Las instituciones europeas ofrecen un amplio espectro de fondos y programas, cuyo objetivo es el apoyo general a la pequeña y mediana empresa, el acceso a financiación (micropréstamos y también subvenciones), la internacionalización de los servicios y los mercados (aduanas, apoyo a la empresa que exporta o invierte) y los programas de emprendimiento e innovación. Aquí destacan los fondos para I+D, conocidos como los programas Horizonte 2020, y los Erasmus para jóvenes emprendedores. Vamos a analizar en qué consisten estos últimos y cómo podemos aprovecharlos.
¿Qué es?
El programa consiste en el intercambio de personas que tengan un proyecto emprendedor y que quieran aventurarse a una estancia en una empresa radicada en alguno de los 37 países participantes. Se considera joven a todo aquel que tenga un proyecto con menos de tres años de vida. La edad de la persona física no es un criterio de selección. La participación es de doble vía: como emprendedor y como empresario de acogida. El plazo oscila entre uno y seis meses. En un artículo anterior, en este mismo blog, se contaban las experiencias vividas por algunos emprendedores que se habían acogido a este programa.
¿Cómo participar?
La Comisión Europea publica en la web correspondiente toda la información. Mi primera recomendación consiste en acercarse a un punto de información (cámara de comercio, centro de documentación) para encontrar más detalles de las condiciones, el tipo de acuerdo, las obligaciones para las partes y demás. Si no nos interesa este programa, quizás encontremos otro parecido que sí se ajuste a nuestra demanda particular. La Comisión ha puesto especial interés en el desarrollo de instrumentos para el desarrollo y la sostenibilidad de la pyme. Seguro que encuentras algo para nuestro mercado natural, que es Europa.
¿Cómo aprovechar la experiencia si eres emprendedor joven?
Permite vivir fuera de tu entorno y en otro idioma. Es una experiencia vital, que transforma a la persona y le genera nuevas habilidades sociales: empatía, valor de la diversidad, comunicación intercultural, trabajo en equipo y más. Esto no se adquiere en los MBA. En la práctica, es una oportunidad para internacionalizar tu proyecto por la vía rápida, conectar con empresarios del sector, conocer nuevos mercados, expandir la red comercial o de distribución, aprender técnicas diferentes (en marketing o en operaciones, por ejemplo).
¿Y si eres empresario de acogida?
Veo en este programa una suerte europea del emprendedor residente. Te permite localizar a una persona con ideas diferentes o un proyecto que se puede adaptar a tus necesidades. A medio plazo, hace posible abrir un mercado, establecer tu propia red de intereses o internacionalizar tu propia compañía con talento extranjero. La creación de una red requiere una inversión alta; este programa reduce los riesgos y los costes (la subvención que cubre parte de la estancia), identifica personas con intereses y proyectos parecidos, genera obligaciones a las partes y estimula la diversidad en la compañía.
En suma, la experiencia enriquece la empresa, porque conecta jóvenes emprendedores con otros ya sufridos. Ambos pueden aprenden de los nuevos enfoques, de los viejos métodos o de la conversación. Porque, al final, la cuenta de resultados depende no sólo de los modelos de negocio, sino de la capacidad de conectar personas con ideas innovadoras, que sean capaces de implementarlas en dos o más mercados y tengan capacidad de aventurarse. Para los más escépticos, el proyecto puede medirse en la cuenta de resultados: las convocatorias europeas valoran positivamente los equipos con experiencia internacional previa. Esa creación de una red, una unión temporal de empresas o asimilada, podrá presentarse a concursos y licitaciones.
¡Que te aproveche la experiencia y cuéntanosla!
Foto: Rock Cohen