Si el crecimiento del comercio electrónico ya venía registrando cifras de dos dígitos, el estallido de la pandemia lo disparó a una velocidad inusitada tiempo atrás.
Obligados a encerrarse en casa durante el confinamiento, miles de españoles se lanzaron a realizar sus compras por Internet. Un hábito que se ha consolidado posteriormente por las restricciones de movilidad y el miedo al contagio.
Así, la guerra contra el coronavirus deja un claro ganador: Amazon, cuyas acciones no dejan de revalorizarse a golpe de clics de los compradores online. No es que el gigante americano se lleve la parte más jugosa del pastel, sino que en general las tiendas españolas tienen serias dificultades para trasladar sus escaparates a la pantalla.
En el caso de España, pese al boom asociado a la pandemia, el ecommerce está por detrás de la media europea. Nuestros pequeños comercios no cuentan con los recursos adecuados, ni con el personal cualificado, para impulsar sus ventas online tanto como podrían. Y en este contexto, una figura adquiere especial protagonismo: el trafficker.
Captar a los mejores clientes
Su objetivo prioritario pasa por captar a los clientes con mayor probabilidad de comprar los productos o servicios de más valor que se ofrezcan en una tienda.
Para ello, existe una multitud de canales. Y dentro de cada canal, múltiples operadores. Pues bien, tanto el desarrollo como el uso de esos canales no resulta nada fácil.
De ahí que los comercios online deban de contar con una persona que comprenda las peculiaridades de cada canal y tenga la suficiente capacidad analítica para entender cuál es el que mejor funciona en cada situación, e invertir en el desarrollo de los que más beneficios pudieran reportar a la tienda.
En resumidas cuentas, el trafficker ha de atraer tráfico de calidad, evaluar los resultados y diseñar la hoja de ruta para mejorar la estrategia de venta.
Una profesión de futuro
No estamos ante una profesión de reciente creación. Es más, a finales de los 90 ya había traffickers digitales que se encargaban de subir las campañas de publicidad a los servidores para mostrarlas en la web.
Pero de entender lenguaje HTML o código fuente han pasado a ofrecer servicios 360. Porque sus funciones se han ampliado y ahora abarcan desde el diseño de las campañas y las creatividades hasta la estrategia para ponerlas en marcha y posteriormente optimizarlas.
Así, la del trafficker se ha convertido en una profesión de futuro: se necesitarán miles y miles en todo el mundo.
Si bien es verdad que todas las empresas que quieran vender online deberían de tener un trafficker, no es menos cierto que esta persona puede pertenecer a la compañía o colaborar externamente. Dependerá de la tipología y situación financiera del negocio, tal y como ocurre -por ejemplo- con la gestión de las redes sociales.
Aprender el customer journey
Además de entender a la perfección el negocio para detectar las mejores oportunidades, lo primero que debe hacer un trafficker es aprender el customer journey. Es decir, el viaje que recorre un cliente a lo largo de su interrelación con la empresa. Porque es ahí, precisamente, donde tendrá que visualizar todos los puntos de contacto con la marca y decidir la mejor manera de captar al cliente.
Por ello es tan importante que el trafficker muestre empatía con el negocio, ya que solo así podrá saber dónde están los clientes potenciales, reforzar las estrategias de atracción y descubrir cómo se comportan a lo largo del proceso de compra.
Pese a la oferta in crescendo de cursos, no es tan necesario que los traffickers hayan recibido una formación específica como que aprendan a manejar una serie de herramientas y canales, entre los que también se encontrarían las redes sociales.
Personas creativas, en constante aprendizaje
Los traffickers deben ser personas creativas, sumidas en un constante proceso de aprendizaje para reciclar sus conocimientos técnicos en torno a herramientas que puedan generar tráfico, y con capacidad para entender a clientes y marcas para tender puentes entre unos y otras.
Y tienen que darle al coco para preguntarse, por ejemplo, por qué un anuncio funciona mejor que otro, cuáles son las consecuencias de un posible cambio en la segmentación o creatividad, etc.
Distintas especialidades
En el blog de Cyberclick resumen en cinco las especialidades de un trafficker:
- Google Ads: plataforma de anuncios de Google y sus diferentes opciones.
- Social Ads, es decir, campañas de publicidad en redes sociales como Facebook, Instagram, Linkedin, Youtube o Twitter.
- Negocios físicos, teniendo en cuenta que la línea entre ambos mundos es cada día más difusa, con clientes que buscan online y compran offline, y viceversa.
- Comercio electrónico, para atraer y convertir a los clientes.
- Infoproductos, como pueden ser los cursos o materiales informativos online.
Funciones de un trafficker
Entre las funciones de un trafficker destacan:
- Planificar las campañas de publicidad en redes sociales y en Google, en función de los retos de la compañía, de sus recursos y de su horizonte temporal a corto, medio y largo plazo.
- Manejar las distintas plataformas que sostengan las estrategias publicitarias.
- Realizar un seguimiento pormenorizado de cada una de las campañas, así como de su acogida entre el público objetivo potencial.
- Moldear y adecuar la planificación para el logro de los objetivos y las metas.