La innovación en la pyme es la piedra filosofal para conseguir alargar su vida. Pero no debe quedarse en un bonito proyecto, sino hacerse realidad.
Se habla de la innovación en numerosos foros y parece que todas las empresas y sus personas innovan. Como es algo etéreo, es preciso darle forma y asegurarnos de que se adapta a nuestra compañía.
Para aportar un poco de naturalidad, no es necesario que para que una empresa innove, desarrolle o invente algo inexistente, que revolucione el mercado de su sector empresarial.
Innovar supone cambiar las reglas de funcionamiento del sector, introducir novedades o mejoras en un producto o servicio, lanzar algo que cubra una nueva necesidad del público objetivo al que la empresa se dirige.
Podemos seguir divagando y diseccionando las bondades y los peligros de la innovación, pero eso no nos aportará luz para dar los primeros pasos. Lo que está claro es que en épocas de cambio de ciclo y de crisis global como la actual, surgen muchas oportunidades; simplemente hay que detectarlas.
¿Por dónde debemos comenzar para innovar?
Las personas que dirigen una empresa deberían hacer una evaluación del nivel de innovación que hay en la compañía.
¿Qué parte de su presupuesto anual corporativo está destinado a innovar? ¿Qué dinero se invierte en mejorar productos o servicios, investigar nuevas necesidades, lanzar nuevos productos, probar funcionalidades en fase beta…?
Muchos piensan que la innovación no va con su empresa, porque lo que aportan a sus clientes es lo que necesitan y no quieren cambios. Pero ¿cuánto tiempo hace que ofrecéis lo mismo? ¿Cuál fue la última novedad que lanzasteis al mercado?
No debemos olvidar que algunas organizaciones han muerto de éxito, es decir, les iba tan bien, que no vieron las señales que les indicaban que debían cambiar o diversificar. O, lo que es peor, las vieron y las ignoraron, pensando que eso no iba con ellos.
Será necesario ser autocrítico y preguntarse qué necesidades tienen vuestros clientes que no sois capaces de satisfacer. Muchas veces se escuchan respuestas como “eso no lo hacemos nosotros”, pero a la pregunta de “¿dónde lo podríamos encontrar?”, se da la callada por respuesta, no vaya a ser que se vayan a la competencia. El no ayudarles no hace más que ralentizar su fuga. Tanto si respondéis a esta última pregunta como si no lo hacéis, se van a ir a la competencia para ver quién lo ofrece. Y os aseguro que lo encontrarán.
Si son tus clientes los que tienen que adaptarse a ti y no al revés, tu empresa tiene un problema muy serio. Con la diversidad que existe hoy en día en el mercado, la fidelidad del cliente es efímera. Por ello, tienes que fidelizar a tu público objetivo cubriendo sus necesidades y eso comienza por escucharle.
¿Cómo escuchas a tu cliente y a tu público objetivo?
Es preciso conversar con los clientes de forma distendida; muchas veces te dicen que está todo bien. Pero debes hilar más fino y bajar a su terreno. Prueba cosas nuevas con ellos, es decir, experimenta cambios pequeños en los productos o servicios, para conocer a posteriori sus opiniones al respecto.
Igualmente, cada vez que interactúen con alguien de tu empresa, no dudes en preguntarles qué cosas necesitarían mejorar de vuestro producto o servicio, qué es lo que más valoran de tu negocio, qué es mejorable en el trato que les dispensáis.
Pregunta también a los clientes que dejaron de trabajar con vosotros cuál fue el motivo. Es habitual hacer encuestas de satisfacción que no suelen tener mucha relevancia, pues se reciben pocas respuestas. Es preferible hacerlas en visitas o llamadas de teléfono, de forma personalizada, que simplemente mandar un correo electrónico estándar.
Preguntar supone que en más de una ocasión no vais a recibir comentarios tan positivos como os gustaría. Pero mientras sea un feedback constructivo, os ayudará a hacer cambios relevantes.
Algunos restaurantes (u otro tipo de negocios) aparecen en plataformas móviles y en los buscadores con reseñas nefastas. Los clientes pueden dejar su opinión sobre su experiencia en ese local. Gustar a todo el mundo es prácticamente imposible. Y aunque algunas críticas son más hirientes que constructivas, es sorprendente comprobar que algunos de los propietarios de esos negocios se encaran con los clientes que se quejan y no les aportan soluciones.
