Los bienes de consumo representan un sector de actividad muy diverso (calzado, alimentación, textil, papel, corcho…), con características propias según el mercado, la necesidad o la moda.
La pandemia ha dejado huella en los hábitos de consumo, el estilo de vida y las preferencias en el mundo laboral. Podemos apuntar tres tendencias que han venido para quedarse:
- La primera es la revisión de las distancias. Entre confinamiento perimetral y limitaciones interterritoriales, la compra se ejerce en las calles más cercanas (barrio) o delimitadas (centro comercial). Se ha dificultado el paseo o la compra impulsiva al pasar por los escaparates.
- El segundo cambio se relaciona con el primero: se ha reducido el uso del coche para “pasar el día”, hacer compras, comer fuera y volver a media tarde. El hábito afecta al tamaño y peso de los bultos, cuyo transporte a casa se dificulta sin vehículo propio.
- La tercera tesis es consecuencia de las dos anteriores: el auge de las plataformas de compra y venta para adquirir bienes de consumo en sectores que antes eran ajenos a esta gran transformación, ya sea la alimentación, las bebidas, los productos del hogar, los juguetes o la indumentaria.
Desafíos en el sector de los bienes de consumo
Estas tres nuevas condiciones plantean nuevos desafíos de estrategia y ejecución en el sector, que ahora es ya definitivamente global, digital, abierto a la competencia y transparente. Veamos cuáles.
El valor de marca se dispara
Se ha estrechado la capacidad de decisión de los consumidores, que ahora adquieren los bienes a través de menos canales (plataformas) y con menor número de productos a la vista. Una cosa es que estén disponibles y otra distinta que el consumidor navegue por varias páginas antes de satisfacer su necesidad. El paseo por lineales no se produce con la misma naturalidad y hay poco factor sorpresa o impulso en la compra digital.
Por este motivo, hay que invertir en la construcción y retención de la marca en la mente del consumidor. Tiene que ser proactivo para situarnos entre sus prioridades de compra.
El valor de marca se trabaja en redes sociales (notoriedad, campañas), pero también en la orientación a la experiencia digital (facilidad de compra, servicio posventa, atención personalizada).
Las primeras medidas son el desarrollo de una estrategia de contenidos, la escucha activa en redes, el posicionamiento y la adaptación de los canales de venta para incorporar mecanismos digitales de adquisición y compra.
Aparecen nuevas categorías o se transforman las actuales
La alimentación se ha digitalizado a gran velocidad (comida y entregas a domicilio) y el sector de salud y bienestar se ha incorporado a los hábitos domésticos.
El consumidor está en casa y quiere comodidad. El crecimiento de instrumentos y bienes para la conversión de la casa en oficina, con nuevos usos para el mobiliario o los dispositivos tecnológicos. Sin gimnasios, el deporte en casa reclama su sitio. El salto de la comodidad a la calidad es sustancial.
Los productos recurrentes (limpieza, bebidas, comidas no perecederas) se compran en mayor cantidad y se almacenan. Cambia el empaquetado y el punto de distribución. Ha crecido el interés por la combinación de compra digital y recogida en tienda física o punto de libre acceso (gasolineras, Correos).
La reducción de stock tiene efectos en la seguridad (más espacio, menos productos). La recomendación directa es la evaluación del catálogo de productos, priorizando aquellos que tengan salida por la vía digital (servicios, experiencias), en detrimento de los que necesiten espacio en un establecimiento físico.
Interés por la salud, la responsabilidad y la sostenibilidad
El usuario toma conciencia de las conexiones globales y la repercusión de la adquisición de unos bienes de consumo u otros. Los mercados y las marcas muestran su vertiente responsable para conectar con el consumidor concienciado.
La confianza se convierte en un activo y se concreta en productos y servicios locales. Crece el interés por el compromiso con productos locales, tanto para asegurarse la disponibilidad en caso de nueva crisis en las cadenas globales de suministro como para ubicarse como empresas comprometidas con el cambio climático.
Nativo digital y multiplataforma
El consumidor post-covid ha cambiado su perspectiva de cómo funcionan los negocios. Espera que cualquier proveedor tenga presencia omnicanal, en provisión de contenidos (consejos, recomendaciones, chatbots) y en venta directa (plataforma, aplicación, envío a casa).
Ha crecido el interés por la producción de contenidos digitales para satisfacer a un cliente que pasa muchas horas en casa y aspira a cocrear el producto final.
Los tutoriales de juguetes, recetas de cocina (cerveza, pan, repostería) o clases para habilidades musicales son contenidos diferenciales que atraen el interés de la audiencia y generan leads. La inversión en estas estrategias requiere más ambición que una mera campaña de redes sociales. El abaratamiento de los costes de producción y los canales (Twitch, Instagram) permiten, al mismo tiempo, un acceso económico.
En síntesis, la revolución del consumo apuntala las transformaciones de nuestra vida personal y profesional. Aquellos negocios que apalanquen su estrategia digital sobre un servicio de venta adecuado a las plataformas y unos contenidos diferenciados tendrán ante sí un océano azul de oportunidades.