El cine ha construido un imaginario de creadores, genios e innovadores que han emprendido un negocio exitoso con alrededor de veinte años. Las historias de Steve Jobs, Mark Zuckerberg o Bill Gates han moldeado el emprendimiento joven vinculado a las innovaciones tecnológicas. El mito del garaje da mucho de sí. La realidad es diferente: estos tres son genios, sí, pero no representan a la mayoría de personas que montan sus proyectos.
Los jóvenes tienen enormes ventajas: han nacido en un mundo digital y globalizado y tienen menos prejuicios a la hora de abrazar la innovación disruptiva. Pero también es positivo para tu negocio haber cumplido los cuarenta y, más aún, si te decides ahora a lanzar tu proyecto por cuenta propia, porque la experiencia es un atributo que no se puede comprar y permite obtener una visión a largo plazo y tener creada una red profesional estable y sólida cimentada sobre tu reputación profesional, ayuda a desdramatizar la carrera por el éxito empresarial y se supone cierto conocimiento de las finanzas y las organizaciones de tu sector. Hay que saber aprovechar cada momento de la vida para decidir si se quiere empezar un negocio. Pero en ningún caso estar en la crisis de los 40 supone un problema. Veamos algunas evidencias.
Un estudio de la Fundación Kauffman revela algunas características comunes de los emprendedores del área tecnológica. Las organizaciones que tienen éxito y funcionan en el mercado son aquellas cuyos fundadores tienen alrededor de 39 años, si bien acumulaban una carrera profesional estable previa. No son novatos. En algunos casos, esta experiencia rondaba los veinte años de trabajo por cuenta ajena o en otros proyectos menores. Más del 90% sí cuenta con estudios universitarios, sobre todo en ciencia, ingeniería y matemáticas. Los graduados en tecnología emprenden antes que sus compañeros.
El Founder Institute encuentra que, en la economía del conocimiento, la edad es un activo. Predice mejor el éxito y la continuidad de los negocios por dos razones: la experiencia en el mundo corporativo y personal (comprar una casa o fundar una familia) y la atención a la vocación (haber completado unos estudios concretos o desempeñado unas funciones profesionales) da una idea más realista de las oportunidades de negocio.
La inteligencia es contextual. Cuando se es joven, se aceptan los cambios y se proponen cambios más innovadores. El desafío al orden establecido es propio de la juventud y un valor para el emprendimiento. En cambio, con la edad decrece esa constante bravata y se apuesta por la resolución de problemas, la gestación de alianzas y los puntos de encuentro. La experiencia permite también encontrar oportunidades reales y detectar necesidades, por ejemplo, de los antiguos empleadores. Para la sostenibilidad del negocio, éstas son competencias fundamentales.
Repensar la experiencia profesional. Se puede innovar en casi todos los ámbitos de la empresa, en la medida que la mayor parte de la innovación procede de la recombinación de elementos preexistentes. Tener una experiencia corporativa ayuda a entender cómo funcionan estas organizaciones, qué tipo de dinámicas se siguen para que compren tu servicio, qué flujos de poder hay en ellas o cómo se valoran las innovaciones. En definitiva, la experiencia sirve para ofrecer una solución real, ajustada a cómo funcionan estas organizaciones y no tanto a las expectativas que uno tiene.
La regla de las 10.000 horas. Malcolm Gladwell escribió en su libro Outliers que si dedicas 10.000 horas a practicar una actividad, alcanzas habilidades y destrezas muy superiores a la media. La hipótesis es muy discutida por la ciencia. Lo que nos interesa traer aquí a colación es el hecho de que el talento natural se potencia con la práctica, la experiencia y el contacto con otros talentos. También pone en valor el esfuerzo y la dedicación a un proyecto.
La investigación de Vivek Wadhwa confirma que en industrias intensivas en tecnología la edad media del emprendedor ronda los 40. El ratio de éxito de empresas capitaneadas por personas de 50 años dobla a los de 25. El 70% de esos emprendedores contaba con experiencia corporativa que les permitió conocer las debilidades de la industria y capitalizar nuevas ideas que sabían que iban a funcionar. «Las ideas vienen de la necesidad; el entendimiento de esa necesidad viene de la experiencia; y la experiencia se alcanza con la edad«, sentencia el autor.
Así que ya sabes. Si has cumplido 40 o estás en camino, es tu momento. ¡Suerte!
Foto: British High Commission