Hace meses que asisto con preocupación a un goteo de noticias relacionadas con el cierre de tiendas históricas. Este fenómeno se produce en toda la geografía española, particularmente en las ciudades más grandes y se intensificará a medida que se acerque el final de este año, momento en el que entra en vigor la nueva Ley de Arrendamientos Urbanos, que pone fin a las rentas antiguas. Esto supone que los precios de los alquileres de estos negocios se actualizarán a los precios actuales de mercado, inasumibles para la mayoría de estos negocios.
Salvo algunos cierres sonados, la desaparición de comercios con décadas de historia se suele despachar, en el mejor de los casos, con pequeñas reseñas en las páginas menos destacadas de los periódicos. En la mayoría de estas noticias se da cuenta de algunos de los motivos que han abocado al cierre a estas tiendas, pero no siempre se analizan las consecuencias que dichos cierres tienen para la imagen de la ciudad, la cultura o la economía.
Motivos de los cierres de tiendas históricas
A lo largo de los últimos años, especialmente al inicio de la crisis económica, hemos visto desaparecer algunos comercios históricos por diferentes motivos, algunos de los cuales son:
- Competencia de otros tipos de comercio. Algunos comercios no han podido hacer frente a la competencia que han supuesto los centros comerciales o la proliferación de marcas low cost. Ejemplo: En el sector de la electrónica de consumo, factores como los escasos márgenes, el dinamismo del mercado y la competencia de los grandes distribuidores, tanto offline como online, han hecho desaparecer a muchos comercios especializados o pequeñas cadenas.
- Cambios en las pautas de consumo. En los últimos años, especialmente en algunos sectores, se han producido importantes cambios que han afectado a la manera en la que los consumidores hacen sus compras o, incluso, a los artículos que compran. Ejemplo: La forma de hacer fotografías y el uso de éstas ha cambiado mucho en pocos años, llevándose por delante numerosas tiendas de fotografía.
- Falta de actualización. En otros casos, los que antes fueron negocios de gran éxito se han quedado anclados en el tiempo, sin actualizar su propuesta comercial ni sus instalaciones a las necesidades y gustos de las nuevas generaciones de clientes. De esta manera, la cifra de negocio ha ido disminuyendo mientras su clientela envejecía.
- Falta de relevo generacional. Incluso en negocios que se han ido actualizando a lo largo de los años, se ha descuidado el relevo generacional. De esta manera, el objetivo de muchos de estos comercios es sobrevivir hasta el momento en el que el dueño alcance la edad de jubilación. Ejemplo: Existen cientos de pequeñas relojerías y joyerías que se abrieron en los años 70 cuyos fundadores están en esta situación.
Rentas antiguas y burbuja inmobiliaria
La burbuja inmobiliaria hizo que el precio de las viviendas, y también el de los locales comerciales, se disparase en pocos años. De hecho, España figura en el puesto número 15 entre los países con los alquileres comerciales más altos, con la calle El Portal del Ángel en Barcelona a la cabeza de las más caras, con una media de 3.180 euros por metro cuadrado.
Algunos negocios históricos se habían beneficiado hasta ahora de la prórroga que supuso la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1995, pero ésta queda sin efecto el 31 de diciembre de 2014. Estas “rentas antiguas” habían permitido a muchos negocios mantener sus puertas abiertas pagando alquileres casi simbólicos. Mientras tanto, los escasos y preciados locales que iban quedando libres en las mejores calles, marcaban listones cada vez más altos.
A partir del 1 de enero de 2015, todos esos contratos se habrán actualizado, por lo que todas las “rentas antiguas” pasarán a precios de mercado, y se multiplicarán los precios que se han de pagar. Por poner un ejemplo, una renta de 1.000 euros puede alcanzar los 20.000, aunque estos saltos pueden ser mayores en las calles más comerciales.
Tiendas con valor histórico
Parece claro, por el número de cierres que se están produciendo, que ningún organismo se ha preocupado de proteger el valor histórico de estas tiendas. Muchas de ellas tienen un gran valor cultural o arquitectónico y, además, un indudable interés turístico.
Evidentemente, para proteger a algunas de estas tiendas habría que determinar qué elementos debiera de reunir un negocio de este tipo para merecer esta protección. Sin embargo, más allá de alguna ordenanza para limitar las modificaciones a nivel arquitectónico de algunos locales, no se espera ningún movimiento en este sentido mientras, día a día, continúa el goteo de cierres.
De la misma manera que se protegen los cascos históricos y se regula la urbanización en ellos, cierto tipo de comercio es un patrimonio histórico que habría que preservar. Sin embargo, no siempre es fácil determinar qué es lo que debe ser protegido.
Qué desaparece con el cierre de las tiendas históricas
Quizás el valor arquitectónico sea el aspecto más fácil de valorar y de catalogar. Muchos de los comercios en peligro de cierre forman parte de la historia y de la identidad de una ciudad por su arquitectura y, por ello, son una parte de su atractivo. En ocasiones, este patrimonio ha desaparecido de un plumazo para que un negocio abra sus puertas y las vuelva a cerrar en pocos meses, dejando irrecuperable la esencia del local.
A veces lo que desaparece con el cierre de una tienda o un local de hostelería es una parte pequeña, pero importante, de la cultura: una manera de hacer repostería, unos productos artesanos o una selección de productos única, por poner unos ejemplos. Nuevamente, a la pérdida cultural hay que sumar la pérdida de interés turístico, ya que muchas de estas tiendas y sus productos figuran en numerosas guías de viaje y constituyen uno de los valores diferenciales de una ciudad.
El peligro de la “londonización”
Se conoce como “londonización” al fenómeno por el cual los centros de muchas calles en todo el mundo tienden a parecerse cada vez más, al tener en común un porcentaje cada vez mayor de tiendas y locales de restauración de las mismas marcas. Esta estandarización resta atractivo a los centros de estas ciudades y hace más difícil el contacto entre el visitante y la cultura local.
Todo apunta a que, a partir del próximo 1 de enero de 2015, la “londonización” se acelerará en las calles más comerciales de las ciudades de toda España. Quizás en alguna ciudad se promulgue alguna medida al respecto que, con toda seguridad, llegará tarde para muchos negocios que, para entonces, habrán bajado la persiana para siempre.
Foto: Visentico/Sento, distribuida con licencia CC BY-SA 2.0