Es indudable la gran revolución que se ha producido en los últimos años. Hemos pasado de una comunicación basada en los broadcasters o medios tradicionales al imperio del broadband o entorno digital, con actores como Facebook o Youtube, que han pasado a convertirse en herramientas clave en cualquier estrategia de comunicación efectiva. Tanto, que el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, ha llegado a afirmar:
“Tenemos el mecanismo de distribución más poderoso que se ha creado en una generación”.
El mundo ha cambiado, y tanto las estrategias de medios como las de comunicación deben adaptarse a una nueva realidad en la que el consumidor es el absoluto protagonista. Esto requiere incorporar lo 2.0 a la estrategia, más allá del uso de redes sociales. Existen muchas herramientas que se han de tener en cuenta: social video, mobile commerce, realidad aumentada, códigos QR, smart TV, etc. Herramientas todas ellas que giran en torno al contenido como elemento principal de comunicación y generación de marca.
Aquellos que llevamos varios años dedicados al marketing, la construcción de marca y la comunicación hemos tenido que saber adaptar nuestras estrategias a un entorno en constante cambio. Hoy los mercados de masas han dejado de existir y los clientes han pasado a ser valiosos no solo por ser fuente de ingresos, sino sobre todo por su poder de prescripción como público exigente, informado y diversificado. La construcción de marcas a través del marketing tradicional ha perdido efectividad y son necesarias nuevas herramientas y estrategias 360º que incorporen a los consumidores en el proceso como pieza clave. En definitiva, hemos pasado de un entorno donde las marcas y los soportes tenían el poder, a una nueva realidad donde es el consumidor quien manda.
Este cambio se sustenta en el importante desarrollo tecnológico y sobre todo en la democratización del acceso al mismo. Así, hoy un niño con un smartphone en África tiene mas información en sus manos que el presidente de Estados Unidos hace 15 años, una tecnología que está muy por delante de la que poseía la NASA cuando puso un hombre en la Luna hace más de 40 años.
Por tanto, nos encontramos ante una “tormenta perfecta” a la que hacer frente, en la que para tener éxito deben primar la capacidad de adaptación, la flexibilidad y la innovación. Un nuevo entorno en el que la mayor parte de las compañías están trabajando bajo una premisa: el proceso de adaptación, que conlleva errores, pero el futuro pasa por arriesgar y soportar un enfoque emprendedor. Estas estrategias deben basarse en el contenido como elemento clave. Para ello es fundamental definir unos objetivos claros y alcanzables y definir el tipo de contenido (entretenimiento, educación o información) que requiere nuestro negocio, adaptando nuestra propuesta al mismo, con el fin de reflejar los valores del producto y con claro propósito de creación de marca.
El futuro de la comunicación en el nuevo entorno en el que nos encontramos pasa por posicionar el contenido como herramienta de construcción de la relación con audiencias segmentadas. Ello nos servirá para generar confianza, mejorar el posicionamiento en buscadores, facilitar la interacción e influir en las decisiones de compra. En definitiva, el contenido permite a las marcas presentar su identidad a través de sus valores y personalidad, así como conectar con el consumidor de manera “no publicitaria”, integrándole en la estrategia de comunicación y la creación de imagen.
En esta nueva realidad las organizaciones deben tomar conciencia de que la publicidad es contenido. Los departamentos de marketing y comunicación pasan a ser garantes de su calidad y responsables del mismo. Las organizaciones se convierten en editores que, más que nunca, deben priorizar el contar historias y estar en permanente contacto con el consumidor como participante, creador y emisor de la comunicación.
Foto @JefferyTurner