Millones de personas en todo el mundo utilizan las redes sociales como medio para mostrar facetas de su vida personal o profesional. Pero concretamente Instagram tiene otro tipo de usuario que no aparece en las demás redes sociales: aquél que arriesga su vida para hacerse un selfie.
Escalar hasta lo más alto de un rascacielos sin ningún tipo de protección, para hacerse una de estas “autofotos” se ha convertido, aunque parezca mentira, en poco menos que cotidiano.
Un piloto que abre la ventanilla de su avión y que, en pleno vuelo, se fotografía con medio cuerpo fuera del aparato para que se vea a él, a su avión en vuelo y, en el horizonte, una ciudad o un monumento que sus seguidores puedan reconocer con facilidad es otra de las escenas más que arriesgadas que están dando la vuelta al mundo 2.0.
Por qué jugarse la vida por triunfar en Instagram
Algunos usuarios de Instagram no parecen tener otro objetivo en esa red social que conseguir seguidores a cualquier precio. Lo que muchos de esos usuarios buscan es influencia social, para que las marcas comerciales se fijen en ellos y les ofrezcan suculentos contratos publicitarios.
Pero, ¿merece la pena arriesgar la propia vida para tener éxito en Instagram? La respuesta es muy personal y está claro que a muchas personas sí les merece la pena correr ese riesgo.
Las noticias suelen informar de vez en cuando de algún “instagramer” que ha conseguido el selfie más arriesgado, más asombroso, más peligroso, pero pocas veces los telediarios abren sus noticias con el fallecimiento de un «instagramer» que quiso llegar más allá.
No es fácil conseguir datos y estadísticas, pero sí he podido ver que en 2017 fallecieron 49 «instagramers» mientras se hacían un selfie. Normalmente mueren al precipitarse al vacío, pero también suelen ser atropellados por trenes.
Vista la cifra de usuarios de Instagram y la de fallecimientos, no parece que la tasa de mortandad sea muy alta en este tipo de «instagramers».
Y si esa influencia social le reporta una buena cantidad de dinero, muchos comenzarán, desgraciadamente, a pensar que es posible que sí merezca la pena arriesgar la vida por un poco de influencia digital, un puñado de billetes y unos miles de seguidores más al final de su “jornada laboral”.
A continuación, os quiero mostrar a algunos de los usuarios que tienen este tipo de cuenta de Instagram y su arriesgado trabajo. Veréis que no todo el mundo sería capaz de hacer semejantes fotos:
Lamyock
Este artista de Hong Kong utiliza sus fotos arriesgadas desde grandes alturas para llamar la atención sobre sus otras fotografías. De esta manera consigue una gran repercusión social y llamar la atención de marcas como Apple, Adidas y Kalvin Klein.
El riesgo para él es una forma de mostrar su verdadero trabajo y conseguir más y mejores clientes. Es una estrategia arriesgada, pero a él le funciona, porque ya habéis visto quiénes son sus clientes. Si necesitáis un fotógrafo para vuestra boda, no lo llaméis a él, estará ocupado en otras cosas.
Pero no todos los «instagramers» que arriesgan sus vidas lo hacen por un motivo tan claro como Lamyock.
Kirbase
A este joven moscovita le fascina el entorno urbano y sus alturas. Dice que le gustan los carteles de “prohibido el paso” para saltárselos y hacer la foto más asombrosa de las ciudades que visita, y si os pasáis por su Instagram veréis que visita muchas ciudades.
Personalmente me llama la atención los “pocos” Me Gusta que consiguen sus fotografías. Aun así, es un influencer que ha salido varias veces en las noticias de televisión con sus vídeos andando por edificios y estructuras, a grandes alturas, y sin ningún tipo de medida de seguridad.
Beerkus
Otro moscovita arriesgado, sólo tienes que ver la foto de su Instagram. Un leve golpe de viento y el joven ruso pasa a la historia. Puede que ese sea el encanto que vean sus más de 246.000 seguidores en Instagram.
Lo que queda claro es que hay que ser de una pasta especial para arriesgar la propia vida por 19.050 Me Gusta en una red social. Por mucho que las marcas te ofrezcan contratos que te permitan estar constantemente viajando por el mundo.
Viki Odintcova
Esta modelo decidió arriesgar su vida por una foto imposible que saliese de su línea de modelo profesional luciendo trajes de baño, lencería o trajes de noche.
No soy sociólogo y no he estudiado el caso, pero en la actualidad su cuenta de Instagram se acerca a los 5 millones de seguidores.
Es verdad que los 127.328 Me Gusta de esta arriesgada foto se alejan mucho del millón de likes que tienen algunas de sus fotos y vídeos como modelo profesional.
Bien podría ser también debido a que las frases y estados de Instagram que acompañan a estas imágenes no son demasiado polémicas o extensas, que es realmente lo que despierta el like en la mayoría de los usuarios de esta red.
Pero seguro que la polémica creada por esta fotografía le ayudó a atraer seguidores a su Instagram y aumentó su grado de influencia digital.
Rachele Brooke Smith
Raquel es modelo, actriz, coach, influencer, un poco de todo. Utilizó la técnica de arriesgar su vida para aumentar su grado de visibilidad en Instagram. Y si te pasas por su perfil podrás ver que las 10.114 reproducciones de su vídeo haciendo yoga en lo alto de un edificio de Nueva York es casi su mejor marca en Instagram. En este caso, arriesgar su vida con un selfie imposible se ha visto claramente recompensado.
Sus demás fotografías son “normales”, una muestra de su trabajo y su día a día; las demás fotografías y vídeos de su cuenta de Instagram no suelen alcanzar los 5.000 Me Gusta.
No he querido hacer una lista demasiado larga, porque no tiene sentido, con esta pequeña muestra podéis ver qué punto de riesgo está la gente dispuesta a asumir para conseguir ser un influencer digital.
Os he mostrado casos en los que el riesgo y el peligro parecen ser las únicas motivaciones para hacerse un selfie. En otros, la motivación es conseguir ese minuto de gloria que impulse una carrera profesional.
¿Y vosotros? ¿Estaríais dispuestos a perder la vida por un selfie opor ganar seguidores en Instagram?
Según dicen las estadísticas, muchos de vosotros habéis respondido con un contundente sí.