Desde muy pequeños se nos deja intuir que la creatividad y el potencial artístico no son algo importante. Educación plástica y música son, habitualmente, asignaturas “marías”, fáciles de aprobar y sin mucha importancia. Los itinerarios de artes escénicas y plásticas en bachillerato son algo reciente, y no es raro que haya una burla soterrada a quienes deciden dedicarse al arte.
Desterramos la creatividad y el arte del mundo laboral “serio” y, por supuesto, empresarial, sin darnos cuenta de lo mucho que necesitamos el pensamiento creativo.
El primer paso para un emprendedor es, a menudo, una idea nueva. La epifanía de un producto o servicio que los consumidores necesitan, pero que el mercado no ofrece. A partir de esa idea surge un proyecto concreto, y nace una empresa. Nadie emprende de manera mecánica, siempre es necesaria una chispa, por pequeña que sea.
Resulta contradictorio que además denigremos la creatividad, pero veneremos socialmente la innovación. ¿Qué es la innovación sino creatividad bien dirigida? Es imposible tener ideas nuevas e innovadoras, revolucionar un mercado o un sector, sin pensar creativamente.
Un emprendedor necesita ser creativo no sólo para iniciar su proyecto, sino para mantenerlo a flote. Necesita creatividad a la hora de encontrar canales de difusión y maneras de llegar a su público objetivo, para desarrollar líneas de producto innovadoras, para dar con procesos de selección novedosos que le ayuden a escoger los mejores perfiles para los puestos que necesita cubrir (la contabilidad creativa mejor la dejamos fuera de este artículo).
¿Y cómo puede desarrollar esta creatividad alguien que dedica su día a día a la vida de oficina? No es necesario apuntarse a clases de pintura, sino simplemente desarrollar nuevas maneras de pensar y de mirar el mundo.
Una buena forma de mejorar la creatividad es sencillamente guardar los garabatos que hacemos inconscientemente mientras hablamos por teléfono o estamos en una reunión. Tras ellos pueden esconderse ideas, deseos y soluciones a problemas cotidianos que el subconsciente nos ofrece.
Otra posibilidad es observar los problemas cotidianos de una manera diferente a como solemos hacerlo. En vez de analizar cada parte de la situación por separado, intentar observarlo como un todo en el que cada parte tiene su lugar y su importancia, y tomando distancia.
También es una buena práctica liberar la mente y quitar bloqueos mediante la escritura automática. Con un bolígrafo en la mano, o frente al ordenador, escribir palabras que nos vengan a la mente o frases cortas, sin esperar que tengan coherencia ni sentido, simplemente dejar que las letras fluyan. Pueden aparecer cosas que nos sorprendan.
Hay muchas formas de desarrollar la creatividad, y existen formadores dispuestos a enseñarnos cómo hacerlo si nos decidimos a aprender.
¡Quítate prejuicios y pon en marcha tu imaginación!
Foto: Valerie Everett