El pasado mes de diciembre, la firma activista británica de inversión Bluebell Capital Partners, fundada en 2019, pidió la dimisión de Larry Fink, consejero delegado de BlackRock –la empresa de gestión de activos más grande del mundo- por “hipocresía” con los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) de la compañía.
Al estilo de David contra Goliat, y con tan solo un 0,01% de BlackRock, el pequeño accionista puso entre las cuerdas a uno de los grandes popes de los negocios.
Si bien Fink auguraba en su carta anual de 2022 que “los próximos 1.000 unicornios serán innovadores, sostenibles y escalables, startups que ayuden a descarbonizar el mundo y hagan que la transición energética sea asequible para todos los consumidores”, también dejó claro su enfoque empresarial: “Nos centramos en la sostenibilidad no porque somos ambientalistas, sino porque somos capitalistas y fiduciarios para nuestros clientes”.
Nos encontramos ante una encrucijada en la que, por necesidades urgentes de la supervivencia del planeta, la Unión Europea y Naciones Unidas marcan el rumbo para alcanzar la neutralidad climática de aquí a 2050. Pero por otra parte, se ha abierto la veda para quienes aun no aceptan la realidad, la ven como mera oportunidad de negocio o se suben a la ola del greenwashing para transmitir una imagen ‘verde’ ciertamente engañosa.
Según el último Barómetro de la Asociación Española de Directivos de Sostenibilidad (Dirse) y EY sobre la «Evolución de las prioridades de la función de sostenibilidad (ASG) ante la situación socioeconómica global», la crisis energética es el evento socioeconómico que más impacto tendrá en la gestión de la sostenibilidad en las empresas españolas. Sin embargo, solo el 40% de los máximos ejecutivos dice haber tenido en cuenta el cambio climático en sus estrategias de gestión de riesgos, según PwC.
¿Qué pasa con las pymes?
En España, el 80% de las grandes empresas (más de 250 empleados) sabe qué es la Agenda 2030 y los ODS de Naciones Unidas. Pero en el caso de las pymes, el porcentaje se reduce considerablemente a un 25%, tal y como indica el Barómetro ODS 2022 sobre el «Alineamiento de las empresas españolas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible», de Esade, Seidor y United Vars.
Este estudio apunta a que el 48,7% de las empresas españolas no tiene integrados los ODS en su estrategia y no tiene previsto hacerlo, y solo el 34% tiene una estrategia de sostenibilidad definida.
De hecho, no existe una concienciación verdadera sobre lo que implica la sostenibilidad, a tenor de los principales factores que, según dicho informe, impulsan a las empresas a alinear su negocio con los ODS, que son el ahorro de costes y la marca y reputación.
La realidad tras los datos
Begoña Leyva Gómez, directora de Operaciones Sostenibles de la consultora medioambiental Proporciona, explica cómo en poco tiempo se ha producido un cambio esencial: “Antes de 2020, todos los aspectos medioambientales tenían mayor peso en las prioridades de las empresas, pero en 2022 las prioridades han cambiado con la guerra de Ucrania y con la subida disparada de precios”.
Por estos motivos, esta experta confirma que, en estos momentos, en la consultora obtienen la misma respuesta cuando se ponen en contacto con las pymes para ofrecerles los servicios gratuitos de cálculo y reducción de emisiones CO2, diagnóstico energético, plan de ahorro energético, reporting no financiero y taxonomía, asesoría sostenible, o evaluación del nivel de sostenibilidad de las empresas e identificación de los ODS a los que contribuyen en mayor medida: “Todas nos dicen: Me encantaría, pero ahora no tengo tiempo. Ya no se trata de recursos económicos y personales, sino del tiempo que no tienen las pymes para afrontar los retos de la sostenibilidad que, como menor daño, pueden estar perdiendo la oportunidad de ahorrar, y que, como mayor daño, las puede dejar fuera del mercado en un futuro no muy lejano”.
Decisión de compra de los consumidores
En este sentido, los cambios en los hábitos de los consumidores también hablan: para el 68% de los españoles es especialmente importante la protección del medioambiente (por delante de la educación -66%-, la reducción de la pobreza -58%-, la protección de la infancia y sus derechos -52%- y la reforestación -47%-, entre otros). Y un 63% de españoles estaría dispuesto a pagar un mayor precio por un producto o servicio que sea sostenible, tal y como indica el estudio sobre la «Sostenibilidad y el Consumo 2022» del Observatorio Cetelem.
Además, a un 65% le preocupa el impacto medioambiental de su consumo, por lo que lo ha reducido, y 2 de cada 5 españoles piensa que en los próximos años tendremos un modelo de consumo más responsable.
Por tanto, la decisión de compra de los consumidores será la que repercuta directamente en la economía de las pymes y en su futuro, por lo que será mejor que las empresas tengan en cuenta los tres aspectos que más influyen en esta decisión, según el citado estudio:
- Certificación de la empresa vendedora como compañía socialmente responsable (47%).
- Que permita conocer la huella de carbono medioambiental del producto o servicio (33%).
- Vinculación con los ODS (24%).
Otro dato importante es que las mujeres mayores de 55 años son las consumidoras más preocupadas por la sostenibilidad, según el I Monitor Consumo sostenible de Procter & Gamble y la Universidad Pontificia de Comillas. Y no solo las consumidoras. Existe una red de mujeres profesionales, la Women Action Sustainability (WAS), que promueve elevar la sostenibilidad al primer nivel estratégico de las organizaciones.
