Aprovechando el parón vacacional, me encontré con dos buenos amigos en una librería cafetería de Barcelona para “regalarnos” una mañana de conversaciones, opiniones y debates, mientras tomábamos unas buenas tazas de café sin prisa.
Esos momentos especiales e irrepetibles en los que te “ilustras” escuchando a las personas que te acompañan, esos momentos únicos de la vida que me gusta disfrutar. Y fue entonces cuando David Escamilla me habló de las hard skills y las soft skills en el entorno organizacional, en concreto en el de las TIC. A continuación, os resumo lo que aprendí en esa mañana de aprendizaje del caluroso 22 de agosto.
Hard skills o habilidades duras
Son los conocimientos generales y específicos, las competencias informáticas, las habilidades que hemos adquirido para realizar un determinado trabajo. Las Habilidades duras las hemos aprendido gracias a los años de estudio y formación, son las diplomaturas, las certificaciones, el nivel lingüístico que tenemos. A menudo, también se adquieren en el propio trabajo gracias a las repeticiones de las experiencias, la rutina, los hábitos adquiridos y al entrenamiento diario.
Soft skills o habilidades blandas
Son las denominadas habilidades sociales, las habilidades que nos permiten relacionarnos con las demás personas. Son el conjunto de características de nuestra personalidad, de la capacidad de comunicación, del lenguaje y de las competencias sociales para llevar a cabo nuestro trabajo, poder trabajar en equipo, integrarnos en él y conseguir una motivación personal para alcanzar los resultados deseados. Son las actitudes que nos definen a cada uno de nosotros como personas, la intuición, la empatía, la concentración, la inteligencia emocional. Las habilidades blandas las hemos aprendido e incorporado en nuestra personalidad durante el transcurso de nuestra vida.
Cada día es más habitual que en las entrevistas de selección, el responsable de Recursos Humanos haga más preguntas al candidato sobre aspectos relacionados con el ámbito personal, que sobre cuestiones de carácter profesional, por la relevancia que han adquirido las habilidades blandas. Eso es debido a que la contratación de personas que poseen un mayor nivel competencial en soft skills asegura una óptima adaptación de los nuevos empleados a la compañía y el rápido establecimiento de una mejor relación de ellos con el resto de personas del equipo. Un estudio realizado a 500 CEO por el Instituto de Investigación de Stanford y la Fundación Carnegie Mellon destacó que el 75% del éxito en el trabajo a largo plazo es resultado de las soft skills y sólo el 25% tiene su origen en las hard skills de los profesionales.
Leí en un informe de easyRECrue que el 89% de las contrataciones que fracasan se producen a causa de la falta de motivación o de la personalidad de los trabajadores. Y, por esa razón, nos proponen definir las soft skills de la compañía asociadas a tres puntos clave: la empresa, el equipo y la misión.
- Las soft skills ligadas a la empresa y a la actividad definen la cultura, los valores, las interacciones con los clientes y analizan los comportamientos y los atributos de las personas de la compañía.
- Las soft skills ligadas al equipo evalúan la gestión y la personalidad de los empleados para que sepan encontrar su lugar dentro de la organización, aprendan a imponer sus ideas, a liderar los proyectos, a ganar credibilidad y legitimidad en la compañía.
- Las soft skills ligadas a la misión son las competencias intrínsecas de la profesión lo que suscita un interés especial por desarrollarlas. El espíritu de competición, ser capaz de sobrepasar los propios límites, la confianza en uno mismo y no tener miedo al fracaso son puntos clave en la actitud de los trabajadores.
En un estudio llevado a cabo en 15 países, el World Economic Forum ha identificado las “Top 10 soft skills” que los empleados creen necesarias en el año 2020 y las han comparado con las de 2015. Algunas, como la creatividad, suben siete posiciones y se coloca en tercera posición. Otras como la negociación baja de la quinta posición en 2015 a la novena en el 2020. El pensamiento crítico pasa de cuarta a segunda posición y la preocupación por el servicio al cliente pasa a la octava perdiendo una posición. En mi opinión, lo más destacado del estudio es la aparición de dos nuevas soft skills, la inteligencia emocional en sexta posición y la flexibilidad cognitiva en décima.
Las habilidades duras se aprenden con mayor facilidad que las habilidades blandas que, por el contrario, cuestan más de adquirir. Por esa razón, es importante que las compañías pongan atención y formen a sus empleados en soft skills, en definitiva, en crecimiento personal y mejora personal. De hecho, se las llaman blandas por su poder de adaptación al cambio, porque son mejorables cada día, porque evolucionan y porque podemos moldearlas.
Muchos de vosotros me habéis oído decir en público, alguna vez, que en mi empresa tenemos una “norma”: contratamos a buenas personas que no siempre son los mejores profesionales para realizar un determinado cometido. Es simple de entender, no podemos transformar a una persona hasta conseguir extraer de ella su bondad si no la tiene. No podemos formar a alguien para convertirle en una buena persona cuando no lo es. Sin embargo, contratar a una buena persona y poner a su alcance los conocimientos profesionales requeridos para realizar adecuadamente las tareas y las funciones de su ocupación nos garantiza una incorporación al equipo que contribuirá a su propio progreso y al de la empresa.
La buena noticia es que si hay voluntad de cambio y esfuerzo, las competencias profesionales y personales, las hard skills y las soft skills se pueden entrenar. En este último caso, lo óptimo es que el suelo esté bien abonado para conseguir que se desarrollen en toda su plenitud.