Por supuesto que todos somos diferentes, Forrest, si Dios hubiese querido que fuéramos iguales, nos habría puesto a todos aparatos en las piernas. Forrest Gump.
Necesitamos poner etiquetas, categorizar las cosas y muchas veces a las personas, para simplificar y hacer más fácil nuestra comprensión del mundo y de la vida.
En el ámbito profesional también clasificamos y definimos a los grupos de personas, diferentes generaciones que hemos sido moldeados por nuestros entornos configurando características comunes entre nosotros y diferentes a las otras generaciones. Se ha hablado de la Generación X y de los Baby Boomers hasta la saciedad, poco después incorporamos a los Millennials (Generación Y) – pronto serán mayoría en las empresas- y ahora surgen diferentes perfiles profesionales que hemos bautizado con nuevos nombres, los knowmads y los socialnetworkers, perfiles que ya no están clasificados por su edad ni por la generación a la que pertenecen, sino por cómo entienden el trabajo.
Los Millennials, los nacidos después de 1980, son un grupo de 80 millones de personas en Estados Unidos y algo más de ocho millones en España, y que en diez años supondrá el 75% de la fuerza laboral del mundo. Es una generación muy bien formada, muy diversa. Son los primeros nativos digitales y viven en las redes sociales, absorben información continuamente. Trabajan por proyectos, se motivan por el tipo de proyecto que han de realizar y trabajan para quien les apetece, sin importarles la duración del empleo. No buscan ascender en una organización hasta llegar al poder, quieren aprender con los proyectos y disfrutarlos. Son intraemprendedores, cambian la queja por la acción.
Los Knowmads (término creado por John Moravec): se habla mucho de ellos últimamente, son los nómadas del conocimiento y la innovación. Se caracterizan por ser innovadores, imaginativos, creativos, adaptables, capaces de trabajar en colaboración con casi cualquier persona, en cualquier momento y lugar. Son digitales, hiperconectados. Desaprenden para volver a aprender. Motivados por trabajos que les permita aprender e innovar, y por empresas donde se valore su creatividad con culturas colaborativas. Valoran poco las jerarquías. Trabajan por proyectos, necesitan independencia y autonomía.
El Socialnetworker es el profesional que en su mochila lleva su gran capital social, se relaciona en las redes sociales y las utiliza para encontrar clientes, socios, proveedores, empleabilidad, eficiencia, creatividad, ideas, conocimiento y desarrollo personal basándose en la filosofía de compartir, siendo su conectividad más que su notoriedad en la red parte fundamental de su valor como profesional, pues sus recursos están en la red y trabaja en ella. Se mueve bien en empresas conectadas, abiertas y con buena reputación digital. Se sentirá motivado en trabajos que requieran altas dosis de relación interpersonal y en los que se valore la aportación de capital social.
Ser knowmads o socialnetworkers no va asociado a ninguna edad, a ninguna generación. Tiene que ver con la capacidad de aprendizaje, flexibilidad, curiosidad, pero sobre todo con la capacidad de adaptación a los nuevos tiempos y la apertura mental. Conozco muchos knowmads y socialnetworkers que andan rozando los 50.
Hay organizaciones en las que predominan perfiles de los llamados Baby boomers y Generación X , he visto otras, principalmente start ups, en las que el promedio de edad se sitúa en los 30 años y van cargadas de millennials y socialnetworkers colaborando con montones de knwomads.
Pero en la gran mayoría de las organizaciones conviven pacíficamente todos ellos, eso sí, con una enorme brecha digital que poco a poco se va cerrando gracias a la formación, autodesarrollo y, por supuesto, a la jubilación de algunos.
Esto no es nada nuevo; ha funcionado así desde la revolución industrial y antes, nuevas generaciones que entran en el mercado laboral con nuevas formas de entender el trabajo y con motivaciones diferentes a las de sus antecesores (que a lo largo de su vida laboral irán variando, como nos ha pasado a todos).
Esa gran diversidad aporta enriquecimiento, aprendizaje, conocimiento, flexibilidad, respeto, innovación… vida.
La dificultad está en cómo gestionar el talento de estas organizaciones en las que la diversidad es mayor. ¿Y dónde están las diferencias?
- En cómo se relacionan con la autoridad y la jerarquía.
- En sus enfoques de aprendizaje.
- En sus motivaciones profesionales.
- En el vínculo que establecen con la organización.
- En su forma de entender el trabajo.
- En sus estilos de liderazgo.
Resumiendo mucho y por poner un poco de orden:
Y, por si fuera poco, en pocos años se empezarán a incorporar a esta gran amalgama, dando salida a los Baby Boomers, la Generación Z, los nacidos después de 1995 y que suponen un 25% de la población mundial.
Tomando como referencia una excelente presentación de Dolors Reig: “Gen Z: Emprendedores, les preocupa la economía y están ansiosos por comenzar a trabajar desde temprana edad, algo que los vuelve más maduros. Rodeados de recursos educativos DIY (Do It Yourself – hazlo tú mismo) y crowdsourcing, sueñan con el autoempleo (20% más que la generación Y ) e intentan cambiar el mundo (muchos emprendedores sociales)”.
La Generación Z es más autónoma, acostumbrada a compartir, muy ‘resiliente’ y con gran apertura mental, ha nacido en la crisis, habituada a entornos complejos, realistas, son una generación maker, aplican el DIY en su educación y utilizan recursos educativos online. Pero también están cambiando su cerebro y sus habilidades cognitivas: más inteligencia fluida, menos capacidad de retención y concentración, entre otras cosas. No es que estén hiperconectados, es que nunca están desconectados, la conectividad ha pasado a ser parte fundamental de sus vidas.
Aunque al final esto va de diferencias individuales, formas de entender el trabajo y motivaciones individuales casi imposibles de categorizar y bautizar con nuevos nombres y letras de abecedario. Cuanta más diversidad, más riqueza.
La fortuna nos sonríe, cuanta más diversidad, más vida.
Foto: Marc Bernat Madrid