Está entre las profesiones con más futuro en la actualidad. El growth hacker, hasta ahora un término circunscrito a países como Estados Unidos, se ha hecho un hueco en el mercado español y se ha convertido en uno de los perfiles más demandados y difíciles de encontrar.
Su trabajo tiene que ver con el marketing digital y con el crecimiento de las empresas, sobre todo las de nueva creación y startups, carentes en general de músculo financiero para darse a conocer por los medios publicitarios tradicionales. Su principal cometido es incrementar rápidamente las ventas, los ingresos o la notoriedad de una empresa, todo ello mediante acciones que requieran un gasto mínimo y que puedan realizarse en poco tiempo. En definitiva, incrementar el tráfico y lograr la conversión. Suena bien, pero es muy complicado: pocos recursos, grandes resultados. El sueño de cualquier empresa…
Según Sean Ellis, creador del término, un growth hacker es el profesional que “consigue el crecimiento sostenible de un negocio, que logra hacerlo escalable y repetible en poco tiempo”. Es, como señala el propio Ellis, un perfil a caballo entre el ingeniero y el experto en marketing. Debe poseer altas dosis de creatividad y, a la vez, ser analítico y moverse bien en el entorno de las redes sociales, el posicionamiento en Internet, las nuevas tecnologías y, por descontado, las métricas y los KPI (Key Perfomance Indicators, indicadores clave de desempeño), para saber en todo momento cómo están funcionando sus técnicas y actuar en consecuencia.
Técnicas de growth hacking
Muchas empresas utilizan estos recursos de bajo coste como complemento o bien como alternativa a la publicidad y el marketing tradicionales. Entre las técnicas más utilizadas destacan:
Invitaciones exclusivas. Un producto o servicio (acceso a una red social, por ejemplo) es accesible solo a través de una invitación. Se ofrece el acceso a un número determinado de usuarios y estos, a su vez, pueden invitar a un número limitado de “amigos”. La idea es generar expectación, que todos hablen del producto como de algo exclusivo y que todo el mundo quiera acceder a él o tenerlo, precisamente porque no está disponible para todos los usuarios.
Ludificación (gamification, en inglés). Es una técnica cada vez más empleada por las empresas, pero no solo para lograr una mayor fidelización de los clientes o generar conversión, sino también entre los propios empleados, para conseguir un mayor espíritu de pertenencia o para mejorar el trabajo en equipo. Se trata de aplicar mecánicas de juego para que los usuarios realicen ciertas acciones: que respondan a preguntas, que se descarguen contenidos, etc. A cambio acumulan puntos con los que consiguen algo material (un regalo) o inmaterial (ser el mejor en algo mediante un sistema de puntuaciones).
Promociones, descargas gratuitas de eBooks y tutoriales, etc., en las que hay que rellenar un formulario con nuestros datos (leads). La idea es hacerse con una base de datos segmentada, y contactar a posteriori con los usuarios que han cumplimentado el formulario, con el fin de ofrecerles un producto o servicio concreto.
Versiones freemium: Se utilizan en numerosas aplicaciones y juegos. Tienen una parte básica gratuita y otra adicional de pago. Si el usuario quiere acceder a más funcionalidades, tendrá que suscribirse a un modelo de pago o desembolsar cantidades puntuales por ir incrementando las opciones que ofrece la app (más informes, más estadísticas, por ejemplo) o el juego (nuevos personajes, más accesorios). Semrush, Socialbro y otras herramientas de las que se ha hablado en este blog utilizan este modelo.
En este interesante artículo de Antevenio hablan de tres empresas que han utilizado con éxito las técnicas de growth hacking: YouTube, Airbnb y Dropbox. Os lo recomiendo. Pero cuidado con algunas de esas prácticas, porque no son muy ortodoxas e incluso se puede cuestionar su legalidad. Está bien conseguir resultados rápidamente y a bajo coste, pero no a cualquier precio.
Foto: Manel