Un sandbox es un entorno de pruebas en el que las que las empresas (grandes, medianas y startups) y otros agentes del ecosistema empresarial tienen la posibilidad de probar nuevos programas para realizar un testeo más minucioso antes de salir definitivamente al mercado.
Una de sus principales ventajas es poder probar estos nuevos servicios en “tiempo real” con datos de consumidores anónimos para comprobar qué partes funcionan, cuáles hay que descartar o mejorar, y qué potenciales riesgos y amenazas conllevan (fraudes, seguridad, etc.).
Estos bancos de pruebas permiten adaptarse a la regulación ex ante, es decir, los productos o servicios, se testean sin estar sujetos aún al marco normativo vigente en ese mercado, pudiendo atajar cierta inseguridad jurídica de forma preventiva (ya que no existen aún “medidas sancionadoras” por parte del supervisor de turno).
Esto permite medir el impacto económico de una regulación al operar en un entorno controlado, y también, adaptar y modernizar el contexto regulatorio puesto que, en este caso, la normativa también se debería basar en el uso de datos.
Por ello, un sandbox trata de evitar que la regulación sea un freno para la innovación tecnológica y el desarrollo de productos de valor añadido para futuros clientes, permitiendo de esta forma que la transformación digital fluya de los creadores a los usuarios, eliminando potenciales barreras de entrada a esa industria.
Existen algunas iniciativas en los reguladores europeos y españoles para potenciar este tipo de bancos en diferentes sectores, que permiten una evaluación en tiempo real de datos y conductas adaptables al mencionado marco regulatorio en cada sector.
Sectores como el fintech ya están trabajando activamente sobre esta base y se espera que en los próximos meses otras industrias como la automoción (coches autónomos y conectados) o la salud (atención médica) se sumen a la iniciativa.
También a nivel corporativo, algunas grandes empresas se han lanzado a la creación de su propio sandbox, dejando participar en la creación de nuevos productos tanto a startups como a desarrolladores a través de las pruebas de concepto.
Un excelente método para probar, por ejemplo, nuevas API destinadas a terceros para el uso de pasarelas de pago, uso masivo e interpretación de datos o seguridad en las transacciones tanto digitales como físicas.
Los roles que pueden participar en un banco de pruebas o sandbox (como usuarios, patrocinadores y observadores, por ejemplo) serían: las propias startups, las instituciones sectoriales, los vendedores de tecnología y datos, las empresas de servicios profesionales, los venture capital e incluso las universidades.
En todos los casos, estos usuarios pueden establecer y participar en pruebas colaborativas, certificar la validación de productos o mostrar pruebas de éxito al tener acceso a los resultados de las pruebas realizadas.
Imaginemos, por ejemplo, un nuevo algoritmo de predicción de riesgos financieros para particulares que toma información externa de los usuarios o modelos basados en blockchain, la inteligencia artificial avanzada o la computación cuántica; tecnologías sobre las que aún no hay suficientes evidencias sobre su funcionamiento real en el mercado masivo.
Los beneficios, en términos económicos, son evidentes ya que permiten optimizar costes (eficiencia) desde el inicio:
- Validando estas soluciones: ya que eliminan las fricciones en temas de regulación y cumplimiento normativo.
- Desarrollando valiosas colaboraciones: útiles para resolver problemas específicos y compartidos en una industria. Imaginemos los desafíos de los coches autónomos en cuanto a seguridad, toma de decisiones y riesgos, por ejemplo.
Para pymes y startups, incorporarse a este tipo de bancos de pruebas “externos” y “compartidos” puede suponer una verdadera oportunidad de negocio.
Se trata de un instrumento que puede potenciar la creación de un ecosistema a nivel regional implicando la participación de todos los agentes involucrados en la transformación (o consolidación) de un mercado.
Son espacios para el ensayo, la innovación y el desarrollo tecnológico. Y se puede establecer a nivel de zona geográfica, en un entorno industrial o incluso corporativo.
Todos los niveles del entorno empresarial pueden potenciar la creación de nuevos servicios, tomando en cuenta la regulación y empleando datos en tiempo real para formular nuevos productos y servicios adaptados a un cliente cada vez más digital y global.
Estos entornos suponen una forma eficiente, colaborativa y segura para generar un ecosistema enfocado a la innovación y la creación de valor. Son, en definitiva, una parte importante del cambio en el paradigma de competición en esta nueva era tecnológica.