El futuro del comercio está en juego. Mientras los defensores del TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership – Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión) aseguran que el acuerdo avivaría las economías de ambos lados del Atlántico y fijaría tanto los valores como los estándares comerciales, los detractores alertan de que originaría una catástrofe social, ya que el único afán es el de respaldar los intereses de las grandes multinacionales, en detrimento de los de las pequeñas y medianas empresas.
El eje del comercio mundial se desplaza hacia el Pacífico, como antes se trasladó la producción, máxime, teniendo en cuenta el reciente Tratado firmado entre Estados Unidos y Asia, que creará la mayor zona de libre comercio del planeta y afectará, aproximadamente, al 40% de la economía mundial. El poder comercial de la UE pierde fuelle, pero ¿serían las pymes las grandes beneficiadas de la firma del TTIP?
El sector automovilístico, la industria textil, la cerámica o el sector agroalimentario resultarían los más favorecidos por la consumación del acuerdo. Sin embargo, la firma del TTIP no garantiza que las pymes españolas puedan conquistar el mercado estadounidense, pese a que puedan percibirla como una pequeña ayuda. Las pequeñas y medianas empresas tampoco deben olvidar que es un tratado bilateral, y el tamaño de las pymes estadounidenses es mucho mayor que el de las españolas.
Si bien las grandes multinacionales tienen buena parte del éxito garantizado al otro lado del charco, las pymes no pueden permitirse dos líneas diferentes de producción, con estándares europeos y norteamericanos. Uno de los principales objetivos del TTIP es flexibilizar y reducir aranceles, costes burocráticos y técnicos, lo que sin duda beneficiaría a las pymes. Las grandes compañías disponen de suficientes recursos técnicos, humanos y financieros para asumir las dos líneas de producción en ambas partes del mundo. No obstante, la optimización de procesos por parte de las multinacionales también favorecería al consumidor final.
La Unión Europea y los Estados Unidos, con más de 800 millones de habitantes, han sido hasta la fecha los mayores socios del mundo en materia de comercio e inversión. Estas dos áreas representan, conjuntamente, alrededor de una tercera parte del comercio y más de la mitad del PIB mundial. La Unión Europea es el mayor inversor en EE UU y su segundo proveedor de bienes, pero por detrás de China. Entonces, ¿cuál sería el impacto del TTIP sobre la economía española? Según un estudio sobre comercio exterior, el acuerdo supondría para España un aumento anual en los salarios de los trabajadores del 0,72% en un período de 3 a 5 años, un incremento del consumo privado del 0,98%, un crecimiento del PIB de 36.743 millones de euros y la creación de 334.836 nuevos empleos en cinco años.
Más allá de datos y estimaciones, todavía resulta precipitado aventurarse a asegurar si las pymes españolas serían las grandes favorecidas del TTIP. El tratado se encuentra inmerso en una fase de rondas de negociaciones complejas. Previsiblemente, se cerrará en 2016, antes de las elecciones estadounidenses. Así, hasta que no se determine el borrador final y pueda analizarse la letra pequeña, es muy complicado afirmar, a priori, el efecto sobre las empresas españolas. Actualmente existe un halo de secretismo, bajo el que batallan los lobbies de distintos sectores.
“La firma del tratado es de suma importancia para ambas partes”. José Luis Martín, CEO de BusinessGoOn, resalta que se trataría de crear un área comercial que supondría cerca del 48% del PIB mundial. “Podría hacer frente al crecimiento de la zona Asia-Pacífico”. Martín también destaca que si el tratado no se firmara, “cosa improbable”, Europa tiene suficiente potencial como para no quedarse fuera de juego, gracias a sus más de 500 millones de ciudadanos, con un alto poder adquisitivo, así como a la previsión de crecimiento económico, seguridad jurídica, clima de negocios estable y una posición geopolítica estratégica. “Europa seguirá siendo uno de los grandes actores mundiales”, apostilla.
A favor
José Luis Martín cree que las principales ventajas para las pymes serían:
1. Aranceles. Existen millones de pequeños fabricantes y productores a ambos lados del Atlántico. En aquellos sectores en los que los aranceles son todavía relativamente elevados los beneficios podrían ser considerables. En el mercado mundial, la diferencia para las pymes entre vender o no vender puede venir de pequeños aumentos en el coste de un producto a causa de los aranceles. “La supresión de dichos aranceles podría permitir a las pymes vender por primera vez sus productos al otro lado del Atlántico”.
2. La eliminación de las barreras no arancelarias, como son las reglamentaciones innecesariamente complicadas o costosas que restringen el comercio y limitan la innovación. El respeto de estos requisitos puede convertirse en todo un reto y exigir la movilización de numerosos recursos. Martín recuerda que un objetivo principal del TTIP es generar una mayor apertura y transparencia, reducir costes innecesarios, retrasos administrativos y promover una mayor compatibilidad reglamentaria. Todo ello sin perder los niveles europeos de protección.
3. Servicios. La UE y los EE UU son los mayores exportadores de servicios del mundo. Muchos proveedores de dichos servicios -abogados, contables, arquitectos, ingenieros, especialistas en tecnologías de la información y consultores de servicios medioambientales- trabajan en pequeñas empresas que, a menudo, forman parte de la cadena de valor de las grandes compañías. Estos proveedores de servicios más pequeños pueden beneficiarse del nuevo acceso al mercado transatlántico y de una mayor seguridad jurídica.
