Olvídate del talento y empieza a trabajar

Nos hemos pasado sobrevalorando el talento. Al igual que en su momento lo hicimos con la motivación, hasta que Emilio Duró nos recordó que no hay nada más peligroso que un tonto motivado. Pues bien, yo creo que no hay nada peor que “un talento” con pocas ganas de trabajar. Y es que esto del management va por modas, y últimamente ha sido la de la gestión del talento. Como muestra, en Google aparecen 111 millones de resultados al buscar el término «talento» y apenas ocho millones de la palabra «perseverancia». Por eso quería escribir este artículo, porque creo que se nos está olvidando aquel adagio que hizo suyo Ray Kroc:

 

Persevere. Nada en el mundo puede reemplazar a la perseverancia. El talento no lo hará; nada es más común que los fracasados con talento. El genio no lo hará tampoco; el genio sin recompensa ya es proverbial. Perseverancia y determinación son las únicas virtudes omnipotentes.

 

Ojo, que no quiero decir que el talento no sea importante, sino que si me dan a elegir entre alguien con talento pero que no da un palo al agua y alguien con menos talento pero que trabaje más, me quedo con la segunda opción, aunque idealmente me gustaría tener alguien con talento y trabajador.

Como muchos sabréis, talento (del griego talanton, que significa balanza o peso) era una unidad de medida monetaria utilizada en la antigüedad. Por otro lado, de la interpretación de la parábola de los talentos del Nuevo Testamento, derivan inteligencia y aptitud (capacidad para el desempeño o ejercicio de una ocupación) y ambos términos figuran como las dos primeras acepciones de la R.A.E. para definir «talento». Del mismo modo que si guardamos el dinero debajo de un colchón no vale de nada, lo mismo sucede si no ponemos el talento a trabajar.

Por tanto, me gustaría invitarte a que revisaras tu política de gestión del talento, que sin duda es necesaria, para que la evalúes desde este prisma, premiando no solo las capacidades de cada persona, sino también su desempeño. Fomenta también esa capacidad de perseverar, genera dinámicas que fomenten ese esfuerzo común. Te dejo con algunos de mis hábitos personales, por si alguno te sirve:

En general, no se trata de grandes trucos ni de nada que no esté a tu alcance, así que ¡a trabajar!

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