¿Todos los datos son buenos? Es una pregunta interesante, especialmente en analítica, pero en cuanto a seres humanos se refiere llegamos a un punto de sobrecarga informativa conocida como infoxicación. Conozca esta tendencia.
Nunca hemos generado tanta información. Por cuenta de las redes sociales, el Internet de las cosas y el auge del vídeo en línea, entre otras causas, el tráfico global de datos en Internet aumentó más de 25% en 2022.
A esto debe sumarse la transformación digital de las empresas y el teletrabajo que incrementó aún más la información que pasa por la gran red. Un fenómeno que trajo descubrimientos positivos, en productividad, pero también negativos, como la sobrecarga laboral o burnouts.
Pero ahora se está hablando mucho de otra consecuencia: la infoxicación. Se trata, básicamente, de la incapacidad de gestionar todos los datos que llegan al usuario. Por ello, también se le relaciona con otro término: sobrecarga informativa.
Y aunque originalmente suena como un mal de entornos digitales sus consecuencias son físicas, traduciéndose en estrés, incapacidad para concentrarse, mala memoria, ansiedad, etc.
Origen y FOMO
Estrictamente hablando y aunque sus definiciones se rozan, la infoxicación y la “Information Overload” vienen de diferentes autores. La primera es del analista español Alfons Cornella, en 1996, mientras la segunda es del futurista estadounidense, Alvin Toffler, en 1970.
Pero lo que más resalta es lo profético de ambas visiones en tiempos en los que Internet no existía o estaba en sus inicios. Y otra cosa en la que coinciden es en sus consecuencias para la productividad, llevando a paralizar la capacidad de análisis de los empleados.
Una forma sencilla de saber si está “infoxicado” es analizar cuanta información queda en la cabeza después de leer un texto y el nivel de inseguridad, comparado con los colegas. Existe además un término asociado con frecuencia y es el famoso FOMO.
Recordemos que el síndrome FOMO, cuyo nombre proviene de Fear of Missing Out, deriva de la ansiedad por no perderse de nada de lo que hacen los demás, llevando a las personas a inundarse de información, muchas veces no relevante.
Una solución también tecnológica
Ahora bien, ¿cómo evitar estos males? La respuesta, curiosamente, puede provenir también de la misma tecnología que la causa. Un ejemplo son los lectores de RSS que recogen y seleccionan automáticamente la información importante, desechando el resto.
Pero la principal cura de este mal viene de la cultura misma. Para tal fin es importante crear unos principios de selección, que eliminen de la rutina los sitios web innecesarios. También organizar la agenda, para conocer cuánto tiempo se está perdiendo y por último la precaución. Tal vez si gastamos mucho tiempo de nuestra vida en leer lo que otros hacen podemos olvidar vivir la nuestra.
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Foto de vanalya