La inteligencia directiva consiste en la capacidad de comprender y resolver los problemas de las organizaciones. Se manifiesta en el conjunto de habilidades directivas que una persona ha de tener para dirigir una organización, establecer una misión, fijar una prelación de objetivos, ejecutar una estrategia e influir en su entorno. La inteligencia directiva se aleja de la concepción unidimensional de la estrategia, la empresa y el entorno, porque la complejidad requiere apostar por nuevos actores de la innovación, el desarrollo de nuevos mercados internacionales y dotarse de nuevas herramientas.
En el ámbito de la acción, el éxito de los proyectos pivota sobre la capacidad de formular un propósito, la comunicación de los objetivos y la motivación del equipo para el trabajo en red. Este tipo de inteligencia es síntoma de madurez directiva cuando se comprende que se necesita una suerte de inteligencia múltiple que abrace la complejidad, siguiendo las tesis de Gardner. Por eso, la inteligencia directiva compendia la adquisición de nuevas capacidades, favorece la inclusión de perfiles profesionales diversos en el comité de dirección y apuesta por la diversidad. Es la revolución en marcha para la educación ejecutiva, que incorpora diplomacia corporativa, liderazgo global y competencias para la era digital.
Veamos qué cinco dimensiones aparecen como fundamentales:
1. Visión
La inteligencia directiva consiste en ser capaces de comprender qué nos rodea y de qué manera los cambios en el entorno empresarial afectarán la próxima cuenta de resultados. En marketing, significa adelantarse a las demandas de nuestros clientes. En operaciones, ser capaces de adivinar cuáles serán las necesidades de inventario o logística. En finanzas, hablamos de entender las posibilidades de la banca digital o el crowdfunding. En estrategia, la inteligencia se manifiesta en la “reconceptualización” de los negocios en sintonía con el nuevo entorno abierto, global, digital y transparente. La creatividad consiste en pensar las nuevas ideas. El reto de la innovación consiste en transformar estas ideas en operaciones de negocios que sean sostenibles en el tiempo.
2. El fin del poder
La lectura del libro de Moisés Naim, El fin del poder, es mi recomendación para el verano. Los cambios disruptivos en la política, la aparición de soluciones tecnológicas que acumulan millones de usuarios en poco tiempo, el declive de los oligopolios o el auge de la transparencia reclaman nuevos modelos de gobernanza corporativa. La inteligencia directiva consiste en ser capaces de influir en los procesos a través de las ideas que mueven el mundo. Ese thought leadership adquiere significado cuando es capaz de crear alianzas y espacios de interés y colaboración pública y privada. La sostenibilidad es la esencia de la agenda del liderazgo y la gobernanza global.
3. La empatía, el talento, la diversidad
El liderazgo consiste en ser capaz de entender la realidad a través de los ojos del otro, pero esta tarea no es sencilla si solo nos rodeamos de aquellos que piensan como nosotros, han estudiado en las mismas escuelas de negocios o comparten los mismos círculos sociales. La inteligencia directiva consiste en captar el talento que promueva la diversidad de opiniones, valores y experiencias. No hay liderazgo sin diversidad en las organizaciones. Lo contrario es homogeneizar los procesos y agotar las posibilidades de innovación.
4. La confianza
Es la moneda de cambio de la sociedad global, digital, abierta y transparente. No es optativa, sino fundamental para operar en los mercados. Sin confianza de clientes, distribuidores o proveedores, la empresa desaparece en el corto plazo. La inteligencia directiva consiste en ser capaz de transformar la confianza en oportunidades de negocio a través de los valores compartidos. El liderazgo basado en la confianza se construye sobre la red. Bien lo explica Tíscar Lara: “El concepto de autoridad ha cambiado radicalmente, las cadenas de mando no adquieren valor por cuestiones de jerarquía e imposición, sino por otros intangibles que deben ser desplegados para crear equipos cohesionados y comprometidos con los objetivos de una empresa, más aún cuando ésta debe tender a ser cada vez más plana y celular en una economía globalizada. Por tanto, interesan otros componentes en el estilo directivo como son la empatía en la toma de decisiones o el hacer desde la colaboración y la confianza”.
5. Ductilidad, movilidad, cambio
La inteligencia directiva consiste en ser capaces de integrar las distintas variables de cambio en las operaciones de negocio. El liderazgo aplica aquí cuando el cambio encuentra caminos para el desarrollo y no barreras artificiales.
En suma, es el momento de transformar las organizaciones a través del liderazgo y la inteligencia directiva. Habrá que estar preparados.
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