Las empresas deben poner toda su atención en el consumidor responsable, si quieren seguir formando parte del mercado. Todas deberán incorporar a sus buyers personas estas características de responsabilidad o, de lo contrario, tendrán un gran desconocimiento de las razones y las motivaciones que mueven a su consumidor ideal.
Para entender y dar el suficiente valor al término consumidor responsable, debemos acercarnos al contexto en el que nace y ver su proyección actual.
Antes de que se acuñase este término, ya empezaban algunas voces muy representativas del capitalismo actual (el Foro de Davos, sin ir más lejos) a plantear en sus ponencias y reuniones la necesidad de que las empresas, las sociedades y los gobiernos lanzasen miradas a la sostenibilidad, definiendo un futuro en el que la permanencia en el mercado, la supervivencia de las organizaciones e incluso el propio mercado colapsaría si no se atendían unos criterios básicos de responsabilidad con el planeta.
En esa misma línea, hemos visto cómo se empiezan a traducir todos estos términos en movimientos firmados por países y cómo las empresas más representativas de cada nación y de cada sector firman acuerdos y se suscriben a los ya tan nombrados (incluso desgastados, según mi parecer) Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), comprometiendo presupuestos, reconfigurando su marca, realizando actuaciones en el mercado y campañas de comunicación, siendo conscientes de que deben tomar una posición al respecto.
El propósito empresarial
Incluso en la actualidad, vemos que la mayor parte de las empresas han abandonado los conceptos clásicos de misión y visión que decoraban sus páginas webs corporativas, para adentrarse en términos más cercanos a los ODS como son el propósito y para los más “modernos” la intención.
Tan grande ha sido el volumen que ha alcanzado este cambio que incluso algunos autores se han aventurado a decir que hemos creado una auténtica economía del propósito. Suena contradictorio, por decirlo de una manera suave, con el origen de todo esto, ¿verdad?
Sin embargo, aunque estén llenos de grises estos conceptos del propósito y la intención a los que se están sumando las empresas, la palabra sirve de puente entre lo que se ha definido como el consumidor responsable con el mundo de la empresa.
El propósito individual
El consumidor responsable, en esencia, es una persona que pone un propósito por encima de sus intereses personales. Es decir, antepone el bien común, el bien de la sociedad por encima de sus necesidades particulares y tiene un modelo de comportamiento dentro de la sociedad y con el planeta que le trasciende y que determina su vida.
Quizás lo más importante que debemos destacar de esta definición es que el propósito del consumidor responsable le transciende y determina su vida.
¿Cómo determina este propósito la actitud y el comportamiento del consumidor responsable?
Para responder a esta pregunta de una manera didáctica y lo suficientemente amplia como para que sea aplicable al mayor número de industrias posibles, iremos respondiendo a las preguntas formuladas en el título del post.
¿Qué consume?
Mejor que hablar de qué consume, podríamos hablar de “a qué tipo de empresas” compra sus productos. En esto la posición es rotunda: el consumidor responsable solo comprará a las empresas que estén alineadas con su propósito y sean 100% productoras responsables.
¿Cómo consume?
Este tipo de usuario hará todo lo posible por que aquello que rodee su consumo sea lo más sostenible posible: empaquetado, apoyo a los productores o economías locales, logística y distribución… Todos esos detalles cuentan muchísimo a la hora de definir su modo de consumo.
¿Dónde consume?
El comercio electrónico o las tiendas digitales son quizás el mercado natural en el que se desenvuelve el consumidor responsable. Pero hay que tener en cuenta que siempre va a preferir aquellas tiendas online que le ofrezcan la misma experiencia responsable. La única posibilidad de que los grandes ecommerce sufran tensión en un futuro será si son incapaces de demostrar que realmente son responsables en absolutamente toda su cadena de valor. Ahí lo dejo: en toda su cadena de valor.
¿Cuándo consume?
Esta es quizás una de las preguntas que más desestabilizada el modelo anterior de consumo. El consumidor responsable solo consume cuando necesita el producto. Con esto discrimina o elimina grandes campañas anuales de descuento enfocadas a incentivar el consumo.
¿Cuánto consumirá?
Sin lugar a dudas, lo fast es el gran enemigo de este tipo de consumidor. Consume con conciencia y está dispuesto a pagar un sobrecoste si lo explicamos bien y se alinea con nuestra posición. Este consumidor entiende que es muy difícil compaginar fast & cheap con el concepto de consumo responsable.
Las pymes tienen una posición de ventaja para poder estrechar lazos y vincularse a este consumidor. Aprovechar esta ventaja y ocupar un territorio en su mente debería ser excusa suficiente como para transformar su empresa en una pyme responsable. De esta manera, asegurará la permanencia de su negocio pero, sobre todo, el futuro de la sociedad y del planeta.
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