Es el momento de escribir la carta para que quienes gobiernen España en esta nueva legislatura transformen el escenario económico, promuevan el emprendimiento, apuesten por la innovación y hagan de la internacionalización el eje del crecimiento económico y empresarial. En estas fechas, uno puede pedir lo que se le antoje, por lo que ahí van mis peticiones para 2016. Son una mezcla de buenos deseos tras leer el “Barómetro del clima de negocios en España desde la perspectiva del inversor extranjero”, documento elaborado por el IESE, Multinacionales por la Marca España e Invest in Spain. En su octava edición, el informe muestra una cierta mejoría y un incremento en las previsiones de facturación, inversión y empleo.
Podemos aventurar que contamos con activos intangibles de enorme calidad y que pesan a la hora de tomar decisiones empresariales. El punto de partida es bueno. Según consta en el informe, el tamaño del mercado español es adecuado y mejora gracias a la salida paulatina de la crisis. Es, además, un país que permite pivotar hacia otros mercados internacionales, sean europeos o latinoamericanos. La calidad de vida de un país es fundamental, porque después de una inversión hay que instalarse, vivir y mantener relaciones sociales. Claro que importa la seguridad, la disponibilidad de escuelas de negocio, la sanidad universal, el coste de la vida, la integración de los expatriados en la vida diaria y las posibilidades de ocio y cultura. Una vez que sabemos que aprobamos con nota en los intangibles, vayamos a otros ámbitos. Lo dicho, ahí va mi lista de buenos deseos en cada una de las áreas de estudio.
Mercado laboral
Sí, necesitamos más flexibilidad, pero no en el sentido único que se ha interpretado hasta ahora. La flexibilidad incluye la adecuación de los horarios laborales, para que no sean jornadas de doce horas que nos alejan de la vida social y del consumo. Flexibilidad es también aprender a trabajar por proyectos y objetivos, de modo que abandonemos el “presentismo” y el “me quedo un rato hasta que se marche el jefe”. El tercer punto es la naturalización de los incentivos para quienes creen valor para la empresa y la sociedad a través de la innovación.
Entorno regulatorio y fiscal
Aquí pido transparencia, eficiencia y sostenibilidad de las decisiones políticas. No podemos cambiar las normas cada vez que cambiamos de gobierno, de provincia o de anualidad. Genera incertidumbre en los mercados y desincentiva la innovación. También pido más competencia en los mercados. Es fuente natural de innovación y transformación de las actividades empresariales. Por último, pido un entorno amigable con el emprendimiento, que es un yacimiento que puede contribuir a la creación de empleo de calidad en la economía digital. La financiación ha dejado de ser una debilidad a los ojos de los inversores. Ni la disponibilidad ni los costes aparecen como preocupaciones.
Infraestructuras y energías
Tenemos una red extensa, que cubre casi todas las necesidades de los inversores extranjeros. Los aeropuertos y los trenes de alta velocidad aparecen como los dos aspectos mejor valorados en esta área. En 2016, pido que la red esté mejor intercomunicada, que prime la calidad del servicio y que introduzca más competencia en los mercados. En el segundo campo, habrá que promover soluciones energéticas que nos permitan ser más competitivos en los mercados internacionales.
Capital humano
Aquí tengo muchos deseos, porque estoy convencido de que las personas son el motor de la transformación que necesita España. Por eso, comparto la idea de que es necesario incrementar la inversión educativa, estimular el emprendimiento en las universidades, apoyar la creación de nuevos proyectos y soluciones empresariales, apostar por la enseñanza de idiomas y el trabajo por proyectos, con la asunción de responsabilidades que esto conlleva. Aquí tengo depositada mucha ilusión. Espero no verme defraudado.
Innovación
En este punto, la percepción no es buena. Los inversores consideran que tenemos mucho que mejorar. Por eso, me atrevo a pedir una transformación de las políticas de I+D, que sitúen este capítulo como una prioridad absoluta. Estamos lejos de los niveles europeos y necesitamos decisiones valientes que se constaten en la mejora de la relación entre la empresa y la universidad, la creación de estímulos fiscales a las inversiones en innovación, el apoyo a los investigadores a través de programas y proyectos sostenidos en el tiempo, la orientación práctica del I+D y otras tantas medidas necesarias.
En suma, 2016 será un año “movido” para los negocios internacionales en España. Ojalá acertemos en las medidas que pedimos.
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