“El problema central del futuro no van a ser los robots, sino qué significa ser humano. Y a medida que vayamos dejando más decisiones en manos de las máquinas, más importante será lo imprevisible”, escribe Marta García Aller en la introducción de su último libro, donde habla de todo lo que la tecnología quiere y no puede controlar.
En medio de una atropellada carrera tecnológica, en la que la inteligencia artificial pretende automatizar todos los procesos habidos y por haber, las personas tuvimos que frenar en seco y encerrarnos en nuestras casas como si estuviésemos en el medievo, lo que nos ha descubierto cuan vulnerables podemos llegar a ser.
Dejamos de hablar de coches voladores y objetos conectados para anclarnos en un presente impensable e incapaz de presagiar un futuro totalmente incierto, del que ni siquiera sabíamos cuándo podríamos salir a pasear.
Porque Netflix nos recomienda series y películas con las que, normalmente, acierta. Y lo mismo ocurre con las listas de canciones de Spotify. Como si nos conocieran y nos tuvieran fichados, gracias a una especie de Gran Hermano que todo lo ve. Sin embargo, muchas variables escapan del control de los algoritmos, puesto que “los humanos no somos tan previsibles como irracionales”.
Los datos y la inteligencia artificial
Marta García Aller es una periodista con olfato fino para titular, humor y espíritu crítico, atributos con los que adentra al lector de “Lo imprevisible” (Ed. Planeta) en la era de los robots, demostrando que los datos –como los oráculos– no siempre son de fiar y que con frecuencia los atribuimos más poder del que verdaderamente ostentan.
La autora afirma que los factores de éxito y fracaso son impredecibles, porque no tienen una fórmula, lo que convierte cualidades como el liderazgo, la intuición o la capacidad de escucha en antídotos para sobrevivir a la invasión de las máquinas. “Hay tareas que nunca resultarán automatizables, porque jamás serán una rutina”.
García Aller asegura que el siglo XXI no lo protagonizarán los robots, sino las personas, por mucho que las películas de ciencia ficción pretendan hacernos creer lo contrario.
“La ambición, el inconformismo, el querer cambiar las cosas, el probar lo nuevo… es propio de los humanos. Y eso es lo que provoca los avances. Nunca hemos vivido una época en la que hayamos pensado que teníamos todo lo que necesitamos”.
El desafío de las máquinas
La autora de “Lo imprevisible” manifiesta que las máquinas no dan para más de lo que hayan sido programadas. Y que su desafío ahora pasa por entendernos. De ahí que las empresas tecnológicas ya no solo contraten ingenieros, matemáticos, físicos o expertos en Big Data, sino que han emprendido la búsqueda de especialistas en Humanidades.
En cualquier caso, la periodista de El Confidencial considera que el progreso tecnológico siempre ha estado al servicio de las personas y que si fuera al revés, tendríamos un problema. “La tecnología se nos puede descontrolar a los humanos, pero nunca nos va a controlar”, apostilla.
De igual modo, la también profesora en IE Business School e ICADE remarca la importancia de que ya en los colegios enseñen a los niños a usarla, puesto que será la herramienta con la que tendrán que convivir el resto de sus vidas.
Y piensa que, en lugar de fantasear con hasta dónde puede llegar la inteligencia artificial, la pregunta que deberíamos plantearnos es hasta dónde no puede llegar.
El papel de los humanos
“Ahí es donde seremos necesarios. Para saber el papel de los humanos en un mundo lleno de máquinas, tenemos que descubrir los límites de la inteligencia artificial, las rutinas. Donde haga falta la intuición, siempre se necesitará una persona”.
García Aller defiende que el futuro nunca ha sido tan imprevisible, pese a que nos estemos acostumbrando a reducir la incertidumbre de lo cotidiano a través de todo tipo de adelantos tecnológicos, que paradójicamente van sucediéndose con mayor celeridad.
Y añade que “mientras nos desacostumbramos a gestionarlo, cada vez lo imprevisible está más presente. Para colmo llega una pandemia que nos ha tenido confinados a cientos de millones de personas en todo el mundo”.
En este contexto, las empresas se ven abocadas a competir en entornos con un nivel inédito de incertidumbre, dado que las tablas de Excel recogen demasiadas incógnitas como para hacer determinados cálculos relacionados con el día a día.
La importancia de saber adaptarse
Como consecuencia, la capacidad camaleónica de los trabajadores para adaptarse rápidamente a situaciones de lo más variopintas ha pasado a ser una de las más valoradas por las compañías.
Unas arenas movedizas sobre las que también transita el sistema educativo y formativo, puesto que muchas de las profesiones que más se demandarán en el futuro ni siquiera han visto la luz todavía.
En resumidas cuentas, “Lo imprevisible” es el reverso del anterior libro de esta autora, “El fin del mundo tal y como lo conocemos”, con el que viajaba hacia el futuro y levantaba el telón de un presente que se escapa. En cambio, en su última obra explora ese espejismo tecnológico que nos hizo creer que teníamos bajo control más cosas de las que en realidad están a nuestro alcance.
La periodista da las claves para prepararnos para lo que viene, para saber qué tienen que hacer empresas y trabajadores para perdurar en un mundo que cambia a marchas forzadas. Aunque Marta García Aller opina que el futuro es una ilusión, como ha demostrado un virus que ha deshojado el calendario.
“El futuro no existe, porque no está escrito, lo hacemos entre todos. Por eso, la tecnología y la capacidad de adaptarse a los imprevistos, tanto en la vida personal como en las empresas, serán más importantes que nunca”, sentencia.