El verdadero motor del cambio no es la tecnología; es la capacidad de transformación de las personas. La digitalización ha puesto en jaque nuestra habilidad para adaptarnos, obligándonos a aprender y desaprender a un ritmo exigente pero democratizador. Aunque inacabada, la digitalización laboral es hoy una apabullante realidad para aquellos que no asumieron este reto personal, pero la pregunta es hasta cuándo pueden esperar. Mi opinión es que el tiempo se agota, y ese proceso de exclusión pronto incluirá al ejecutivo no digitalizado.
“Sólo existen dos tipos de directivos en las organizaciones de éxito, los que ven venir el cambio y deciden ser proactivos, y los que ven venir el cambio y deciden no adaptarse a él. Aquellos directivos que hoy muestren incapacidad digital serán directivos en desempleo en el futuro inmediato. De nuevo, la cuestión no es si el cambio es bueno o no, la cuestión esencial es qué haremos cuando la necesidad de cambio llegue a nuestra industria u organización”.
La advertencia es de Pascual Parada, director del programa Executive MBA in Digital Transformation de la escuela de negocios IEBS. Aprovechando el lanzamiento de este máster diseñado para ejecutivos concienciados de la importancia de la digitalización, me intereso por cuáles son las debilidades que impiden digitalizarse al directivo español. Una realidad que -me temo- pesa de forma decisiva sobre la lenta digitalización de la mediana y pequeña empresa española.
Y la afirmación es una licencia que me permito tras muchos años entrevistándolos. Han sido muchas las ocasiones en que he constatado que cuando los máximos responsables no practican con el ejemplo, es muy difícil que la transformación se produzca, y aún menos de forma satisfactoria. A continuación una respuesta que invita a la reflexión.
Debilidades que dificultan digitalizarse al ejecutivo
1. Perder el posicionamiento. Encabeza Parada su listado apelando al miedo, una cualidad tan humana como democratizadora: “Un directivo con una dilatada experiencia afronta el cambio con el miedo a dejar de ser la persona respetada por su conocimiento y saber hacer al afrontar situaciones en las que jamás ha estado”. La formación, la autoconfianza y la humildad son los valores con los que vencer este hándicap tan común a los nativos no digitales.
2. Alejarse de la zona de confort. Negar la importancia de la digitalización de la gestión empresarial es también una actitud que desprende miedo a lo desconocido: “Los perfiles directivos con mayor trayectoria pueden encontrarse en una zona de falso control, y negar la necesidad de cambio argumentando la incertidumbre que este genera, evitando así enfrentarse a nuevos retos”.
3. Problemas de agenda. Abordamos ahora un conflicto de prioridades: ¿Rentabilizar el presente o apostar por el futuro?: “Surge cuando los objetivos de la dirección de la empresa no se corresponden con los objetivos de los dueños de la empresa”. Y Parada nos pone en situación, muchos de los directivos están incentivados por resultados inmediatos, y no muestran la valentía suficiente para hacer ver a los dueños que el verdadero riesgo es no afrontar el cambio, por no hablar de cuando la demora en ver los beneficios de la digitalización hace peligrar bonus u otras compensaciones con que se premia la inmediatez en los resultados de la gestión empresarial.
4. Incorrecto equilibrio entre el corto y el largo plazo. Priorizar la urgencia de las tareas en el corto plazo puede restar perspectiva al análisis en el largo plazo, “impidiendo a la empresa llevar a cabo un necesario proceso de transformación”. Se trata de una debilidad muy unida a la realidad de la pequeña empresa, añado.
5. No disponer de estrategias customer centric. Como quinta debilidad para la digitalización del ejecutivo, Parada alude a uno de los términos sobre los que más hemos oído hablar estos años: orientación al cliente: “Debe ser el centro de toda organización y en las organizaciones donde no ocurre, el cliente no hace su función de presión a la empresa hacia la digitalización”. Si nuestros consumidores se digitalizan, nosotros no podemos mantenernos al margen.
6. Falta de abstracción. “El mundo ha cambiado a gran velocidad y esto hace que la forma de gestionar una empresa hace unos pocos años no resulte útil para gestionar las empresas del futuro. La clave es la abstracción sobre las reglas que regulan el nuevo mundo para poder abordarlas con eficacia”.
7. Zona geográfica. Es un factor que en pocas ocasiones se valora en su verdadera importancia, la paradoja es que aunque la tecnología no entiende de fronteras, sí que está marcando barreras: “El cambio no llega con la misma velocidad e impacto a todas las regiones. Las ciudades más alejadas de los grandes centros urbanos empresariales no encuentran en muchos casos la necesidad de la adaptación al cambio”. Para solucionar el problema, se apela “a la empatía y la escucha activa entre estos directivos y aquellos de otras industrias o localizaciones geográficas”.
8. Falta de financiación. “Es necesaria para poder invertir en recursos”. Sin embargo, Parada considera que esta debilidad es salvable cuando hay actitud.
9. Preeminencia de la intuición. “Siempre ha sido el sexto sentido de directivos y empresarios, pero en un contexto digital como el actual, la intuición pierde fuerza frente a los datos en la toma de decisiones”. El objetivo es caminar hacia un modelo de data driven, “empresas guiadas en sus decisiones por los datos”.
10. Inseguridad por la formación online. La desconfianza es otro tipo de miedo frente al avance: “Hoy no es de sentido común que aún existan directivos con dudas sobre la formación online. En un mundo donde las tecnologías son tantas y tan variadas, y donde los problemas que cada empresa tiene son tan específicos, la formación digital es en ocasiones la única manera de formarse en áreas de conocimiento superespecializadas”.