En la vida de todo emprendedor hay un momento crítico. Es aquel en el que debe decir «no» a más clientes, porque no llega, no da abasto y comienza a atender mal a los que ya tiene. Es el momento de contratar.
En su fuero interno lo tiene claro, pero el paso da tanto miedo que lo va aplazando. Entran en juego la valoración de costes, la estructura del negocio, las perspectivas de crecimiento y numerosos factores más. Y la decisión se demora, y eso es lo peor, porque puede producir un colapso y arruinar el negocio. Si es con miedo, pues con miedo, pero ¡hazlo!
Cómo saber cuándo hay que contratar
En todo negocio hay momentos pico y momentos valle. Meses en los que se acumula el volumen de trabajo y otros en los que hay una sequía de proyectos. Y no pasa nada si:
- La calidad del servicio que prestas a tus clientes no se resiente en los momentos pico.
- Tienes estructurado tu esquema de trabajo para atender a los nuevos proyectos, sin dejar desatendidos los que ya tienes. Aquí la automatización, planificación y organización de tareas son clave.
Pero sí que pasa, y mucho, cuando:
- Esos “momentos pico” son constantes. Si aumenta la carga de trabajo de manera recurrente, aumentan también tus ingresos, pero no podrás mantenerlos si no dotas de más estructura a tu negocio.
- Te impiden avanzar en los temas y se quedan “cosas pendientes”. Creo que el ejemplo más revelador es cuando no se tiene tiempo ni de enviar presupuestos o propuestas. O se envían con un mes de retraso.
- Comienzas a tener “cuellos de botella” y se extienden a más facetas de tu negocio. Es la primera señal de que algo puede colapsar. Puedes tener un atasco en los plazos de entrega, pero si además hay retrasos en la parte administrativa, organizativa, posventa, todo irá como un castillo de naipes que, finalmente, acabará cayendo.
- Te produce un bloqueo mental y sensación de “pérdida de control”. Es el indicador indiscutible de que la situación te sobrepasa. O pones remedio o acaba contigo y con tu negocio.
De autónomo a empresa
Todo depende de la estructura con la que te sientas más cómodo trabajando. Si consideras que como autónomo te va bien y no quieres complicarte la vida más de lo necesario, la decisión es sencilla. Basta con decir no a nuevos proyectos.
Sabes perfectamente hasta dónde puedes llegar, cómo quieres vivir y eres consciente de que la dimensión de tu negocio es la que es. En este caso, fija el “número de clientes máximo viable” que puedes atender simultáneamente. Si son cuatro, pues cuatro, pero que ninguno de ellos se quede desatendido.
Ahora bien, si llegado el momento decides dar un paso hacia delante y “crecer” con todo lo que la palabra implica, es hora de dejar atrás la estructura de autónomo y pasarte a otra liga.
Podrás acceder a trabajos de mayor envergadura como concursos públicos, donde normalmente se exige un tamaño de empresa mayor que la figura de autónomo. Y podrás afrontar nuevos clientes e ir creciendo no solo en facturación, sino también en estructura de tu propio negocio. Pero todo esto implica contratar, entre otras cosas.
Cómo contratar y qué aspectos se deben tener en cuenta
Fórmulas hay muchas, pero se trata de identificar la que mejor se adapte a tus necesidades y requerimientos. Para ello, diagnostica primero qué áreas de tu actividad necesitas cubrir y qué perfiles podrías contratar para desempeñar determinados puestos. Luego, decide cómo hacerlo:
- Mejor lo «malo» conocido que lo bueno por conocer. Muchos autónomos apuestan por su círculo más cercano, recurriendo a personas con las que coincidieron en otras etapas de su vida profesional, como compañeros de universidad, de anteriores trabajos, contactos de redes sociales, incluso de familia.
- Profesionales independientes sí, pero implicados. Otros recurren a free lance para reforzar puntualmente determinadas áreas de su negocio. Pero para que esta opción funcione sin fisuras, debe haber una plena implicación en los objetivos de negocio y eso no siempre es fácil. La confianza en esta opción es un factor clave para llegar a buen puerto.
- ¿Júnior o sénior? ¿Perfiles que alcancen el 100% nada más comenzar o perfiles que necesiten un rodaje? Más allá de las cuestiones salariales que implican uno u otro perfil, debes plantearte de cuánto tiempo dispones.
- Cuatro pinceladas y ponerse a trabajar a pleno rendimiento, perfil sénior.
- Más dedicación y supervisión de su trabajo, perfil júnior.
- Colaboradores de confianza. Otra alternativa es tejer una red de colaboradores de confianza que desempeñen parcelas de tu trabajo en las que aportas menos valor o eres menos competitivo. Se trataría de traspasar esas parcelas a tus colaboradores con total transparencia con tus clientes. Por ejemplo, puedes ofrecer servicios de intermediación familiar y traspasar las peritaciones a un colaborador de confianza. O prestar servicios de marketing digital y delegar toda la parte de desarrollo web en tus colaboradores.
Se trata de buscar la fórmula que mejor funcione y que te permita seguir avanzando con tu negocio. No siempre se acierta a la primera. Es un paso que da vértigo y que nos enfrenta a numerosos miedos, pero si no se afronta, puede que tu negocio no sobreviva, porque no diste el paso en su momento.