La creatividad es pensar el cambio y la transformación que necesita una organización a través del diseño, la producción, la comercialización o la distribución. La innovación es conseguir que se produzca esta novedad, la ejecución efectiva de proyectos a través del liderazgo. La combinación de los dos elementos requiere talento para que la transformación sea sustantiva y genere efectos tangibles en la cuenta de resultados. Scott Berkun, un reconocido autor, ha contribuido a desmitificar la innovación como un proceso casual. La innovación requiere mucho trabajo y esfuerzo personal, la asunción de riesgos en la organización y tomar la decisión de eliminar procesos y técnicas en las que nos sentimos cómodos. “Aquí siempre se ha hecho así” es el final de la capacidad innovadora de una organización.
Contra esta dinámica, los elementos del liderazgo innovador plantean cinco técnicas que te ayudarán a estudiar, analizar e incorporar nuevas prácticas innovadoras.
1. La creatividad requiere originalidad, apertura de mente y estar dispuesto a inventar algo distinto. Se trata de volver a pensar desde cero nuestro negocio, preguntar a nuestros clientes qué mejoras piden o utilizar los servicios de la competencia para averiguar por qué son distintos. La creatividad no es un proceso a la mano de todos, en la medida que requiere flexibilidad, dedicación, recursos y habilidades. Las prácticas para estimular la creatividad en la pyme son variadas. Mi propuesta aquí es doble. Por un lado, consiste en introducir algunos talleres para trabajar la creatividad en el negocio. La primera técnica que yo plantearía sería la creación de un mapa mental para cartografiar los recursos, los procesos, los valores, los competidores o los clientes del negocio. Por otro, la creatividad fluye cuando somos capaces de crear un entorno amigable con la flexibilidad de las ideas y valoramos la originalidad de las aportaciones. Organiza un día de la creatividad y premia las ideas más disruptivas, aquellas que se atreven a romper el negocio con enfoques innovadores. Promueve que sean “los otros” quienes lideren la actividad y que ésta no recaiga sobre los jefes de siempre.
2. Hay que promover la diversificación y la experimentación, de modo que la compañía esté abierta de forma permanente al cambio y la transformación. El riesgo es la asunción de decisiones arriesgadas para el negocio. No es jugar a la moda, sino valorar cuánto dinero o tiempo podemos perder si la innovación no funciona. En una innovación incremental, podemos marcar los límites en la inversión. En cambio, si perseguimos una innovación disruptiva, será más relevante apuntalar bien la estrategia. Como apunta Carlos Magro, “todas las empresas necesitan hoy tener la innovación incorporada de manera natural en sus estructuras y procesos. Cuánta innovación dependerá del contexto, pero siempre será una respuesta multidisciplinar y diversa”. Una técnica para vencer la resistencia al cambio y facilitar el riesgo es el rediseño de la organización. Prueba con un taller de un día: pide al director de Marketing que invente un mecanismo de financiación, tipos de ingresos fijos o dinámicos, y al financiero, que apueste por una fórmula para la comercialización de productos en otro mercado. Permite que el becario dirija la sesión e invite a otros compañeros a romper el statu quo. Con esta dinámica de equipo puedes romper con el miedo a lo desconocido y construir nuevos puentes en la compañía.
3. No conozco ninguna innovación sólida que haya sido fruto de casualidad. Por ello, hay que dedicar recursos (tiempo y personas) para que la innovación funcione. En tiempos de escasez, te sugiero identificar oportunidades para compartir la aventura de la innovación. Puede ser a través de los proyectos de I+D nacionales o europeos, mediante acuerdos con otras empresas del sector para avanzar en una materia dada (legislación, lobby, estudios de marketing), o bien mediante el patrocinio de actividades universitarias. Organiza un curso de verano, un taller o un encuentro informal con estudiantes de grado y posgrado para refrescar las ideas sobre tu negocio.
4. El talento en la red es la gasolina de la innovación. Con esta finalidad, contrata personas que entiendan sobre diversidad. El talento se trabaja y se identifica. Te sugiero que diseñes un mapa de competencias que te ayude a conocer las fortalezas y debilidades de los empleados, con el ánimo de encontrar aquello que no tienes. En la sociedad red, no es necesario que el talento pertenezca a la organización: se pueden articular mecanismos de colaboración, trabajo mediante proyectos o bien otras soluciones parecidas.
5. Aprende a innovar. Sí, se puede aprender y se puede enseñar. Quizás el MBA, el producto convencional de la educación ejecutiva, no es el camino de la innovación, pero hay multitud de oferta. El MBA cimienta los conocimientos de la gestión y la administración en la empresa, pero la innovación necesita más. Busca programas que enseñen al desarrollo de habilidades y capacidades para la innovación permanente. La innovación es una práctica organizacional que puede ser codificada, desarrollada y enseñada en el aula, real o virtual, pero siempre con colegas.
En suma, el liderazgo innovador consiste en dotar de recursos y crear la oportunidad para que los nuevos proyectos tengan espacio en la empresa y apunten hacia los nuevos territorios de desarrollo comercial de la compañía. La innovación es apuntar a los resultados a largo plazo, el segundo cuadrante. Puede que la estrategia esté sobrevalorada, pero no lo está la capacidad de resolver problemas y afrontar los desafíos de la compañía cada día. Esa es la esencia de la innovación empresarial.
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