4. Contratación pública. La mejora de la transparencia en la contratación pública y el acceso a ésta puede aportar beneficios a las pequeñas empresas. Los organismos públicos, tanto en los EE.UU. como en la UE, adquieren una amplia gama de bienes de las empresas privadas. Con ello, se crean oportunidades de empleo en las empresas prestatarias de servicios de consultoría e infraestructuras, entre otros. EE.UU. mantiene muchas limitaciones que restringen o impiden la participación de compañías europeas en sus licitaciones públicas y, por lo tanto, eliminar esos obstáculos puede aumentar los nuevos contratos y subcontratos públicos para las empresas más pequeñas.
5. Aduanas y facilitación comercial. El CEO de BusinessGoOn considera que un objetivo clave de las negociaciones es hacer los procedimientos en las aduanas más previsibles, sencillos y uniformes para facilitar el comercio transatlántico. Reducir costes, retrasos o la burocracia en la frontera puede beneficiar tanto a los pequeños exportadores y productores, como a los minoristas, mayoristas y empresas de logística y transporte.
6. Derechos de propiedad intelectual e industrial. Las pymes son también líderes en innovación y creatividad. Por ello, precisan de un elevado nivel de protección de sus derechos de propiedad intelectual e industrial (DPI), porque a menudo son muy vulnerables si se infringen. Martín afirma que el TTIP servirá para reafirmar el compromiso transatlántico de velar por la rigurosa protección y aplicación de los DPI de las pymes, incluso respecto de nuestros demás socios comerciales.
7. Comercio electrónico. Internet permite que millones de pymes de los EE.UU. y de la UE lleguen a clientes extranjeros, lo que incrementa sus ingresos y crea empleo a nivel local. Las disposiciones del TTIP que promueven la venta de productos digitales sin derechos de aduana podrían favorecer que un mayor número de pymes utilicen el ecommerce para ofrecer sus productos y servicios.
8. Beneficios a través de las cadenas de valor. Martín destaca que un buen número de pequeñas empresas que no exportan directamente a la UE o a EE.UU. se beneficiarán del TTIP, mediante la venta de bienes y servicios intermedios a compañías que sí operan en el mercado transatlántico.
En contra
Pese a las evidentes ventajas, el CEO de BusinessGoOn también detalla cuáles podrían ser los perjuicios más significativos para las pymes:
1. La creación de Tribunales de arbitraje privados. Es decir, crear tribunales ad hoc privados que capacitan a las multinacionales a demandar a los Estados, y sin instancia superior, sobre todo por pérdida de beneficios futuros, lo que se denomina lucro cesante.
2. La posibilidad de apertura de concursos públicos para que empresas de ambos lados del Atlántico puedan optar a licitaciones públicas tanto europeas como de EE.UU. “Podría darse la posibilidad de que las multinacionales aparten a las compañías locales”, admite Martín. Y recuerda que en EE.UU. se han encontrado con una gran oposición a retirar la Ley BuyAmerica, que da prioridad a compañías nacionales.
3. Asegurar la seguridad agroalimentaria. La UE ha afirmado que no rebajará los estándares de seguridad, pero el Tratado podría implicar la entrada en la UE de productos transgénicos modificados genéticamente (se estima que el 70% de los productos que procesa EE.UU. los contienen). Martín revela que mientras Europa prohíbe unos 1.400 productos químicos, EE.UU. sólo veta 12.
4. El abastecimiento de energía. Una de las principales líneas de negociación es la energía, con la intención de la UE de abastecerse de EE.UU., ya que es el principal productor de gas de fractura hidráulica o fracking, con más de 500.000 pozos, según Ecologistas en Acción. Los críticos temen que esta técnica se extienda por la UE.
5. La protección de derechos de propiedad intelectual e industrial. Al existir diferencias en las legislaciones de ambas zonas geográficas, pueden verse menoscabados los altos estándares de derechos de propiedad intelectual e industrial que tenemos en Europa.
6. Proceso de liberalización arbitrario. El 80% de las ganancias del TTIP podrían provenir tanto de la reducción de los «costes» impuestos por la burocracia y las regulaciones como de la liberalización del comercio en servicios y en la contratación pública.
7. La protección de los derechos laborales de los trabajadores. Intentar armonizar dos modelos laborales tan distintos es muy complicado. La Unión Europea ha prometido que con el TTIP no se rebajarán los estándares laborales. Martín sostiene que España ha ratificado 133 convenios de la OIT y EE.UU. únicamente 14, además de restringir la negociación colectiva y la huelga.
8. La protección al consumidor. La UE indica que con el Tratado busca una mayor protección del consumidor, abaratando precios y mejorando la competencia, manteniendo niveles de seguridad y salubridad y un comercio sostenible. En cambio, el CEO de BusinessGoOn piensa que es posible que en algunos supuestos estos estándares no protejan la privacidad.
9. La protección del medio ambiente. Los tribunales arbitrales podrían servir a las empresas para demandar a los Estados si estos quieren implementar medidas de protección.
10. El gran poder de las corporaciones en el TTIP. Martín asevera que 269 lobbies del sector privado fueron consultados durante las negociaciones entre 2012 y 2013. Como el 90% de las compañías en Europa son pequeñas y medianas, “puede darse el caso de que se destruyan empleo y empresas por no poder competir con las multinacionales”.
11. La UE es menos permisiva con hormonas del crecimiento, piensos modificados genéticamente y antibióticos. EE.UU. tiene leyes de transporte animal anticuadas, y hay animales que están excluidos de medidas de protección, como los de granja o los usados para experimentación. Por ello, “podría flexibilizar los estándares de protección de la UE”.
Foto: Brett Sayer