En mi caso, me gusta leer comentarios de sitios a los que voy a ir por primera vez. Leo más de uno, para ver si las críticas son constantes o simplemente es un comentario puntual. Pero si tenemos muchos comentarios negativos, algo de razón habrá. Es momento de reaccionar.
¿Qué nivel de innovación existe en vuestra pyme?
Si todo tu personal hace lo mismo todos los días y no está dispuesto a cambiar y adaptarse, debes cambiar eso, porque de lo contrario pasarás por graves apuros. Si lo ignoras, puede ser que dentro de unos años tu empresa ya no exista.
¿Cuántas propuestas de mejora o cambio os plantean vuestros empleados? Si la respuesta es ninguna o guardáis silencio, algo va mal. Vuestros empleados son especialistas en lo que ofrecéis y tienen trato directo con el cliente. Si detectan vías de mejora en los productos o servicios, tienen que poder manifestarlas.
¿Qué canales o vías tienen para aportar ideas, necesidades o cambios? No sería la primera vez que una persona presenta una innovación o mejora a su responsable y este le dice que lo estudiará o trasladará a la dirección. Y la realidad es que esa idea acaba acumulando polvo en un cajón, lo que desincentiva a que sigan proponiendo ideas de mejora.
Una parte del tiempo de trabajo de cada empleado debería dedicarse a probar otras formas de hacer las cosas, a experimentar con cambios, probar productos o servicios nuevos con algunos clientes, estudiar las novedades o mejoras de la competencia, ver en qué sectores afines se pueden lanzar productos o servicios, controlar las necesidades y problemas nuevos que tiene el público objetivo con el que trabajáis.
Lo único es que todo ello requiere que vuestra empresa y su cúpula directiva no penalicen el error y perciban ese tiempo dedicado a innovar como inversión y no como coste.
Innovar conlleva asumir un riesgo. Por eso va bien idear un servicio o producto mínimo viable en fase beta para analizar su acogida entre los clientes, antes de ponerse a producirlo en masa o dedicar mucho presupuesto a esa nueva vía de negocio.
Vuestra empresa debe evolucionar todos los días y, si surgen problemas o contratiempos, la queja o el arrepentirse no llevan a nada. Tenéis que buscar una solución en la organización, en la que estén involucradas todas las personas de la compañía. Si, cuando surge un problema, algunas personas que trabajan allí lo ignoran o contestan que “eso no lo llevan ellos”, es preciso implementar cambios cuanto antes para sobrevivir.
Persistir e insistir en cambiar la mentalidad
La empresa debe premiar e incentivar los cambios y el intentar acciones que generen el crecimiento corporativo. El equipo directivo es el que debe dar ejemplo y estar involucrado, desde el minuto uno, en fomentar, animar y continuar esa adaptación a las necesidades del mercado, siendo pacientes y asumiendo que los resultados pueden tardar en llegar.
Tu empresa debe hacer lluvia de ideas de forma constante, ir puliéndolas y quedarse con las dos o tres ideas más potentes, sobre las que seguir trabajando.
Una de las claves es tener una cultura de innovación en la pyme. Hay que inculcar a todos esa necesidad de innovar de forma continua, para mejorar como profesionales, pero al mismo tiempo como beneficio para la empresa. Cuando uno percibe que su empresa valora las aportaciones, se involucra más.
Beneficios y riesgos de la innovación
Los riesgos están latentes y se sufren en silencio; no por mirar a otro lado dejan de existir. Estos son algunos de ellos:
- No evaluar los cambios implementados para seguir evolucionando.
- No seguir una estrategia y un foco claro.
- Permitir que cada persona haga lo que quiera, sin trabajar en equipo a la hora de mejorar.
Los beneficios son múltiples y os dejo algunos de ellos:
- La toma de decisiones es más ágil.
- Hay más personas con muchas ganas de aportar, porque le encuentran un sentido.
- Sentirse parte activa de la organización.
- Fidelizar a clientes.
- Innovación constante, que pasa a ser una característica de la marca de la empresa.
Debes conseguir que tus empleados no se conformen con lo que ya hacéis o tenéis asegurado. Aunque vuestras ventas vayan bien, tenéis que trabajar en mejoras y en cambios futuros, para no quedaros descolgados e ir un paso por delante del mercado. Innovar no solo tiene que ver con dinero, sino con estrategia de futuro, imagen y, sobre todo, ganas.
Foto de Werner Du plessis en Unsplash