvenes al mundo digital.

Cuando se trata de titulaciones específicamente enfocadas a la economía digital, lo que más abundan son las de especialistas en TIC, en todas sus ramas –como puede ser la analítica de datos o la programación de aplicaciones-, las que se ocupan del diseño gráfico o web, la comunicación o el marketing.

Sobre la demanda real de estas “profesiones digitales”, sin embargo, la Agenda Digital tiene que recurrir a datos de un limitado estudio de una consultora privada. Además, echo de menos más titulaciones que ayuden a los empleados –de cualquier función- a reconvertirse al mundo digital y a las empresas –de cualquier sector- a integrarse en la economía digital.

Impulsar el mundo digital desde las TIC

El mundo digital es mucho más que el sector TIC. Pero sin la industria de las Tecnologías de la Información y la Comunicación no estaríamos hablando de digitalización.

Una parte relevante de las acciones enmarcadas en la Agenda Digital se destina a las empresas TIC en líneas como la promoción de su internacionalización o la inversión extranjera en su capital.

La innovación, objetivo no cumplido

También se incluyen iniciativas dirigidas al sector investigador, que está íntimamente ligado a la innovación. En cuestión de innovación, por cierto, España sigue reduciendo el porcentaje de contribución del PIB, que en 2016 se situó por debajo del 1,2, mientras que la Unión Europea, que de media ya supera el 2 por ciento, nos pone un objetivo del 2 por ciento en 2020 y nos califica como “moderadamente innovadores” colocándonos (atendiendo a una veintena de indicadores) en un puesto diecisiete de entre los veintiocho. La innovación, ¡otra asignatura pendiente!

Una de las líneas de innovación de la industria TIC que más me llama la atención es la de las Tecnologías del Lenguaje.

Si nos detenemos por un momento a pensarlo, hay muchísima información que se cruza entre nuestros ordenadores y nuestros teléfonos, pero que no tiene forma de datos, sino que está recogida en el propio lenguaje natural, ya sea hablado o escrito.

Con la tecnología adecuada, todo ese contenido puede convertirse en datos y estos en información que permita a las máquinas adaptarse mejor a nuestras necesidades, y a la tecnología, avanzar más rápido a la vista de los nuevos datos y resultados.

La Agenda Digital también se ha acordado de impulsar esta tecnología que puede dar lugar a nuevos servicios a los ciudadanos, así como optimizar procesos y recursos productivos, en el ámbito público y privado, de forma transversal a todos los sectores.

En 2016 el número de empresas TIC aumentó un cuatro por ciento y al mismo ritmo lo hizo el empleo en el sector, con un crecimiento de la facturación del siete por ciento, hasta un total de 88 mil millones (cerca del 8% del PIB de España) y un incremento de la inversión de cerca del nueve por ciento, según la ONTSI.

Los datos parecen positivos teniendo en cuenta que la economía creció algo por encima del tres por ciento.

De ese número de empresas, la mayoría corresponden a servicios TIC –principalmente actividades informáticas- y solo el cuatro por ciento se dedica a la fabricación, una proporción demasiado baja que tiene que ver con la baja inversión en innovación.

Otro dato que no me gusta tanto –aunque es consustancial al mundo digital- es la concentración geográfica, ya que la mitad de las empresas TIC se encuentran en las comunidades de Madrid y Cataluña.

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