La imprenta, la máquina de vapor, la bombilla, el teléfono, internet, los ordenadores y smartphones o, más recientemente, la inteligencia artificial. Hay inventos que, sin duda, han cambiado el mundo . Y cómo no, la manera de relacionarnos, de trabajar, de vivir, de gestionar personas y empresas.
Si bien la tecnología es un disparador o precursor de la innovación, cada vez resulta más accesible para las empresas, ya sea directamente o a través de startups o scaleups de base tecnológica. Se está democratizando, como vía más eficaz para adaptarse a los constantes cambios, como -sin exageraciones- un mecanismo de supervivencia.
Cualquier compañía, independientemente de su tamaño o sector de actividad, debe implementar procesos tecnológicos. Y las facilidades para acometerlos, antes impensables para una empresa media, actualmente permiten replantearse los modelos de negocio.
En este contexto, la innovación se produce a mayor escala de lo que era habitual y en cualquier área de la empresa. Pero “hay que recordar que la innovación no es mejora continua. La innovación consiste en explorar, aprender sobre algo que no conocemos (necesidades, tecnologías, modelos de negocio), la mejora continua consiste en implantar algo para que funcione mejor. Optimizarlo”.
Son palabras deIgnacio Babé, director general y CEO del Club Excelencia en Gestión, una asociación multisectorial que genera y comparte conocimiento sobre gestión y transformación de las organizaciones, y que ha elaborado un primer informe sobre “Las claves de la Gestión 5.0”: un trabajo de investigación, realizado en colaboración con INNSAI, para conocer qué elementos son importantes en la gestión y cuáles lo serán en el futuro; en el que han participado CEOs, directivos, responsables de área, técnicos y profesionales independientes de empresas, instituciones y distintas entidades.
En este informe se acuña el término “Gestión 5.0” como título que han dado a un proyecto de investigación sobre cómo será la gestión en el futuro. Porque, en ocasiones, no es cuestión de adaptarse a los cambios sino de intentar adelantarse, por complicado que resulte en un contexto tan marcado inexorablemente por la incertidumbre.
Sea como fuere, según este informe, las cinco claves para fomentar la innovación y la tecnología en la ‘Gestión 5.0’ serían:
- Agilidad y adaptabilidad para que las organizaciones se mantengan competitivas y relevantes en un entorno incierto y en constante cambio, para responder y adaptarse rápida y eficazmente a los desafíos del mercado, la tecnología y la sociedad. Para ello es importante cultivar una cultura flexible y fluida, el desarrollo y aprendizaje continuos, contar con procesos y metodologías ágiles y conocer el entorno y los cambios.
- Generación de información útil a partir del análisis de datos. Las organizaciones necesitan recopilar, analizar y procesar grandes cantidades de datos, de calidad, para obtener información valiosa para la toma de decisiones. Para ello hay que utilizar tecnologías y herramientas que ayuden a identificar patrones y tendencias, realizar análisis predictivos y personalizar la experiencia de los grupos de interés, entre otras actividades.
- Uso de tecnologías emergentes que, aunque aún no se hayan generalizado, aportan mejoras en el día a día de una organización e impactarán de forma significativa tanto en el trabajo como en la vida cotidiana. Como ejemplo tendríamos la inteligencia artificial (IA), la realidad virtual aumentada, los robots sociales, la nanotecnología o el uso de bioplásticos para mejorar la economía circular.
- Innovación en los modelos de negocio ante los continuos cambios en el entorno social y regulatorio para reconfigurar progresivamente la actividad de cada organización. Todo ello para crear nuevas formas de generar valor añadido y diferencial para los grupos de interés y para sí misma.
- Innovación abierta para obtener conocimientos y recursos externos a la organización con los que impulsar nuevas ideas y desarrollarlas. Estos modelos se enfocan en colaborar con grupos de interés externos (clientes, proveedores, instituciones, universidades, startups, otras empresas) para desarrollar productos, servicios y soluciones innovadoras.
Inteligencia artificial, un punto de inflexión
La UE ha dado luz verde a la primera ley de inteligencia artificial, después de que estados miembro y Eurocámara superaran sus discrepancias respecto a la regulación de los modelos fundacionales y alcanzaran un acuerdo provisional que aún debe ser ratificado antes de su entrada en vigor.
En torno a este asunto, hace poco escribía un artículo José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Telefónica, bajo el título “IA: Es el momento de pararse a pensar” en el que destacaba la necesidad de poner a las personas en el centro, sus derechos, por encima de cualquier otro criterio.
Es cierto que, aunque a veces dé miedo, la tecnología puede ser amiga, como si se tratara de un aliado para -haciendo un buen uso de ella- mejorar el mundo.
Pues bien,teniendo en cuenta la cantidad de trabajo administrativo y rutinario, con poco valor, al que se enfrentan las empresas; la irrupción de la IA supondrá un punto de inflexión. Debates al margen, llevará tiempo y mucho entrenamiento la paulatina sustitución de personas por máquinas o robots en muchos de esos procesos.
“Las personas consideramos muchos elementos, conscientes e inconscientes, cuando trabajamos. La presión, la urgencia, la familiaridad, la costumbre, la cultura… nos influyen en nuestro trabajo. El clima social, político o ambiental, el resultado de nuestro equipo favorito… nos afecta en nuestro día a día. Todos esos elementos no influyen en la IA, ni cambiarán día a día”.
Por tanto, Ignacio Babé considera que habrá que seleccionar bien los procesos en los que se quiera siempre una consistencia extrema para la toma de decisiones, y en cuáles contemplar la intervención de un humano para gestionar procesos “con alma”.
“Es posible lograr mucha eficiencia en algunos procesos con la IA, pero ¿nuestros grupos de interés (clientes, personas, proveedores, inversores, sociedad) valoran y ponderan de la misma manera la eficiencia en las operaciones?”, se cuestiona el director general y CEO del Club Excelencia en Gestión.