El análisis estratégico estudia cuáles son los retos de las organizaciones en el corto y medio plazo. Con dificultad se acierta en las transformaciones a más de cinco años. La supervivencia consiste no tanto en acertar en las predicciones, sino en interpretar las señales del entorno. Hay que poner el foco en los vectores transversales, aquellos que por su naturaleza afectan a los recursos, los procesos y los valores. Las decisiones estratégicas consumen una cantidad relevante de recursos e influyen en el rumbo del proyecto durante años. En mi opinión, el nuevo entorno es global, abierto, digital y transparente.
No me atrevo a indicar qué habilidades serán necesarias en el año 2025, pero sí estoy persuadido de cuáles serán esenciales, de acuerdo con el marco estratégico que hemos señalado. Es el momento de imaginar cómo vamos a adaptar el futuro profesional a estos cambios de calado. Esta decisión influye tanto en el diseño de las organizaciones como en la propia carrera profesional. Son las cinco “íes” que explico a continuación.
1. Inglés
Una segunda lengua que debemos manejar con soltura en el habla y la escritura. No me refiero a parecer un perfecto gentleman, sino a ser capaz de explicar quiénes somos, qué queremos conseguir o por qué queremos participar en un proyecto. Guste o no, la globalización se maneja en inglés a través del idioma, pero también mediante otros vehículos culturales como el cine, la música, las modas y las tecnologías. Para adquirir esta habilidad, recomiendo algunas tareas prácticas: ver esas series que tanto nos gustan con el apoyo de subtítulos, contratar un Erasmus a través de convenio, realizar algún tipo de curso online o dedicar un tiempo de las vacaciones a una inmersión lingüística.
2. Influencia
Así se dividirá el mundo en los próximos años. Apuesto por sistemas sociopolíticos abiertos, en los que las ideas, los flujos comerciales y las personas circulen con pocas restricciones. En un mundo abierto no cabe la “i” de imposición, sino de influencia, de ser capaces de persuadir o convencer a nuestros grupos de interesados. La influencia se mide por la capacidad de convencer y motivar, de empatizar. Otros prefieren hablar de resiliencia. La influencia se basa siempre en el ejemplo. En nuestro desarrollo de carrera, la influencia se trabaja con la generación de confianza, la ejecución efectiva de proyectos, el liderazgo y la respuesta eficiente y efectiva.
3. Informática
La “i” digital es informática. Aquellos “conocimientos de ofimática” de los primeros noventa se definen ahora como “manejo de las redes sociales”. Es lo mínimo que un candidato y una organización han de tener. Si de verdad se quiere crecer en los procesos de transformación digital, hay que pensar cómo mejorar los servicios y crear valor para los clientes y nuestras redes de trabajo. El crecimiento económico de los próximos años vendrá de la mano de la industria conectada o la industria 4.0, el Internet de las cosas, la economía colaborativa y la inteligencia artificial. Es el momento de pensar nuestra empresa como proveedora de servicios digitales y orientar nuestra carrera hacia actividades creativas, lo contrario a la automatización.
4. Integridad
La transparencia requiere la integridad, bien sea por las nuevas obligaciones de las personas jurídicas o por la demanda social de mejor comportamiento, la transparencia está en boca de todos. Habrá que acostumbrarse a la rendición de cuentas de las instituciones y de los directivos y emprendedores, veremos el auge del compliance corporativo y los procesos de selección y capacitación valorarán aún más esta cualidad. En la medida en que seamos capaces de trabajar de modo responsable y sincero, podremos proteger nuestro negocio. En la economía colaborativa, las opiniones de los usuarios sobre el servicio prestado por terceros anticipa un modo de trabajar y rendir cuentas en red. Para trabajar la transparencia, podemos bucear en las obligaciones que emanan de la ley, pero también incluir indicadores medioambientales, promover la diversidad interna, incrementar la evaluación 360 grados y mejorar la gestión del talento.
5. Iniciativa
La última “i” depende de uno mismo y es la iniciativa. No hay mayor elemento motivador que las ganas, el interés, la capacidad de trabajo y la autonomía. Esta “i” es la más difícil. No se me ocurren otros factores más motivadores que la satisfacción personal y la gestión de las emociones. Cuanto más arriba estemos en la pirámide de Maslow, más abajo pondremos al Darth Vader que habita en nosotros.
Si trabajamos estas cinco “íes” en los próximos años, estoy convencido de que encaminaremos nuestra organización y nuestro proyecto profesional en la dirección del cambio. Rendiremos cuentas en el futuro en unos años.
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