Desde hace años, el pensamiento predominante es que las pequeñas y medianas empresas no tienen los recursos ni el presupuesto necesarios para invertir en tecnologías de la información, lo cual es un dato negativo, puesto que la tecnología es claramente una ventaja competitiva más que una amenaza para los negocios.
Según el INE, del total de empresas fundadas en 2007, solo cuatro de cada diez seguían «vivas» cinco años después. Si comenzar un negocio es una apuesta arriesgada, invertir en nuevas tecnologías puede parecer una ruleta rusa para muchas de ellas.
En los últimos años, las estadísticas de gasto en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) muestra una tendencia alcista, que pone de manifiesto cuán importantes son para el éxito de las empresas. Según Gartner, el gasto en tecnologías de la información por parte de las pequeñas empresas representa el 40% de su presupuesto anual, lo que supondrá un gasto en torno a los mil millones de dólares este año. Y en 2020, el 50% de sus inversiones en TI se destinarán al crecimiento empresarial y no a la reducción de costes.
En el informe de Gartner se recogen también una serie de barreras comunes a todas las empresas que facturan menos de cien millones de dólares al año o con menos de quinientos empleados, las cuales lastran su crecimiento. La primera de ellas se centra en las personas, encontrar y mantener a los profesionales adecuados sigue siendo un grave problema. Le siguen en dificultad la utilización de las tecnologías adecuadas, la buena gestión del incremento de los costes operativos, mantener la competitividad, así como la correcta custodia y securización de los datos de la empresa.
¿Cuáles son los retos que todo negocio debería afrontar a corto plazo?
Adopción de la nube
La irrupción de los servicios cloud ha hecho posible que muchísimas empresas pequeñas sean capaces de competir en procesos de negocio y nivel de automatización con los líderes de su sector. Ejemplos nos sobran: Netflix, Spotify, Uber…
Si comparamos las mayores empresas antes y después del cambio de siglo, seremos capaces de ver cómo el paso de la revolución industrial a la revolución digital es toda una realidad. Hace años el top ten del ranking mundial de las empresas con mayor capitalización bursátil estaba liderado por las petroleras, hoy en día el sector de actividad de las tres empresas más grandes del mundo es el tecnológico.
La tecnología en sí misma dejó de ser una ventaja competitiva, hoy el principal problema es la ejecución, la verdadera ventaja es cómo hacemos uso de la misma. Como mencionaba anteriormente, disponer del personal con el conocimiento adecuado es una barrera que hoy en día a muchas empresas les cuesta superar.
Las pequeñas empresas no disponen de grandes departamentos de TI. Por ello, liberarse de la carga de trabajo inútil y centrarse en los proyectos tecnológicos que hacen que su negocio sea diferencial es la principal ventaja de la adopción de la nube. Si necesitas un CRM, no lo programes, ya tienes muchas empresas que lo harán mejor que tú, tu pagina web estará mejor en un web hosting que en un servidor en tu oficina, usa los procesos de negocio estándar de cualquier ERP, no los adaptes para ti, etc.
Colaboradores que comparten tus valores
Las motivaciones que nos mueven en nuestra vida particular suelen ser muchas veces las mismas que en el trabajo. Todo es cuestión de motivación o, lo que es lo mismo, de tener motivos para hacer las cosas.
Este factor motivacional también incide mucho en la razón por la que conectamos o no con una marca. Lo explica muy bien Simon Sinek en una de sus primeras charlas TED, en la que asegura que las empresas más exitosas son aquellas que son capaces de trasladar sus valores al mercado. Hemos de tener en cuenta que en nuestro día a día siempre estamos «vendiendo», tanto para captar nuevos clientes como para atraer a nuestros colaboradores y embarcarlos en nuestro proyecto.
Simon Sinek apoya su teoría en lo que ha denominado el Círculo Dorado. La gran mayoría de las empresas tienen claro a qué se dedican o qué hacen; el siguiente nivel es el de conciencia plena, o cómo los procesos y procedimientos que siguen las hacen diferentes y por eso son más atractivas que otras. Pero lo que muy pocas empresas y personas tienen claro es por qué hacen lo que hacen. Y ese factor de motivación es el que logra inclinar la balanza hacia un lado u otro.
Keep it simple, la teoría del donut
Hace muchos años en la universidad uno de mis profesores me enseñó lo que él enunció como la teoría del donut, enfocada a la programación, cuyo fin último es la simplificación.
La teoría es sencilla y visual. Imagina que vas a una tienda porque te apetece comer un bollo. Al entrar sólo tienes dos opciones: un donut o los ingredientes necesarios para preparar cualquier producto de repostería. Según la teoría del donut, si no tienes el tiempo necesario ni los recursos para embarcarte en la preparación de una napolitana, lo mejor es que te conformes con el donut. Y su corolario final, aún más importante: no compres el donut para transformarlo en una napolitana.
Eso precisamente es lo que acaba pasando en muchos proyectos de tecnología: se aplica la teoría del donut a la inversa, porque nos empeñamos en agregar, complementar, modificar y mejorar los procesos estándar de los productos o servicios que compramos. Pensamos: si le sirve al 80% de las compañías a nivel mundial, ¿por qué a la nuestra no?
Seguridad y cumplimiento normativo
Según un estudio de principios de año de IDC en colaboración con Microsoft, solo un 10% de las empresas españolas estaban preparadas para la entrada en vigor de la normativa del RGPD (Reglamento General de Protección de Datos), que se produjo el mes de mayo pasado.
Los grandes obstáculos que impedían a las empresas españolas estar preparadas para cumplir con dicha normativa eran la falta de recursos, la ausencia de presupuesto y el desconocimiento en cuanto a la misma.
Hay que tener en cuenta que el actual reglamento introduce profundos cambios, sobre todo en lo que a sanciones por incumplimiento se refiere, pudiendo llegar hasta 10 millones de euros o el 2% del volumen de facturación anual de la empresa en las menos graves y hasta 20 millones de euros o el 4% del volumen de facturación anual de la empresa para los incumplimientos más graves.
Innovar para mantener la competitividad
En el mundo conectado en el que vivimos, las capacidades y habilidades de las personas y no tanto el capital con el que se constituye una empresa, son uno de los principales catalizadores del éxito de un negocio.
En 1998, cuando Google lanzó su buscador, había más de una veintena de buscadores con los que competir. Sin ir más lejos, su principal competidor en el negocio de las búsquedas por Internet alcanzaba su máximo histórico de capitalización bursátil un año después, superando los 110 millones de dólares. Es curioso ver cómo en un ámbito tan competitivo como el de los buscadores de Internet en aquel momento y con un mercado tan incipiente, simples cambios como la innovación introducida por Google en su algoritmo de búsqueda o la sencillez y simplicidad de su portal, fueron capaces de hacer inclinar la balanza de su lado.
Tanto es así que seguramente mis hijos y las generaciones venideras nunca oirán hablar de Yahoo, empresa que nació en los albores de la Internet global y que a día de hoy ha quedado desdibujada en la adquisición que hace meses realizó Verizon de la misma.