En 2009 preparé una de mis primeras conferencias. La titulé “Ser emprendedor es cuestión de actitud” y la difundí por diversos puntos de la geografía española durante dos o tres años. Eran otros tiempos…
Hace unas semanas, dando una clase de comercio electrónico, un alumno explicó su proyecto en menos de dos minutos. Consiguió la atención de todos los presentes como si de un elevator pitch se tratara. Logró casi la perfección en la explicación de su modelo de negocio. Tenía clarísima su idea, había estudiado y definido los puntos y procesos que debía seguir y además tenía calculada cada palabra de su explicación. Todo milimétrico, espectacular… de 10.
Pero terminó formulando la pregunta que no le deja dormir: ¿Qué es lo que necesito para empezar? La respuesta de uno de sus compañeros fue: «Pero si lo tienes todo, está clarísimo… solo te falta dar el primer paso».
Cuanto más emprendas, más sabrás
Hace unos años escuché a Bill Aulet, director del Martin Trust Center for MIT Enterpreneurship y profesor de la Sloan School of Management del MIT, decir que ser emprendedor queda guay. Y los informes indicaban en aquel entonces que el 20% de las personas aspiraban a ser emprendedoras antes de trabajar en otras empresas, pero a menudo desconocían lo que comportaba ser emprendedor. Para muchos de ellos, el motivo era generar más puestos de trabajo en el futuro.
Es por ello que debemos enseñar a las personas a ser emprendedoras, no sirve solo el mensaje. La pregunta sería: ¿Se puede aprender a ser emprendedor? Aulet decía que cuantas más veces emprendas, mejor emprendedor serás. Totalmente de acuerdo, ya que cuantas más veces repetimos algo, más experiencia tenemos, porque la experiencia no es cuestión de años, sino de repeticiones.
También hace años, mi hijo cursaba una asignatura de emprendeduría y recuerdo que yo mostré interés por saber qué le enseñaban. No quedaba muy claro cuáles eran los objetivos de ese contenido, porque en el momento de emprender, hay varias opciones y el contexto es mucho más complicado de lo que parece a simple vista.
En proyectos o empresas tradicionales se preparan análisis y estudios que definen la viabilidad y la rentabilidad. En proyectos nuevos de emprendedores esta fase de estudio es mucho más difícil, ya que suelen ser iniciativas disruptivas e innovadoras de las que apenas se dispone de datos.
Cuatro características de todo emprendedor
En mi opinión, para ser emprendedor se requieren cuatro puntos indispensables e intransferibles, que añadidos a los estándar llevarán a que los momentos se vivan de distinta manera.
1. El sueño
Todo empieza con un sueño. No hay nadie en el mundo que no tenga un sueño, por pequeño que sea. Ese sueño es un objetivo en movimiento y es consecuencia de una idea, tu idea.
Sueña despierto y en grande. Esa idea de negocio que has pensado y analizado provoca una ilusión y se convierte en un proyecto de vida con destino final. Si esas ilusiones en forma de pensamientos y sentimientos las sumas a un ardiente deseo de conseguirlo, tu sueño no te dejará dormir, porque es tuyo y de nadie más.
2. El compromiso
El compromiso es parte de nosotros mismos, es un acuerdo formal entre tú y tus sueños u objetivos. La vocación y hasta la obsesión (en algunos momentos) te llevarán al destino final de tu sueño. La dedicación y la disciplina aplicada día a día con esfuerzo, responsabilidad y organización para ejecutar un plan de acción son las piezas claves para conseguirlo.
El plan es importante, pero lo es más el compromiso que adquieres para ponerlo en marcha. Eso te creará unos hábitos diarios para avanzar hacia unos mejores resultados, que te ayudarán a seguir avanzando hacia una mayor calidad profesional. Es vital conocer diferentes puntos de vista en distintos momentos del proceso para poder rectificar, si es preciso.
3. La actitud
Se trata de ser un optimista permanente, creer en ti y en las personas que te acompañan en este viaje. La actitud es lo que te ayudará a lograr el punto anterior y llegar el primero al destino. Pero es cierto que el compromiso va acompañado de aptitudes (conocimientos) para poder hacer frente al día a día.
Cuando conseguimos la habilidad, se genera una experiencia, que si repetimos y repetimos incrementa la confianza personal necesaria para seguir adelante. Las personas altamente creativas e innovadoras han llegado a este punto.
4. La pasión
Una de las frases que me acompañan desde hace años y que muchos habréis oído es: «La vida es pasión, el resto es una pausa«. Pon toda la pasión del mundo. Cuando vives un proyecto con pasión, adoptas otra actitud, consigues el compromiso necesario y finalmente logras tus sueños.
Cuando eres consciente de lo que haces y el porqué lo haces, consigues un equilibrio de tu vida personal y profesional, y en este punto puedes lograr la felicidad. Es aquí donde el vocabulario y las imágenes mentales tienen un papel determinante.
Como emprendedor pienso que, a diferencia de lo que sucedía años atrás, actualmente hay otros factores que ayudan a avanzar a mayor o menor ritmo a los emprendedores, como la situación económica mundial, la adaptación a los cambios tecnológicos de la cuarta revolución industrial, etc.
Pero lo que está demostrado es que los cuatro puntos anteriores siguen acompañando a las personas más emprendedoras, disruptivas e innovadoras de nuestro país.
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