Confieso que los que me conocen me pueden tachar de “optimista antropológico” pero sí que es cierto que, tras unos recientes cafés con unos colegas del sector, concluyo que no he sido el único en apreciar últimamente ciertos brotes verdes (parafraseando a un presidente de cuyo nombre no quiero acordarme) en el mercado de las franquicias.
A pesar del escepticismo reinante en las páginas salmón, numerosas firmas siguen apostando por sí mismas e invirtiendo en lo que en nuestro argot denominamos proyectos de franquicia.
La argumentación que se emplea, en este sentido, es lógica aunque no siempre acertada: si un negocio funciona perfectamente bien en Albacete, el duplicado del mismo podría o debería operar igual de bien en Almería.
Aunque la fórmula de este éxito es de todo menos predecible, sí que es cierto que un buen concepto con un buen planteamiento, esto es, un buen Plan de diseño y desarrollo, suele funcionar bien.
En cuanto a las franquicias ya existentes, siguen avanzando a un paso lento pero seguro. Aunque el yogur helado continúa teniendo la medalla de oro en aperturas con llaollao a la cabeza, también es cierto que las franquicias más tradicionales, como las de restauración, alimentación o moda siguen abriendo, pese a todo, unidades propias y franquiciadas.
Descendiendo a la base de la pirámide, tenemos a los franquiciados, quienes gestionan, invierten y bregan en el día a día para que sus negocios sean rentables. Pues bien, nosotros como consultora también hemos percibido que hay muchas personas decididas a plantarle cara al desempleo y emprender mediante la franquicia.
La mayoría de ellos, parados de media-larga duración que, conscientes de la precariedad del mercado laboral, se plantean y estudian alternativas en franquicia. Llegados a este punto, y atando unos pocos cabos, yo me pregunto: ¿serán todo imaginaciones mías?
Foto @ReservasdeCoches.com, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0