—¿Hay algún doctor?
—Yo. ¿Qué ocurre?
—¿Cuál es su especialidad?
—Doctor en matemáticas.
—¡Rápido, doctor, mi amigo se muere!
—Uno menos.
Si el humor forma parte del talento profesional, ¿las personas divertidas o ingeniosas son más talentosas?
Imagina que este chiste formara parte de un proceso de selección, y que el entrevistador te lo hubiera contado como una prueba de evaluación de tu «tipo de humor» a partir de tu reacción.
¿Qué diría de tu inteligencia emocional que te hayas reído a mandíbula batiente?
¿Qué, si solo has esbozado media sonrisa para disimular tu cara de póker?
Como profesional, ¿cuál consideras que es tu nivel de ‘humorabilidad’?
Seguro que eres consciente sobre cuál es el talento técnico que ofreces como profesional.
Pero casi seguro también que no te has parado a pensar sobre cuál es tu nivel de competencia humorística y cuáles son tu motivación y estilo de humor comprensivo y expresivo, para disfrutar y compartir en entornos profesionales.
Y si el seleccionador te pidiera que también contaras un chiste, ¿cuál sería el primero que te vendría a la mente?
¿Y qué diría sobre tu talento esa elección y la forma de contarlo?
No te preocupes. Si crees que no has superado la prueba, al final de este artículo te daré otra oportunidad para demostrar tus dotes de comedia. O al menos para aparentarlas.
¿Por qué te planteo este supuesto de «selección humorística» aparentemente improbable?
Te cuento algo sobre mi trayectoria profesional.
José Luis Vallejo es el presidente de Sngular, una multinacional tech española.
Creo que ya he contado en alguna ocasión que me reclutó hace unos años para desarrollar la función de director de personas (chief people officer) en la organización. Ahora mi papel es el de advisor o consejero.
Bien. Pues uno de los principios declarados que rigen el comportamiento profesional de José Luis es el de «trabajar con gente buena que sea buena gente». Y en esa necesaria bonhomía incluye el humor como elemento fundamental.
Lo que supe tiempo después es que me propuso trabajar con él por el «rigor con humor» que mostraba en mis redes sociales. Sí, ya tenía la idea de contar conmigo incluso antes de conocerme en persona.
Parece que la capacidad de divertir y de divertirse en contextos organizativos aporta una ventaja añadida: cuanto más talento tengas para hacer sonreír a tu jefe, menos notará el talento que te falta en otras áreas.
Humor, tú vales mucho
Todo el mundo afirma que el humor es una característica importante para la vida personal y profesional.
Es evidente que propicia las buenas relaciones y el trabajo en equipo y que es una cualidad relacionada con la inteligencia práctica.
De acuerdo. Entonces, ¿cómo es que no damos al humor el peso que debería tener dentro de ese paquete de competencias que llamamos talento?
Hace unos días vi una oferta de empleo que incluía como requerimiento que las personas candidatas «tengan sentido del humor».
Aunque todos ensalcemos la importancia del humor, tenemos un problema: es una competencia o característica difícil de definir y, por tanto, de medir.
Además, cuando alguien dice «me gusta la gente con sentido del humor», en realidad se está refiriendo al suyo.
De la misma forma que cuando un directivo afirma que el humor es clave para mejorar, porque hay que «saber reírse de uno mismo», se está refiriendo al tipo de humor que es aceptable en el marco de los valores y la cultura de la empresa.
Y con la inteligencia pasa algo parecido: solo somos capaces de reconocer y valorar en los demás la que podemos entender, la nuestra.
¿Puede ser el tipo de humor de un profesional un predictor de su adaptación y efectividad en la empresa?
Yo creo que sí, siempre que la organización conozca de antemano qué tipo de humor propician y permiten su cultura, sus valores y sus prácticas y relaciones cotidianas.
Si como directivo o manager pides a tus trabajadores y equipos que arriesguen, asegurándoles que «en esta empresa los errores no serán castigados, sino bienvenidos», la mejor forma de convencerlos es mostrar y reírte de tus propias equivocaciones y fracasos.
Pero hablemos un poco más en detalle sobre el humor.
Comparto diariamente contenidos en mi cuenta de Twitter @yoriento, ya sabes, con rigor y humor. Al menos esa es la intención.
Y he comprobado que las personas no siempre entienden las humoradas que se comparten en las redes sociales, a menos que vengan acompañadas de los emoticonos que guíen su interpretación.
Eso me ha hecho pensar que esos simbolitos emocionales serían muy útiles también en las conversaciones convencionales, ¿verdad? Como cuando hacemos con las manos el símbolo de las comillas para darle un matiz irónico a una afirmación:
Sí, estoy «encantado» con mi nuevo jefe: me ha convertido en sapo.
