Bill Gates, Steve Jobs, Mark Zuckerberg o Amancio Ortega no acabaron sus carreras universitarias. Y la mayoría de las empresas cada vez priorizan más las competencias y habilidades profesionales (soft skills) que los títulos y las capacidades técnicas, que en cualquier caso tampoco hay que subestimar.
Pero la vida cambia en un abrir y cerrar de ojos. Y ese pestañeo constante obliga a las empresas a contratar personas con ciertas destrezas que les permitan ser competitivas en un mundo laboral mutante y nómada, en el que la adaptabilidad o el liderazgo son condiciones sine qua non para triunfar.
Sin olvidar, claro está, habilidades vinculadas al sector tecnológico en áreas como la ciberseguridad y el cloud computing, la inteligencia artificial, el marketing digital, la gestión de datos, la automatización de los procesos, etc.
En este marco, algunas de las capacidades más imprescindibles para el futuro serían: el pensamiento crítico, la creatividad, la gestión de personas, el arte de la negociación, la inteligencia emocional, la empatía, la innovación, la comunicación efectiva, la capacidad de influencia, la flexibilidad, la proactividad, la tolerancia a la frustración, la resiliencia, el trabajo en equipo o la visión estratégica.
Las tres habilidades por excelencia
Pero si hubiera que subir al podio las tres soft skills que resultarán cada vez más necesarias y demandadas, Miguel Sarrión, director asociado de Peoplematters, elegiría las siguientes:
1. Solución de problemas complejos y pensamiento crítico
“Es cierto que la inteligencia artificial resuelve problemas que las personas no pueden, pero también ocurre al revés cuando el contexto es ambiguo o complejo, por ejemplo, afectando a distintas industrias, o cuando el problema no está definido de forma clara o completa”.
Sarrión explica que, aunque las máquinas mejoran constantemente su capacidad de pensamiento crítico, están todavía lejos de igualar la capacidad de conectar, interpretar e imaginar conceptos en un mundo lleno de matices. Un ejemplo sería el argumento legal para defender un caso o un mensaje comercial para seducir a un potencial comprador.
2. Creatividad
El director asociado de Peoplematters opina que la creatividad y, relacionada con esta, la capacidad de innovación, requieren intuición y momentos inesperados de inspiración que hoy por hoy la inteligencia artificial no puede imitar. Pensemos, por ejemplo, en un diseño de arquitectura, una composición musical o una campaña de marketing.
3. Gestión de personas
Más allá de los procesos, las operaciones, las automatizaciones o la gestión de la información, las organizaciones son realidades complejas de interacción humana y las habilidades de gestión de personas y equipos por parte de los líderes resultan críticas para impulsar el desempeño, la obtención de resultados, el desarrollo y crecimiento profesional, la motivación y el compromiso.
Y Sarrión considera que los avances tecnológicos aumentan la importancia de estas habilidades para el éxito y la sostenibilidad de las empresas.
Soft skills frente a hard skills
No faltan los expertos que critican el término, soft, con el que se definen estas habilidades. Y no solo porque cada día resulten más importantes, sino porque en muchos sectores económicos y empresas ya empiezan a tener más peso que las hard (el conocimiento puro y duro).
Esta tendencia irá in crescendo en la medida en que nos encontramos en plena revolución tecnológica y nos dirigimos hacia un mundo donde las máquinas no podrán competir, o al menos no tan eficazmente, con las personas en el desempeño de las tareas menos rutinarias y más proclives a las intuiciones, pensamientos, sensaciones o emociones.
En este marco, Sarrión piensa que -mal denominadas- soft skills como la creatividad o la negociación cobrarán cada vez más importancia, al igual que aquellas habilidades que son ineludibles para dar valor a productos de máquinas y de inteligencia artificial. Por ejemplo, la interpretación y generación de narrativas o storytelling a partir de la analítica de datos.
Contra la “titulitis”
Es cierto que la tasa de paro entre licenciados y graduados es menor que entre personas sin ningún tipo de título académico. Y que es aún más baja entre estudiantes de formación profesional. Pero se acabaron los tiempos en los que las empresas buscaban cerebritos que no despegaran la cabeza del ordenador, con folios y folios de currículo pero sin ninguna habilidad interpersonal.
Porque uno puede ser muy bueno con habilidades técnicas muy específicas para un trabajo, pero si no es capaz de adaptarse o incluso prever los continuos cambios, de proponer acciones y analizar con espíritu crítico, de motivar e inspirar a quienes tienen a su alrededor o de trabajar en equipo, probablemente nunca llegará a encajar en el nuevo ecosistema laboral.
En este sentido, la pandemia también ha marcado un punto de inflexión, ya que ha actuado como acelerador de la transformación digital de empresas y administraciones. Y que ningún robot podrá imitar habilidades propias de los humanos como la empatía, la creatividad o el liderazgo.
Así pues, sin menospreciar -ni mucho menos- la importancia de la formación académica y universitaria para estar adecuadamente cualificados en el actual mercado laboral, los trabajadores necesitan desarrollar destrezas y habilidades no técnicas, más relacionadas con sus formas de trabajar e interactuar con compañeros y clientes.
Porque la digitalización es imparable. Pero en un mundo totalmente digitalizado y conectado, las personas seguirán siendo las protagonistas. Y hay ciertas habilidades, aptitudes y destrezas que no enseñan los libros de texto, sino que se adquieren con la experiencia, en un día a día cada vez más imprevisible e incierto.
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