El término crowdsourcing proviene de crowd (multitud) y sourcing (abastecimiento) y se refiere a la convocatoria abierta de un grupo de personas para realizar unas tareas, resolver algún problema o aportar nuevas ideas. El objetivo es externalizar trabajos apoyándose en la creación de una comunidad de usuarios. En el mundo online hay centenares de ejemplos de empresas que han usado esta técnica para realizar mejoras en sectores tan dispares como la publicidad, la música, el juego y las redes sociales. Un buen ejemplo es Wikipedia, que se basa en la colaboración de personas externas (todos nosotros) que de forma desinteresada aportan contenido y contribuyen así a que millones de usuarios puedan beneficiarse. Internet está lleno de ejemplos.
¿Pero qué sucede en el mundo offline? Hay también algunos ejemplos de empresas que han preparado estrategias de crowdsourcing para iniciar proyectos de innovación o de ideas renovadas, pero son aún pocas, si bien es una tendencia que cada día está tomando más fuerza a nivel mundial y que en nuestro país costará sudor y lágrimas implantar. ¿Por qué? En mi opinión por varios motivos, el primero por la falta de información sobre este concepto, que a veces se confunde con el crowdfunding (financiación por suscripción), la segunda porque en algunos casos nos falta valor para iniciar un nuevo camino. Y, por último, porque no aceptamos que nos aconsejen y nos digan cómo tenemos que actuar en nuestra propia empresa.
Pero es tan solo mi opinión a día de hoy (que seguramente modificaré en el futuro), pero como mi objetivo es cambiarla lo antes posible, os relaciono algunos motivos que pueden ayudarnos a pensar de forma diferente y ver en esta tendencia una gran oportunidad para mejorar y crecer.
¿Qué ventajas puede aportar el crowdsourcing?
Existen varias respuestas. Con él puedes encontrar en tu comunidad la solución a un posible problema, o recibir nuevas ideas que se pueden convertir en nuevos modelos de negocio, puedes obtener talento humano que podría convertirse en el motor de tu proyecto, puedes fabricar o vender nuevos productos o servicios que seguramente serán bien recibidos, puedes…
En el mundo retail existe un ejemplo en Zurich. Migros es una empresa familiar fundada en 1925 y que a día de hoy es la mayor cooperativa de supermercados de Suiza, con el 37% de la cuota de mercado en el sector alimenticio. Gracias a una campaña abierta a todos sus clientes, logró que el helado más vendido en Suiza el verano pasado fuera el de una marca que reflotó gracias a las peticiones de los clientes de Migros. Pero la innovación en Migros va más allá, en sus tiendas más pequeñas tratan de mejorar el surtido de producto con la opinión de sus clientes, de forma que estos pueden influir en los productos que hay en las estanterías. El proyecto se llama wish tree o árbol de los deseos, mediante el que los clientes solicitan los productos. Cuando las peticiones llegan a 150, el producto vuelve a estar disponible; de este modo, gracias a la opinión de sus clientes, han vuelto a vender productos que ya no tenían salida por diversos motivos. Los productos que solicitan los clientes son etiquetados de forma diferente: “desarrollado por los clientes” o “deseado por los clientes”. Gracias a la tarjeta de fidelización de la marca, se aseguran de que el cliente solo pueda votar una vez. Les proporcionan la información de todos los productos de la compañía, los más vendidos en otras tiendas y los menos vendidos en su tienda y así los clientes pueden opinar y votar si quieren algún producto que no esté disponible.
Por su parte, la marca de juguetes Lego lanzó una web para sus clientes llamada Lego.cuusoo.com, donde cualquier persona puede aportar nuevas ideas para posibles nuevos productos. Cuando una nueva idea alcanza el «me gusta» de 10.000 personas, lo ponen a la venta y la persona que ha aportado la idea se lleva una comisión de todas las ventas.
Hay algunos ejemplos más de compañías como McDonalds, Lay’s, Starbucks en el sector de la alimentación y Nokia o Microsoft en el sector tecnológico, que han empezado a interaccionar con sus usuarios gracias al crowdsourcing, con el fin de saber de primera mano qué necesita su cliente y recoger las aportaciones de nuevos productos o servicios.
¿Pero esta tendencia se puede aplicar al pequeño comercio?
Yo creo que sí. De toda la vida, si en tu tienda entran 100 clientes y 90 compran y los diez restantes solicitan un producto que no tienes, el primer día no sucede nada, pero cuando la escena se repite tres días seguidos, acabas adquiriendo ese producto y colocándolo en un escaparate cerca de la caja registradora. El crowdsourcing no es algo nuevo, simplemente ahora se utilizan las nuevas tecnologías y las redes sociales para relacionarnos, preguntar y obtener respuestas.
Es importante no confundir el crowdsourcing con obtener mano de obra barata para tu proyecto. No es así. Si tu comunidad te aporta ideas e innovación, tienes que ofrecerle algo a cambio. Si piensas en iniciar una “campaña” de crowdsourcing, piensa en lo que te pueden aportar las redes sociales, sé muy claro con el objetivo y lo que necesitas. Hazte la siguiente pregunta: ¿qué quiero conseguir con el crowdsourcing y que voy a ofrecer a cambio? Y acuérdate siempre de que cuando se da, se recibe, es decir, cuando te aporten algo interesante, devuélvelo con algo atractivo y así tus clientes se convertirán en el altavoz de tu marca.
¿Me aportáis opinión sobre este post y le damos más valor? 😉
Imagen @James Cridland distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0