Formación digital, el talón de Aquiles de las pymes

La transformación digital no es una opción y, sin formación, la realidad es que además no es posible. Disponer de perfiles con las habilidades digitales que esta transformación requiere se ha convertido en un desafío para el que no todas las empresas están preparadas.

Hace unos días, un sindicato daba la voz de alarma. La mayoría de las empresas españolas sigue sin adaptarse a la nueva era digital, concretamente solo el 23,4% de las compañías imparte formación tecnológica a sus empleados, una cifra que va descendiendo según disminuye el tamaño de la empresa y que llega a bajar hasta el 4% en el caso de las micropymes (empresas con menos de 10 empleados). Además, según los datos manejados por el sindicato, sólo el  14% de ellas cuenta con un plan concreto de digitalización.

Un escenario, el de la transformación digital, en el que como todos los expertos apuntan, la formación es clave, incluso más que la propia inversión en tecnología. Si las empresas no cuentan con profesionales que de verdad posean habilidades digitales, el uso de esa tecnología no será el óptimo y no serán capaces de afrontar los cambios necesarios.

Este es otro de los aspectos en los que las pymes españolas vuelven a suspender, ya que actualmente solo el 4% imparte formación en Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) a sus plantillas. Una cifra insuficiente y que tiene su reflejo directo en el número de trabajadores especializados en TIC en nuestro país que, en lugar de crecer, ha descendido un 4,5% en dos años.

Del 26,5% del total de trabajadores especializados en tecnología que en 2015 estaban presentes en las plantillas de las empresas españolas, en 2017 este porcentaje ha disminuido al 22%, siendo meramente testimonial la presencia de estos trabajadores especializados en las microempresas (el 3,4%). Por ello, es urgente la concienciación de las empresas ante la nueva realidad.

En esta misma línea se sitúa la Fundación Estatal para la Formación en el Empleo (FUNDAE), que también alertaba de la deficiente apuesta por la formación que hacen las empresas, de acuerdo con los datos que maneja dicho organismo y que señalan que, en 2016, el Ministerio de Empleo y Seguridad Social recaudó 1.905 millones de euros por las cuotas a la Seguridad Social que pagan trabajadores (0,1%) y empresa (0,6%) a formación.

De esta actividad formativa, según explica el propio director gerente de Fundae, Alfonso Luengo-Álvarez, “la empresa española tiende a formar a sus empleados más en sus productos y no en lo que reclama la economía en su conjunto. El esfuerzo debería estar centrado en otro tipo de habilidades más genéricas, como tecnología, idiomas, big data, ciberseguridad, etc”.

 

Ciberseguridad, una formación muy necesaria

Una de las grandes amenazas a las que se enfrentan no solo los ciudadanos, sino también los organismos y empresas de cualquier tamaño y sector es la seguridad online. En los últimos años, el creciente número de información que reside y se comparte a través de Internet ha hecho que sean numerosos los datos de valor que navegan o residen en el ciberespacio y, con ello, igual de elevado el número de ciberdelincuentes que tratan de hacerse con esta información, utilizando las técnicas maliciosas que sean necesarias.

Esta realidad fue también objeto de debate durante la presentación del V Security Innovation Day, evento en el que Pedro Pablo Pérez, director general de la unidad global de Ciberseguridad de Telefónica, alertó de que, “en la actualidad existe un déficit de dos millones de profesionales de ciberseguridad en el mundo«.

Sin duda, hacer frente a este situación no es fácil, pero sí urgente, más si cabe en el caso de las pymes que, de nuevo,  a causa de sus menores recursos económicos y profesionales, ven cómo se han convertido en uno de los blancos favoritos del ciberdelito. Diversas firmas de antivirus del mercado ya cifran en el 60% el volumen de pymes que, en 2016, sufrieron un ciberataque.

Así, además de concienciar de los riesgos que estas amenazas suponen, sus consecuencias y los mecanismos básicos con las que evitarlas, es esencial formar a la pequeña y mediana empresa en este terreno.

El espionaje industrial, la seguridad de las personas o la seguridad física en el recinto de trabajo y sus accesos, el robo o pérdida de planos y documentación, las consecuencias del entorno en los equipos informáticos, el acceso remoto a los sistemas o los derechos de autor y la propiedad intelectual son áreas en las que, por ejemplo, iniciativas como las del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) ya ofrece formación a pymes y autónomos.

Una formación necesaria y que, más aún en el caso de la pequeña empresa, no puede olvidarse si no queremos dejar pasar el tren de la transformación digital.

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