No descubro nada si afirmo que hoy en día todo ha cambiado y que las empresas luchan por sobrevivir en un mundo nuevo del que apenas conocen nada. Internet lo ha revolucionado todo y todavía no somos conscientes de los grandes cambios que está generando. La educación, el trabajo, en definitiva, nuestra forma de vida, están mutando hacia un nuevo modelo que poco a poco vamos descubriendo.
Ante semejante panorama, sólo los más rápidos, flexibles y creativos se adaptan y descubren nuevas oportunidades para seguir creciendo y generando valor para ellos, para sus clientes y para la sociedad en la que viven.
Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Qué se puede hacer para adaptarse o seguir creciendo empresarialmente? ¿Dónde está la clave de la reinvención? La respuesta está en el pensamiento creativo.
Y es que sin creatividad no hay nuevas ideas y, sin éstas, el progreso es nulo. Por eso debemos explorar. Porque explorando es como encontramos nuevas ideas, nuevas maneras de pensar y actuar.
Explorar es, en primer lugar, una actitud; una actitud hacia la vida, englobando así todos sus aspectos y facetas. El explorador creativo busca incansablemente nuevas maneras de hacer las cosas y lo hace alejándose de lo conocido, de la norma – y de lo que es normal-, de lo evidente. Investiga así nuevos caminos que, al no haber sido recorridos por nadie, parecen peligrosos y por tanto nos generan incertidumbre, miedo. Pero es la única manera de descubrir aquéllo que todavía nadie ha hecho. De ser líder. Todo lo demás son sucedáneos y el cliente lo sabe muy bien y, en cierto modo, lo castiga.
El creativo nunca cesa en su empeño, ya que sabe que cuantos más caminos abra, más posibilidades habrá de hallar nuevos tesoros. Por ello constantemente está probando cosas nuevas, ideando, rompiendo esquemas, haciéndose preguntas que nadie se habría hecho. Se inspira en ejemplos de su sector, pero también de otros, más alejados, para captar nuevas ideas y llenar su mente de lo que será la materia prima de sus nuevas ideas. Nada se crea de la nada, todo son conexiones nuevas que aportan valor.
Pero explorar también es emprender una batalla contra nosotros mismos, es luchar contra la mente; una mente que tiende a ser conformista, que prefiere que todo siga igual a cambiar, porque el cambio es doloroso, cansino, desagradable y, por ello, el cerebro reacciona ante esto creando excusas, limitaciones, bloqueos. El explorador de pro sabe que todo eso es una ilusión y lucha contra ella con decisión, exigencia y valor. El mundo es de los valientes, de los que combaten sus viejas ideas para encontrar nuevas. No debemos conformarnos con las ideas que no implican riesgo o novedad. Es una señal de que estamos todavía en nuestra zona de confort.
Explorar nuestra mente en busca de ideas es la mejor inversión que podemos hacer hoy en día por nuestra empresa. Pero eso no será tarea fácil. Como para todo en la vida, hará falta entrenamiento, formación, equipo y, sobre todo, generar una actitud que englobe fortalezas como la ilusión, la perseverancia, la curiosidad…
En los siguientes artículos iré mostrando claves y herramientas para que ese camino no caminado sea más fácil de recorrer.
Foto @El coleccionista de instantes, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0