Sostenibilidad y digitalización
Para describir la situación en la que se encuentran las pymes, Begoña Leyva diferencia dos categorías: “Por un lado están las pymes tradicionales que, aunque avanzan mucho más en temas de digitalización para optimizar su día a día, porque ven de forma tangible que les aporta al negocio, en sostenibilidad no están haciendo nada y se están quedando fuera del mercado”.
En cuanto a las pymes más innovadoras y disruptivas, Leyva confirma que llevan la tecnología y la sostenibilidad en el ADN de su negocio: “Montan su empresa para ofrecer una solución a un problema medioambiental y son sostenibles y tecnológicas desde su origen”.
Así pues, la solución para la evolución sostenible de las pymes pasa por “no dejar a nadie atrás”, tal y como defienden el Pacto Verde Europeo de la Comisión Europea y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU, y por el “matrimonio” entre la innovación y la sostenibilidad, que José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, deja manifiestamente claro: “Las transiciones verdes y digitales van de la mano”, por lo que “no hay transición energética sin digitalización”.
Las grandes empresas deben incentivar a las pequeñas
Begoña Leyva lo tiene claro: “Las grandes empresas tienen que seguir incentivando a las pequeñas y deben ser los agentes aceleradores del cambio”.
Empresas como Telefónica, con el SME Climate Hub; Proporciona o entidades como la Cámara de Comercio de España, con su Mapa de Conocimiento de Sostenibilidad para pymes, o el Instituto de Crédito Oficial (ICO) ofrecen apoyo a las pymes para implicar y promover el desafío del cambio climático entre las pequeñas y medianas empresas.
“Una pyme o micropyme no puede permitirse pagar entre 3.000 y 5.000 euros que pueden costar medidas de cálculo y diagnóstico energético”, comenta Leyva.
De ahí que, con la ayuda y asesoramiento de estas organizaciones, las pequeñas y medianas empresas puedan ganar puestos en la carrera por la sostenibilidad, incluso a través de los servicios de sostenibilidad que grandes aseguradoras como Mapfre ya incluyen de manera gratuita en las pólizas.
Beneficios de ser una pyme sostenible
Entre las ventajas y el retorno que puede obtener una pyme por ser sostenible, destacan las siguientes:
- Ahorro de costes directos, con reducciones entre los 120 y los 4.400 euros anuales en luz; y los 500 euros anuales en gas, según estimaciones de Proporciona.
- Incremento de las ventas: valoración positiva de los consumidores e inversores, gracias al cambio de prioridades en el consumo y en el mercado.
- Acceso a deducciones: ahorro de costes directos e indirectos, con financiaciones como las que ofrece el ICO.
- Alianzas con grandes empresas: cada vez será mayor la oportunidad de las pymes que estén al día en su compromiso ESG para trabajar como partners de grandes empresas, con el fin de asegurar la gestión responsable de la cadena de suministro y ser proveedores sostenibles.
- Acceso a licitaciones y contrataciones públicas: para 2025, el 50% de los contratos licitados deberán estar inscritos en el Registro de huella de carbono, compensación y proyectos de absorción de dióxido de carbono, con el fin de garantizar que la empresa contratada no solo calcula las emisiones de dióxido de carbono derivadas de su actividad, sino que también tiene en marcha un plan de reducción.
- Reputación de marca: Una buena reputación en sostenibilidad aumenta el valor de las marcas. Según Robert Haigh, director de Estrategia y Sostenibilidad de Brand Finance, “por primera vez, las empresas pueden ver el valor financiero vinculado a su reputación en materia de sostenibilidad. Tanto si se las considera campeonas de la sostenibilidad como si no, cientos de millones de dólares del valor de las marcas más importantes del mundo dependen de lo sostenibles que se las perciba”.
- Alineación con normativas vigentes: ISO 14001 Sistemas de Gestión Ambiental, ISO 50001 Sistema de Gestión Energética, adhesión al Informe de Progreso (COP) del Pacto Mundial de la ONU.
Cinco startups verdes por convencimiento
Liight: startup fundada en 2017 por Santiago Jiménez Cortés y Carlos Rosety, con la crearon una aplicación para incentivar hábitos sostenibles en las personas mediante mecánicas de gamificación.
Livall: empresa fundada y dirigida por Manu Marín, puesta en marcha en 2014, para fomentar el uso del transporte sostenible a través de la innovación tecnológica en materia de seguridad y conectividad, especializada en el desarrollo de cascos inteligentes para patinetes y bicicletas.
Climatetrade: startup impulsada por Francisco Benedito, Pedro Ramón López y Ana Kares Zapata en 2017, como ClimateCoin, y rebautizada un año después con su nombre actual, para convertirse en un marketplace de compensación de carbono, plataforma basada en tecnología blockchain.
Notpla: empresa de sostenibilidad ambiental, fundada por Rodrigo García González y Pierre Paslier en 2019, para hacer desaparecer los envases de plástico y sustituirlos por soluciones biodegradables y compostables, hechas de algas marinas y plantas.
Bullfeet: desde Albacete, Álvaro Temiño y Pablo Gil, fundadores de esta firma de moda sostenible, crean y venden sneakers y botas de corcho y plástico reciclado del mar, sin stock, y diseñadas por los propios consumidores.
Como se recordó en Davos, “la salud del planeta está ligada a la de las personas, pero también a la salud de las economías y de las cuentas de resultados”, por lo que la toma de decisiones empresariales –tanto de las grandes empresas como de las pymes- debe tener en cuenta los criterios ESG.
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