Como cualquier gran viaje, el de la carrera profesional hay que prepararlo. Un trayecto para el que hace tiempo que descubrimos que la formación es imprescindible, aunque insuficiente. Hoy las habilidades personales son tan importantes como las técnicas, por eso es vital pulirlas hasta convertirlas en fortalezas.
Son cuestiones tan triviales como la presentación en grupo, la exposición de nuestras ideas o cómo respondemos a un correo electrónico. Pero si lo pensamos dos veces, quizá no sean tan banales: estas y otras a las que apenas prestamos atención, construyen en buena medida la opinión que el mercado tiene de nosotros.
Muchos profesionales vamos a tener que demostrar que somos mejores y más rentables que las máquinas. La inteligencia artificial y la robótica avanzan imparables obligando a las personas a adquirir nuevas habilidades. La ironía es que nuestra gran ventaja frente a la máquina es precisamente la condición de humanos, y no podemos permitir que las cualidades a las que se asocia se conviertan en una debilidad.
No oculto que la lectura de un breve informe de Nexian, red española de consultoras de recursos humanos, me ha animado a reflexionar sobre esos frenos más o menos inconscientes que, en tantas ocasiones, paralizan nuestra carrera profesional. Así que, en justicia, comienzo la enumeración por los cinco frenos que estos expertos han identificado:
No es lo que haces, sino cómo lo haces
«Se elige a los profesionales por lo que saben hacer, pero mucho más por cómo lo hacen», explica David Monge, director general de Nexian. Y además es el principal criterio para su valoración en el mercado. De forma brillante o mediocre, son muchos los que pueden resolver una tarea, pero sólo tú del modo en que sabes hacerlo.
Las formas, los tiempos, la claridad de exposición, los contactos, las herramientas marcan la diferencia. Un conglomerado de factores del que depende tu saber hacer, sin duda donde reside tu valor profesional, y que como tantas veces recordamos en esta bitácora, ampliable y transformable a través de la formación, sobre la que Monge advierte: «Los títulos son cada vez menos importantes frente a las habilidades y competencias adquiridas y la actitud general ante el día a día del entorno laboral».
Cuida tus habilidades de presentación
Exponer las ideas con soltura y corrección, con creatividad y confianza, pero sin crear tensiones en la organización. Transmitir y persuadir dependen tanto de la comunicación verbal como de la no verbal y, como siempre, la meditación y el entrenamiento son vías de mejora.
Construye tu red de contactos
En mi opinión, un objetivo complejo. Conocer a las personas adecuadas y moverse en los círculos correctos es un objetivo que requiere planificación y tiempo. Son pocas las personas que lo logran de forma totalmente natural -¡bendito don de gentes!-, el resto de los mortales debemos entender que ese entronado networking solo se consigue con esfuerzo y planificación.
Quizá sea políticamente incorrecto, pero tengo más que comprobado lo mucho que al español le cuesta relacionarse profesionalmente, incluso cuando acude a entornos diseñados a tal efecto. Por ello, en lugar de confiar en nuestro talento natural para abrir nuevos contactos, defiendo una planificación que marque objetivos. Desde luego de modo flexible, con amabilidad y honestidad, porque de otro modo nunca funcionará.
Eres lo que escribes
No puedo estar más de acuerdo, y es que además se detecta una alarmante relajación en la comunicación escrita en un momento en que el correo electrónico tiene un uso masivo. Es difícil causar peor impresión que con un correo electrónico lleno de faltas de ortografía, incorrecciones gramaticales o mala puntuación. Son errores que tiran por tierra el mayor de los esfuerzos hecho en la preparación de un informe o mandan a la papelera un currículum. Y lo más preocupante es que tengo la sensación de que muchos se resisten a creerlo.
Accionar sí, reaccionar no
Acaban los expertos de Nexian su listado con esta llamada a la acción: «No esperes a que te asciendan para aprender ese tema que te diferencia del resto, no esperes a que el cliente te llame para cerrar una venta». La pasividad es una forma de autolimitación, que tiene poco sentido en un entorno marcado por la competencia.
Otras cinco palancas accionables
Me he animado a completar el listado con otros cinco frenos comunes que también podemos eliminar para seguir avanzando como profesionales. Para no poner a prueba la paciencia del lector, haremos un rápido recorrido:
- Redes sociales que hablan demasiado de ti. Me insisten todos los profesionales de selección de personal que se me ponen a tiro: muchas candidaturas y ascensos se rechazan tras visitar el Facebook, Instagram o Twitter del postulante. Antes de pulsar el «intro», piensa lo que la Red va a contar de ti.
- Internet no responde. Ponte en el lugar del empresario; ante dos perfiles similares, a quién contratarías antes: ¿al candidato que tiene un blog con miles de seguidores sobre la tecnología que va a vender o al que pide que le des una oportunidad? Hoy es un buen día para empezar a trabajar en tu reputación online.
- Compañeros, sí. Amigos, tal vez. Buscar la amistad en el trabajo creo que también es una problemática muy española. No seré yo quien ponga cortapisas, pero mientras existan lazos laborales o comerciales, es mucho más sano pensar en compañeros y clientes, entre otras razones, para no poner a prueba la amistad.
- Un monstruo bajo la cama. Un sentimiento que demora la toma decisión, sin duda el más paralizante de todos es el miedo a cometer errores. Quien lo padece más allá de la recomendable prudencia debe aprender a gestionarlo, en ocasiones lo más fácil es ponerse en manos de un profesional.
- Si no sueñas, no te quejes. Acabo con el que, para mí, es el gran pecado capital del mundo profesional: la falta de ambición. Y no hablo de ascensos y más dinero, que también, sino de aquellos que esquivan los nuevos proyectos, objetivos o soluciones. El mundo laboral tiene mucho de eterna búsqueda, y es el mejor modo de disfrutar del viaje.
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