No hay maestro que no pueda ser discípulo. Baltasar Gracián
En la vida hay que estar abierto y deseoso de aprender siempre, ser humilde y reconocer lo que no sabemos, rodearnos de personas que nos ayuden a mejorar, empresas que nos aporten su saber hacer, para poder ofrecer a los clientes un mejor producto o servicio. De ahí que el aprendizaje continuo y sostenido en el tiempo sea la mejor manera de hacer perdurable la propuesta de valor de la empresa.
La velocidad en estos momentos de constante cambio va implícita, pero no estamos dando la importancia que se debe al aprendizaje. Con el auge de metodologías ágiles como Lean startup se prima el errar rápido sobre la retroalimentación que puede provocar la generación de aprendizaje.
Utilicemos el ejemplo de los coches autónomos para ilustrar el valor de la colaboración entre empresas y el aprendizaje continuo. Hace unos días conocimos la decisión estratégica de Google de retirar su coche autónomo, para centrarse en automatizar con su tecnología vehículos ya disponibles comercialmente.
Cuando Google comenzó a trabajar con el coche autónomo, desarrolló el sistema sobre coches Toyota Prius porque de lo que sabe es de tecnología, no de construir coches. Con el tiempo desarrolló su propio coche, pero ha visto cómo el resto de fabricantes comenzaba a ganar terreno en la batalla por el vehículo autónomo (Audi, Tesla, Volkswagen).
La decisión de Google, por tanto, es «coopetir» con los que tienen que hacer viable el concepto de coche autónomo, es decir, los fabricantes. Se trata de apoyarles con tecnología y servicios (que es su verdadero know how) para conseguir un bien común: coches autónomos que puedan llegar a los usuarios no solamente en ferias y experiencias piloto.
El coche autónomo aún está lejos de ver la luz, sobre todo por problemas legislativos y de seguridad (desde el punto de vista de un posible «hackeo» al vehículo), pero el coche conectado lo tenemos ya aquí. Y es ahí donde las empresas tecnológicas pueden aportar mucho conocimiento a los fabricantes de automóviles.
El secreto de mi éxito fue rodearme de mejores personas que yo. Andrew Carnegie.
Uno de los objetivos de este artículo era poner en valor la colaboración entre empresas tecnológicas y automovilísticas. Es momento de «coopetir» (colaboración competitiva), ya que si colaboramos, la propuesta de valor que haremos llegar al cliente será mucho más sólida.
Saquemos enseñanzas de los errores. Si no eres bueno en el presente o crees que no vas a poder liderar el mercado, alíate con posibles competidores para liderarlo de manera conjunta.
Nikolai Reimer, directivo del Grupo Volkswagen, declaraba hace poco lo siguiente: «No sé si en el mercado alguien nos superará en cuanto a chasis, pero ¿y en conectividad?». Esta pregunta deberían tomársela muchas empresas, como una oportunidad de negocio y preguntarse a su vez: ¿en qué somos buenos?, ¿cómo podemos ayudar a Volkswagen a ser el mejor en conectividad?
Aunque hablemos de Volkswagen o Google, la idea puede extrapolarse a cualquier otra empresa o sector, el caso es no dejar de explorar y aprender cómo la disrupción digital está abriendo grandes oportunidades de colaboración entre empresas muy diferentes, pero que se necesitan.
A modo de cierre, tres términos clave: coinnovación, «coopetición», aprendizaje continuo. Detrás de todo lo anterior debe haber una estrategia de escucha al cliente, búsqueda de sinergias, apuesta por la innovación de manera sostenible, y teniendo como objetivo el retorno en la cuenta de resultados de los actores implicados.
Por todo ello, no olvides:
- Ser rápido, flexible, disruptivo.
- Buscar oportunidades para «coopetir».
- Nunca perder las ganas de aprender.
- Pensar siempre en los clientes y sus necesidades.