Las tecnologías disruptivas son un mix de beneficios y riesgos. Parece evidente que estas tecnologías están modificando las pautas de competición en muchos sectores, no sólo a nivel de estructuras y procesos, también desde la propia estrategia. Y, como consecuencia, los puestos de trabajo (nuevos, antiguos y “transformados”) están cambiando en la misma proporción.
Bien es cierto que en estos momentos nos encontramos en un contexto de “destrucción creativa”, en el que cada poco tiempo escuchamos noticias sobre el cierre de negocios presenciales (banca, retail, etc.) y continuas advertencias de que la tecnología lo cambiará todo (inteligencia artificial, blockchain, etc.).
En 2013, Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne elaboraron un estudio titulado “El futuro del empleo”, en el que analizaban las profesiones amenazadas por la automatización (en porcentaje). Entre las categorías contempladas en el informe, los autores destacaron aquellos puestos relacionados con el marketing, las ventas, la creación de contenidos o las TIC.
Si delimitamos algunos de los puestos en función de estas categorías, en marketing llama la atención que las responsabilidades vinculadas al análisis de investigación de mercados tienen un 61% de probabilidad de ser automatizadas.
En el lado comercial, operadores de “telemarketing” y vendedores minoristas ocupan las dos primeras posiciones (99% y 92%, respectivamente); mientras que en la creación de contenidos, escritores técnicos, correctores y editores de cine y vídeo son las funciones con mayor amenaza de automatización (las dos primeras por encima del 80%).
Si nos centramos en la industria, en un reciente informe del Banco Mundial, el incremento de la automatización derivada de robots desplazará la mano de obra (y sus capacidades) en dos de cada tres puestos. Según esta institución, la industria de la automoción, la electrónica, la industria del metal, la química y la alimentaria son los cinco sectores que más han crecido en los últimos cuatro años en esta transformación.
Algunas empresas vinculadas a sectores como el cervecero o el alimentario comenzaron a automatizar los sistemas de fabricación hace unos años, reorganizando su estructura interna y transformando la gestión de su capital humano, pasando a emplear trabajadores cualificados y especializados que controlaban el proceso automatizado. Es decir, puestos basados en el conocimiento especializado.
Como destacábamos antes, no hay duda de que la automatización de los procesos es uno de los factores clave derivados de la llamada industria 4.0. Una empresa muy conocida de la industria de la automoción está llevando a cabo una experiencia piloto en la que prácticamente la totalidad de su cadena de producción está ya automatizada.
Los puestos de trabajo pueden ser fácilmente desagregados en tareas, y estas tareas pueden ser “rutinizadas”. Y no sólo será una sustitución de la industria manufacturera como tal, hoy en día campos como la salud, la educación, la abogacía, el periodismo, el asesoramiento o la consultoría están siendo sometidos a esta transformación.
En un artículo anterior, nos hicimos eco de las competencias que, en unos años, dominarán el mercado de trabajo y las centrábamos en: capacidades cognitivas, habilidades sistémicas y que nos permitan resolver problemas complejos, y las vinculadas a la dirección y gestión de proyectos.
Derivado de este cambio, podemos extraer algunas ideas al respecto:
La tecnología ya no será parte del proceso, será el proceso
Desagregar en partes una función y automatizarla para ser más eficientes. Este cambio implica, de forma paralela, una transformación tanto del management como de la gestión del capital humano en las empresas. Pasamos de dirigir la ejecución a supervisar los resultados. Muchas empresas se convertirán en “negocios de software”. Este será uno de los principales retos de la industria manufacturera.
Las horas dejarán de ser un indicador de medida
Si la intervención humana en el proceso de fabricación es limitada, o bien está en el back-end de las organizaciones, las competencias anteriormente destacadas requerirán otro tipo de métrica: ¿se puede medir la capacidad cognitiva o la habilidad creativa en horas?
La tecnología permite competir en posiciones low cost
Este cambio está siendo abanderado por la industria de servicios (financieros, de información, etc.), ya que permite competir a las empresas eliminando muchos costes de estructura. Y los usuarios somos cada vez más propensos a adoptar servicios en modo de “pago por uso” o en formato freemium. Sin una base puramente recurrente de ingresos, las compañías deberán dibujar estructuras más planas, centradas en la escala de usuarios y con puestos basados en conocimiento especializado.
En definitiva, la “destrucción creativa” está obligando a muchas empresas a plantear estrategias de adopción tecnológica para reconfigurar sus procesos, su capital humano y su estructura, y será su cultura organizativa la que potencie o limite este cambio.
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