Es difícil escuchar la voz del futuro, pero hay cosas que ya sabemos sobre él. Se caracterizará por la rapidez, la flexibilidad y lo efímero, por la brutal velocidad que imprimirá a nuestras vidas y a nuestro entorno organizativo. El éxito y el dolor del fracaso organizativo dependerán de nuestra capacidad de innovación, de estos comportamientos que permiten construir el futuro -sobrevivir- o desaparecer.
Aunque dicen que hay secretos profesionales que nunca se deben contar, los que nos dedicamos a las áreas de gestión del cambio y transformación organizativa sabemos que la mayoría de los proyectos de cambio complejos de nuestras organizaciones no tienen éxito.
Los proyectos más importantes y estratégicos están mayoritariamente abocados al fracaso, una adecuada gestión del cambio puede mejorar las posibilidades de éxito, pero aún así la denominada innovación disruptiva es compleja y difícil. Es más seguro potenciar una innovación continua difusa que implique a todos los empleados, una cultura innovadora, donde el cambio se produce de forma invisible.
El fracaso de la innovación disruptiva
La paradoja de la Era de la Innovación, donde el cambio proactivo es más necesario que nunca, es que el cambio disruptivo, el cambio que pretenden los proyectos de transformación, aquel que es más valiente y en muchos casos absolutamente necesario para la supervivencia de la empresa tiene pocas probabilidades de éxito.
Los mejores expertos en gestión del cambio difícilmente pueden luchar contra la resistencia y las emociones organizativas. El sistema inmunológico de las organizaciones está diseñado para eliminar el cambio que amenaza sus valores y comportamientos. El cambio, por necesario que sea, supone una prueba de fuego para el mejor directivo o responsable de proyecto. Pocas cosas son tan seguras y fáciles de predecir como este cruel fenómeno.
A menudo los líderes inevitablemente tendrán que asumir riesgos frente al probable fracaso y asumir sus consecuencias. Pero los líderes más inteligentes siempre que puedan deberían apostar por la innovación invisible.
La innovación invisible
La solución sería que la resistencia no se manifieste, que el impacto del cambio sea tan pequeño que no genere demasiado ruido, que no se aprecie y sea invisible… No puedes luchar contra lo que no ves.
Al igual que una gota de agua no preocupa a la dura roca, pues su impacto es insignificante, el microcambio no genera resistencias culturales, pues su impacto también es insignificante.
Al igual que el agua después de mucho tiempo da forma a las rocas, el microcambio continuo puede producir cambios disruptivos (cambios complejos). Pero solo es visible con el paso del tiempo, nunca a corto plazo.
Apostar por el cambio continuo tiene menos riesgo y hace menos necesario el cambio disruptivo. El sentido común nos dice que cuantos más cambios continuos haya menos cambios disruptivos serán necesarios. Cuantos menos pequeños cambios haya, más necesaria y urgente será la revolución organizativa, la disrupción.
La innovación más eficaz es la que no se percibe como transgresora, la que asume riesgos tan pequeños que casi no se consideran riesgos, la invisible, la que pasa desapercibida.
Crear las condiciones de la innovación invisible
La innovación invisible requiere premiar el pensamiento creativo, conductas que la mayoría de las culturas matan inadvertidamente, requiere estar en constante cambio de forma descentralizada en todas las partes de la organización y requiere cambiar nuestros sistemas de gestión y de liderazgo para conseguir una cultura innovadora. La innovación invisible requiere sobre todo innovación en los sistemas de gestión.
La cultura innovadora es la que genera la innovación invisible. Es la cultura donde el cambio es posible, donde la principal función del directivo o mando es facilitar y crear las condiciones del microcambio.
El secreto para tener una cultura innovadora reside en unos directivos que la fomenten, eso que hemos denominado liderazgo transformador. Unos directivos cuyas características permitan que otros lideren sus ideas, que establezcan las bases para que el cambio suceda, pero sobre todo que “potencien”, que den el poder a otros para que el cambio suceda: que permitan a otros innovar.
Tener el éxito en la innovación es conseguir que esta esté en todas partes, que todos los empleados sean agentes de cambio constantemente de forma cotidiana, líderes de proyectos o de pequeñas iniciativas o simplemente que aprendan continuamente y apliquen las mejores prácticas…
Tener éxito en la innovación es utilizar la innovación disruptiva solo cuando no haya otro remedio… La innovación invisible o silenciosa, la creación de una cultura innovadora, suele ser la mejor estrategia para tener éxito frente al cambio.
Imagen @Pink Sherbet Photography, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0