Hablando de Internet, los memes son su expresión máxima del humor visual, toda una revolución de la comunicación online.
Tal vez sepas que un meme es una imagen o gif que incluye un texto breve que es difundida por Internet con fines humorísticos.
La particularidad de los memes es que son modificados y difundidos por los usuarios hasta convertirse en símbolos o ideas culturales y sociales compartidas.
Por ejemplo, la imagen de un Julio Iglesias con expresión muy confiada, señalando con el dedo al observador y con la frase sobreimpresa «y lo sabes», tiene como objetivo revelar o destacar verdades universales, generalmente incómodas para el que las recibe.
Por ejemplo, yo he adaptado a Julio para expresar esta idea:
«Ponerte objetivos muy difíciles también es una forma de no querer cambiar. Y lo sabes».
En este caso, la comprensión de este meme no requiere ser de una generación coetánea a la del cantante. Pero una vez se ha entendido la idea que transmiten los memes, nos parecerán más divertidos e inspiradores cuantos más aspectos experienciales y educativos compartamos con las personas que los crearon.
Hay personas que elaboran memes con gran ingenio y creatividad y muchas más que los consumen y difunden como una forma breve, incisiva y divertida de comunicarse online.
Sin embargo, mucha gente se puede mostrar confundida con este tipo de contenidos.
¿Por qué? Pues por lo que te decía, que cada tipo de humor está enmarcado en un contexto social y cultural determinados, incluso en el de generaciones concretas, marcos que determinan y acotan su significado.
Si no has disfrutado de la serie Los Simpson, ¿cómo podrías entender y sonreír con el meme «esto también lo pronosticaron los Simpson»?
¿Los memes podrían mejorar el trabajo en equipo?
Que los empleados crearan un foro para compartir memes puede ser un medio sencillo y efectivo de comunicación, cohesión y diversión que mejorara el clima laboral.
Pero, además, sería un canal útil para mostrar las motivaciones, objetivos y preocupaciones de los participantes, tanto a nivel personal como a nivel técnico y profesional.
Por último, ten presente que los medios online de comunicación propician la participación de las personas de la organización con menos habilidades sociales convencionales, competencias que solo tienen utilidad en contextos presenciales.
El mayor motivador de la gente es otra gente. Especialmente, otra gente con humor
Como profesionales sentimos ganas de ir a trabajar si sentimos ganas de ver y relacionarnos cada día con las personas con las que trabajamos. Así de sencillo, así de difícil.
El humor, la inteligencia y la bonhomía son los grandes protagonistas de las relaciones. Y hay que cultivarlos y promoverlos cada día, también a través de la cultura de la empresa y con el modelo que ofrecen los comportamientos de sus directivos.
Entonces, ¿qué deberíamos hacer para incorporar a empleados «con humor»?
Muy fácil: contratar a aquellos profesionales que se rían con lo que hace gracia a los empleados actuales.
Vale, no es tan fácil. Y sería un error reducir el humor a hacer gracietas. Pero creo que se entiende la idea.
Quiero trasladar una amable sugerencia para los directivos que siempre andan recalcando que en su empresa «lo más importante son las personas».
Aquí va mi mensaje:
Si quieres contar con profesionales con humor en tus equipos, tendrás que incluir en el proceso de selección pruebas humorísticas que inviten a los candidatos a contar chistes y anécdotas divertidas, y también a escucharlas, para comprobar sus reacciones genuinas.
Pensarás que esta forma de verificar la ‘humorabilidad’ de los candidatos, que ya estoy tardando en patentar, no parece tener mucha validez. Y tendrás razón.
Sin embargo, ofrecerá más datos que ni siquiera intentar medirla.
En todo caso, aunque mi particular «método de reclutamiento del humor» requerirá algunos arreglos, es un primer paso esperanzador. Yo ahí lo dejo.
Y como te prometí en el inicio, voy a darte otra «oportunidad chistosa» para demostrar o, al menos para simular, que tu talento técnico también viene acompañado de las dotes de comedia suficientes que harán crecer tu carrera y la de tus compañeros.
Entrevistador: —¿Por qué dejó su último empleo?
Candidato: —La empresa se mudó y no me dijo adónde.
Te propongo que uses este chiste como recurso para ser consciente de tu ‘humorabilidad’ y empezar a entrenar tus reacciones para superar tu próximo proceso de selección.
Y si tu jefe potencial te pidiera que le contaras tú el chiste, ¿cuál sería?
Elígelo sabiamente, porque de ello podría depender tu carrera profesional.
Y cuéntamelo en un comentario.
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