Voxel: 190 empleados y una de las mejores empresas donde trabajar

Ángel Garrido, de Grupo Voxel

No es habitual que una pyme española se convierta en referente mundial de su mercado o en punta de lanza de las empresas con valores que aspiran a conducir al capitalismo a un nuevo estadio más justo y sostenible. Tampoco que Great Place to Work la elija como una de las mejores empresas donde trabajar, o que entre sus 190 empleados haya 29 nacionalidades. Voxel es una de esas empresas a las que el tradicional corsé de pyme no le sienta nada bien.

Quizá porque pese a sus 21 años de vida y a sus 11,3 millones de facturación en 2018, sigue cultivando su rebeldía de startup, quizá porque cada pocos años se cuestiona dónde está y adónde quiere llegar. De hecho fue uno de esos primeros análisis el que la llevó a convertirse en lo que Voxel Group es hoy, una innovadora empresa de soluciones tecnológicas en pagos B2B, facturación electrónica y recuperación de IVA, liderando el sector en el mercado mundial de la empresa turística desde su cuartel general en Barcelona.

Pero a ese logro no habría llegado siendo conformista. Xavier Ginesta, presidente de Voxel, reclutó en 1998 a un prometedor grupo de seis ingenieros para poner en marcha Catanet, un pionero marketplace de vino y cava que aspiraba a acumular tantos éxitos como los que un joven Ginesta había presenciado en Estados Unidos a las «puntocom» durante su primer estallido.

Pero la experiencia confirmó el peligro de llegar al mercado antes de que el usuario esté preparado. El español estaba aún verde para el comercio online, por lo que al entusiasta equipo fiel al credo startup no le quedó otra que pivotar su concepto y oferta en busca de oportunidades desatendidas. 

Escuchar al mercado

Y en ese proceso de prueba y error dio con el formato de Bavel. “Es la plataforma electrónica líder en intercambio de información del canal Horeca” (acrónimo de hoteles, restaurantes y cafés), explica Àngel Garrido, CEO de Voxel y uno de aquellos seis jóvenes ingenieros. “Estas cadenas transaccionan miles de facturas diarias que tienen que conciliar con un albarán, para confirmar que los importes e información son los correctos, algo que hacemos de forma automatizada”.

Y es así como Bavel aporta el 80% de la facturación del grupo, dando servicio a más de 50.000 hoteles, 1.000 operadores turísticos y las principales cadenas de restauración de España para los que procesa más de 70 millones de transacción al año en más de un centenar de países.

«Tuvimos la fortuna de encontrarnos con una oportunidad que nadie capitalizaba en el mundo, el de la factura electrónica en un sector en el que además España tiene big players que nos ayudaron a abrir las puertas de los grandes operadores mundiales», resume Garrido.

Un equipo de iguales

Àngel Garrido considera que uno de los elementos diferenciales de Voxel es una cultura corporativa que se ha ido construyendo desde que la empresa daba sus primeros pasos: “Xavier hizo una gran selección de personal, porque esos seis ingenieros encontraron a su vez un proyecto que los apasionaba formando un equipo de iguales totalmente empoderado, en el que cada uno tomaba las decisiones de forma autónoma”.

Pero a medida que el proyecto crecía, la complejidad de mantener esa seña de identidad se hacía más patente. “Hemos pasado crisis de identidad como cuando superados los cien empleados empezábamos a oír: «ya no sois lo que érais». Así nos dimos cuenta de lo importante que es que cada miembro del equipo represente los valores que nos habían diferenciado”. Pero ¿cómo podían concretar esos valores?

En busca de la sociocracia

Hace cuatro años Voxel comenzó un proceso de reinvención y concreción, que le ha permitido convertirse en uno de los pocos ejemplos españoles de la sociocracia. “Somos empresas que formamos parte del sistema capitalista, pero no entendido para retener dinero y beneficios, sino para crear más tejido empresarial; un tejido empresarial feliz” al que Voxel quiere acercarse con prácticas como:

Y con estas y otras prácticas, Voxel aspira a convertirse en ejemplo de capitalismo consciente: “Inyectar consciencia en el sistema capitalista equivale a reencontrarnos con nuestra verdadera naturaleza humana y abandonar la catastrófica visión del dinero como la última parada en nuestro camino a la felicidad”, en palabra escrita de Xavier Ginesta.

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