Recientemente he tenido la oportunidad de participar activamente en dos eventos que aúnan tres de los contenidos principales de mi actividad profesional: innovación, internacionalización y comunicación. Uno, los Foros de Innovación de Korazza, la “patronal” de las Asociaciones y dos, el encuentro ENACPEN organizado por la Asociación de Corresponsales Extranjeros. En ambos acudí en calidad de representante de los Centros Tecnológicos españoles, y además de poder escuchar (conocer tendencias), compartir (experiencias) y aprender, los debates y personas con las que traté me han llevado a la reflexión de que los tres conceptos mencionados son en realidad tres de las claves más importantes para la construcción de un modelo productivo más competitivo: un modelo basado en la innovación, la globalización y la comunicación, sustentado en unos cimientos llamados tecnología.
La innovación forma parte del ADN de las empresas que quieren ser más competitivas, no se concibe en un entorno ajeno a la globalización, puesto que en su camino no existen límites geográficos. Nuestra sociedad, cada vez más globalizada, lo es por la creciente comunicación, interdependencia y accesibilidad de la información y el conocimiento. La comunicación se integra en las organizaciones no como una herramienta de gestión sino como parte de su genoma, que las hará diferenciarse del resto. Porque detrás de los consumidores, clientes, socios, proveedores, trabajadores, competidores… están las personas que son las que escuchan, dialogan y comparten en un mundo interconectado.
Y la tecnología es el elemento que vertebra los tres conceptos. Según los últimos datos publicados por el Ministerio de Economía y Competitividad, la actividad exportadora española en los primeros ocho meses del año ha crecido un 6,6% (2,5 puntos porcentuales más que en el mismo periodo en 2012). Este crecimiento se ha producido sobre todo en sectores con contenido tecnológico medio y medio-alto. El 30% de la actividad empresarial innovadora (tecnológica principalmente) en España es llevada a cabo por los Centros Tecnológicos, su importante papel como aliados y acompañantes de las empresas les otorga un papel relevante en la bondad de estas cifras. Aceptar que el mercado es global y asumir la internacionalización de nuestras empresas como una estrategia de desarrollo de futuro es la opción para el sostenimiento de la actividad económica española.
En el ámbito de la innovación y el desarrollo tecnológico las barreras geográficas son impensables. Se trata de compartir conocimiento, fomentar el intercambio en un mercado fuertemente competitivo para diferenciarnos. Como señalaban los autores del Manifiesto Cluetrain, “el mercado son conversaciones”. Pero no solo el mercado. Las marcas, las empresas, las organizaciones sociales han de hacer llegar sus contenidos a las personas de una forma diferenciada: las emociones son hoy por hoy las que marcan la percepción y la retención. Y la tecnología está brindando una oportunidad para hacerlo a través de diferentes vías y a cada vez mayor número de personas: con más valor diferencial, adaptación y accesibilidad. Como afirma Stephan Fuetterer en su libro “Social Business: cómo la tecnología social y las personas contribuyen a la rentabilidad de las empresas”, sobre el creciente uso de los smartphones, “el uso constante de este tipo de aplicaciones hará que en breve la palabra ‘conectarse’ carezca de sentido, porque ya estaremos permanentemente conectados”.
Nos encontramos en un escenario cada vez más rápidamente cambiante en el que las empresas, las personas, no solo han de adaptarse, sino aprender a cambiar mientras se están adaptando, que es lo más difícil. Como indica Pedro Moneo, CEO de Opinno, “un escenario donde los grandes cambios que afronta el ser humano equivalentes a la revolución industrial son cada vez más frecuentes, de tal forma que todos los seres humanos vivirán en este siglo al menos un hito evolutivo relacionado con la tecnología, y nuestros hijos seguramente más”. En este contexto la innovación, la comunicación, adquieren un nuevo sentido. “A una velocidad tan vertiginosa del cambio necesitaremos reinventarnos constantemente. ¡no podemos responder a los desafíos del siglo XXI con herramientas del siglo XVII”, afirma.
Ante este escenario vertiginoso, las organizaciones han de aprender a evolucionar muy rápido, y si la innovación, la internacionalización y la comunicación han calado en el núcleo de sus procesos, podrán encontrar nuevas oportunidades antes inimaginables que, bien aprovechadas, gracias además a la tecnología, marcarán el éxito de las mismas.
Imagen @Stewf, distribuida con licencia Creative Commons BY-SA 2.0